Capítulo 33

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- ¿Y qué vas a hacer esta tarde?- Me preguntó Adriana mientras andábamos tranquilamente camino a casa.

-No lo sé- Respondí sinceramente-, seguramente llame dentro de un rato a Rubén y hagamos algo.

Ella inmediatamente puso cara pervertida y entendí lo que por su mente pasaba. Era increíble como esta chica me hacía reír con nada.

-No serás tita aún- Cercioré riendo a más no poder-. O eso creo...

Ambas reímos a carcajada limpia hasta que llegamos a ese pequeño cruce en el que nuestros caminos se separaban. Nos despedimos con un fuerte abrazo y cada uno siguió su camino. Llegué a casa realmente cansada, pero contenta ya que por fin era fin de semana y podría descansar un poco.

Abrí la puerta de casa y comencé a hacer mis tareas con algo de música. Una hora después, cuando la comida estuvo lista y la mesa puesta, llegó mi odiosa madre. Como era de esperar, ella entró sin si quiera mirarme y se sentó a comer. Sentí un gran alivio por el hecho de que no me hubiera dicho nada malo.

Una pequeña vibración me hizo dirigir la mirada a mi bolsillo, para posteriormente, sacar mi móvil. Pude ver una notificación de Whatsapp, el cual era de Rubius.

"Hey, muyaya"

"Heeeey:)"

"Quieres que hagamos algo esta tarde?"

"Claro, me encantaria"

"Nos vemos a las 6 en la esquina de tu casa?"

"Perfecto:D"

"Pues ahi nos vemos, mi niña del mar:*"

Noté una sonrisa en mi rostro y no pude evitar soltar un pequeño suspiro de felicidad. Lo que aquel chico producía en mi interior era algo mágico.

-¿Con quién hablas?- Me preguntó mi madre entrando a la cocina-. Ya va siendo hora de que revisemos tu móvil, ¿no crees?

<<No, por favor, no. No he borrado las conversaciones.>>

-Hablaba con la tía Pilar- Dije rápidamente como excusa-, quiere que nos veamos.

-Déjame ver- Dijo ella.

-Pero...

No pude terminar la frase ya que ella ya poseía mi teléfono entre sus manos. Me quedé paralizada en el sitio, sin poder respirar ni pensar, solo esperar.

Ella solía revisar mis conversaciones del Whatsapp para comprobar que no le había hablado a nadie de lo que ella me hacía o para controlar que tipo de amistades tenía. Ya había tenido que "pelearme" con más de una amiga por su culpa.

-¿Quién es Rubén?- Soltó de sopetón.

Mi respiración se agitó de manera excesiva y noté una pequeña gota de sudor caer por mi frente. Mi cuerpo entero se encontraba controlado por un gran temblor y mi garganta no emitía sonido alguno.

-Te he hecho una pregunta- Dijo ella-. Ya que ahora tanto hablas deberías poder responderme.

-Un a-amigo...

-¿Es uno de los que nos encontramos en aquel restaurante?

-S-sí...- Respondí aguantando las lágrimas de temor que por mis ojos querían salir.

-Te dije que no quería que siguieras siendo amiga de ese grupo- Gritó cabreada y soltando el móvil en la mesa de la cocina-, son unos ordinarios de mucho cuidado.

Su manó se posó rápida y fuertemente en mi mejilla haciéndomela arder.

-¡No quiero que vuelvas a hablar con él!

De nuevo pude sentir su mano chocar contra mi rostro. Mi cabeza giraba 90º con cada golpe, pero por temor volvía a su estado inicial. Me mantuve firme delante suya y con la cabeza agachada.

-¡Eres una idiota!- Chilló aumentando la fuerza de sus golpes-. ¡Ojalá no hubieras nacido! ¡Eres la peor hija que existe en el mundo!

Esta vez una patada. Caí sobre mis rodillas ante ella, indefensa; y noté como sus puños golpeaban fuertemente mi nuca, la cual se encontraba bajo la protección de mis pequeños brazos. Ella seguía gritándome, insultándome, a la vez que poco a poco hacía añicos cada diminuto centímetro de mi cuerpo.

-Puedes despedirte de tu móvil por mucho tiempo- Dijo finalmente después de muchísimos más golpes.

Dicho aquello se fue dejándome nuevamente tirada en el suelo. Sin embargo esa vez me encontraba lúcida, así que me puse en pie y me dirigí lentamente a mi habitación, necesitaba llorar.

Y así hice, estuve varias horas llorando hasta que la hora de salir llegó. Con todo el miedo que en mi interior podía retener, pedí permiso a mi madre para poder salir y después de varios gritos, accedió.

Me arreglé y tapé las rojas marcas que por mi cuerpo se veían con maquillaje. Observé que mi cuello volvía poco a poco a la normalidad, así que opté por no ponerme la bufanda y así, no morir de calor a cada segundo que pasaba. Con aún algunas lágrimas salí de mi casa dirigiéndome a la ansiada esquina, donde se encontraba aquella persona a la que no debía ver, pero sin la que no podía vivir. En cuanto le vi a lo lejos, una enorme (y falsa) sonrisa se postró en mi rostro.

-Hola preciosa- Me saludó él dejándome un pequeño beso en los labios.

-Hola- Le saludé de vuelta algo sonrojada-. ¿Qué quieres hacer?

-¿Qué te parece si alquilamos una película y la vemos en mi hotel?

-Perfecto.

-¿Vamos pues?- Preguntó tendiéndome su mano.

-Vamos- Respondí tomándola y sonriendo algo más sinceramente.

Comenzamos a caminar camino de la parada de autobús. Supuse que se hospedaba en algún lujoso hotel del centro de Málaga.

-¿Dónde te quedas?

-En el Málaga Palacio. Me siento como una reina en él- Dijo poniendo pose de chica.

-No seas bobo- Respondí riendo-. Es un hotel muy moderno.

-Pero soy una chica, con chocho- Explicó como si de lo más normal se tratase-. Así que en un hotel denominado "Palacio" pues me siento como una reina, o sea tía.

Jugando con fuego | Rubius #Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora