Capitulo 17

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Por suerte, Mangel apareció por detrás con tres skates; el de Rubius, el suyo y uno más que no conocía. Rubius se separó rápidamente de mi lado y miró de una forma extraña a Mangel.

-Ya loh he traído...- Dijo rascándose la nuca.

Rubius suspiró y cogió su skate.- Sophie, es hora de tu clase.- Colocó el tercer skate delante mía y se subió, parado, en el suyo.- Intenta hacer lo mismo que yo.

Mangel se subió en el suyo, y pasando de nosotros dos, se puso a hacer trucos por el SkatePark. Coloqué un pie encima de la vieja tabla y con miedo me subí a ella, provocando que esta se moviera haciéndome caer al suelo. Hice una mueca de dolor, debido a que aún tenía algunas heridas no muy bien curadas, de tantas palizas ya recibidas.

-Espera, te ayudo.

Me ayudó a ponerme en pie y volvió a colocar el skate. Me lanzó una mirada reconfortante y me sujetó por los brazos, ayudándome a colocarme en pie sobre la tabla. Me costaba mantener el equilibrio, pero él me sujetaba por los brazos. Me sentía segura tan cerca suya y me empezaba a plantear que sentía realmente hacia él. Aparté esos pensamientos rápidamente.

-Vale, ahora voy a soltarte. Intenta mantenerte en pie, ¿vale?- Preguntó seguro de lo que hacía. Asentí nerviosa y me soltó. Conseguí mantenerme en pie unos segundos hasta que me tambaleé y volví a caer.

-Rubiuh.- Dijo Mangel viniendo de nuevo hacia nosotros.- Ten máh cuidao.

Entre los dos me ayudaron a levantarme, me sentía realmente dolorida, pero guardé ese sentimiento hasta que sentí algo líquido descenderme por la espalda. Sangre.

-Mierda, Sophie, te has hecho sangre en la espalda.- Dijo Rubén con un gran tono de culpa.- Lo siento mucho, deja que te ayude a curarte.

Negué nerviosa e intenté esquivar sus manos, las cuales buscaban ayudarme. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Me decanté por insinuar que la herida había sido producida por la caída, dejando que Rubius observara mi magullada espalda.

-Wow, sí que te has hecho daño.- Dijo él mientras esperaba a que Mangel trajera algo con lo que curarme.

Se acercó a un restaurante cercano y pidió el botiquín, regresando inmediatamente a nosotros con una amplia sonrisa, la cual se desvaneció al ver mi espalda. Escuché susurros entre ellos dos mientras me curaban, y una vez hubieron terminado, se dispusieron a hablar seriamente conmigo.

-Se acabó.- Dijo Rubén más serio que nunca.- ¿Qué nos ocultas?

-N-nada.- Mentí.

-Dínohlo.- Repuso Mangel con una pequeña lágrima amenazando salir de sus hermosos ojos.

-Ya sabéis lo d-del Bullying, n-no hay nada m-más.

-Es imposible que ese gran corte que tienes en la espalda y todos esos moretones sean de dos caídas tontas con el skate.- Explicó Rubén.- y no me creo que sean del Bullying. Dime qué coño ha pasado.

-Nada.

-¡Qué lo digas!- Gritó perdiendo su paciencia.

Me sentí un poco ofendida por su alzamiento de voz, pero me puse fría, sin expresar ese dolor. No respondí.

-Te ehtáh pasando un poco, tío.- Dijo Mangel.

-Cállate.- Le ordenó un Rubén controlado por la rabia.- Sophie, dime qué mierda ocultas.

-¿Y por qué tendría que decírtelo?- Pregunté con un valor que no sé de donde saqué.- Habéis llegado y metido en mi vida como si nada pasase, y sí que pasa, no os conozco de nada realmente. No quiero vuestra ayuda.

Dicho eso, me puse en pie y salí de allí corriendo, aguantando lágrimas y con ganas de acabar con todo. Claro que quería su ayuda, siempre había querido que alguien viese bajo mi capa de falsa felicidad, todo ese dolor que ocultaba; sin embargo, no sabía por qué, rehusaba a que me ayudasen. Fui corriendo a casa, olvidando por completo que debía de estar en el colegio, olvidando por completo que había perdido un examen, olvidando todo lo que normalmente me importaba.

Jugando con fuego | Rubius #Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora