Capítulo 29

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El timbre que marcaba la hora de salida sonó haciéndome poner en pie. Salí de la enfermería después de despedirme de la religiosa que allí se encontraba y me encontré con Triana esperándome en la puerta.

̣-Hola preciosa, -me saludó ella dándome un pequeño beso en la mejilla- ¿qué tal estás? Me has tenido muy preocupada.

-Bien, -mentí inconscientemente- gracias.

-No me de las gracias por esa tontería. -Dijo animádamente comenzando a caminar fuera del instituto- ¿A qué hora quedamos esta tarde?

Tenía que limpiar la habitación de mi madre, lo cual me llevaría bastante tiempo y a eso tenía que sumarle el tiempo que podría perder por gritos o insultos, o incluso paliza.

-¿Sobre las seis y media te iría bien? -Pregunté calculando mentalmente.

-¡Genial!

-Guay, pues nos vemos a esa hora en el centro.

-Perfecto, -Respondió ella mientras salíamos del recinto- nos vemos más tarde pues.

-Adiós.

-Adiós, Sophie.

Nos dimos dos besos a modo de despedida y salimos en direcciones contrarias, cada cual hacia su casa. Anduve por la transitada avenida con cierta prisa y admirando aquellos enormes árboles que me habían visto crecer y que llevaban en aquella calle desde que tenía uso de razón. La suave brisa del final de primavera los agitaba de una forma hermosa y pacifista que me relajaba y preparaba para la tarde loca que me esperaba.

Llegué a casa e hice todo lo que debía mientras escuchaba algo de música. Mi madre llegó a su hora habitual y le serví la comida.

-Sophie, se te ha olvidado ponerle sal. -Gritó desde el salón provocando un mar de pánico aflorar en mí- Ven, ya.

Con paso temeroso pero firme me presenté ante ella con la mirada gacha

. -¿Por qué no le has puesto sal? -Preguntó ella repiqueteando sus uñas contra el cristal de la mesa- No te ha dado la gana, ¿verdad?

-Se m-me ha olvidado -Susurré siendo invadida por el miedo y olvidando por completo todo lo que Rubén me había hecho ver días atrás.

-¡Mentirosa!

-Es la verdad...

-Mientes, siempre estás mintiendo, mocosa. -Dijo poniéndose en pie- Eres una maldita perra que no sirve para nada.

Me intenté preparar para las cuchilladas que mi corazón iba a recibir, pero de poco sirvió ya que aquel día algo me destrozaba por dentro.

-Todo es tu culpa, -Empezó diciendo- si no hubieras nacido todos estaríamos mucho mejor. Te mereces todo eso que te hacen en el colegio, te mereces eso y mucho más.

Frases como esas se repetían constantemente en mi mente mientras mantenía la cabeza agachada y escuchaba todo lo que mi madre me decía. <<No vales nada>> <<Coge la cuchilla, eso te ayudará>> <<Mírate, estás gorda y eres fea, nadie te quiere>> En un momento, y sin saber el porqué, todo lo que había "conseguido" con Rubén se desvaneció dejándome sola ante un monstruo que me destruía poco a poco.

Los primeros golpes llegaron cuando menos me lo esperaba mientras mi interior seguía recordándome lo horrible que podía llegar a ser. Aquella persona a la que llamaba madre, me lo recordaba también mientras me pegaba golpe tras golpe.

Me sujetó fuertemente del pelo, echando mi cabeza hacia atrás y mirándome con cara de asco para después darme una patada más en el estómago.

-Ojalá te mueras pronto. -Dijo finalmente dejándome en medio del salón.

Una pequeña lágrima empezó a caer por mi dolorida mejilla

. Y es que algo en mi interior, a pesar del profundo odio que le tenía, seguía deseando el que me dijera un "Felicidades" por esas magníficas notas o un "Te quiero" sincero. Pero aquel momento que tanto ansiaba nunca llegaba ni llegaría y en mi corazón un cúmulo de sentimientos incoherentes intentaban salir afuera sin resultado alguno.

Las horas pasaron relativamente lentas mientras me dedicaba a recoger el desastre que Jake, el novio de mi madre, y ella habían organizado la noche anterior en el dormitorio.

Por fin, la hora llegó y después de pedir permiso, me dirigí al centro sin muchas ganas.

-¡Sophie! -Chilló Triana nada más verme.

Una sonrisa completamente falsa se incorporó a mi rostro, aún algo dolorido junto con el resto del cuerpo.

-¡Hola! -Saludé con una alegría falsa- ¿Qué tal?

-Con muchas ganas de empezar a comprar, ¿y tú?

-Igual.

Y con una sonrisa indescriptible, mi amiga tiró de mí hacia la primera tienda. Estuvimos horas y horas probándonos ropa. Nada de lo que Triana me daba me quedaba bien, nada me hacía ser un mínimo mejor. Ella repetía una y otra vez que todo me quedaba de maravilla, pero yo simplemente le seguía el rollo para no tener que aguantarla más.

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Lo siento muchiisiiimo, llevo mucho tiempo sin subir, pero es que la imaginacion se me ha ido por completo ¬¬ Ademas mis animos no estan de maravilla que digamos y no siempre hay muchas ganas de ponerse a escribir, pero bueno, he conseguido escribir este capi tan meeec

Intentare escribir el sabado, lo que pueda. (No prometo nada, eh)

Os quiero mucho

Lola <3

Jugando con fuego | Rubius #Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora