Capítulo 31

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Rubén tiró de mi a través de la plaza, sin yo comprender su extraño comportamiento.

-¡Rubius! -Grité parándome en el sitio- ¿¡Se puede saber qué te pasa!? ¡Solo eran tres amigas!

-Y pedófilas.

Le miré incrédula y no pude recriminar una pequeña risa. Al principio, solo recibí de su parte una mueca, pero pasado el tiempo, se unió a mi risa.

-No me digas que no te daba la sensación de que te querían violar -Dijo él con cara "asustada".

-Anda vamos -Dije aún riendo y comenzando a caminar de nuevo-, no te vayan a reconocer.

Seguimos caminando por todo el centro de Málaga hasta que encontramos un pequeño 100 montaditos. Sin pensárselo dos veces, Rubén entró al lugar y claramente, yo le seguí. Comimos tranquilamente, pero yo no podía parar de pensar en aquella mujer que me había "reconocido". Se me hacía peculiarmente conocida, pero no alcanzaba a descifrar de qué.

-¿Sabes? -Preguntó Rubius captando mi atención-. Mangel me lo ha comentado y ahora que lo pienso, lleva razón.

-¿El qué?

-Contigo soy diferente -Soltó sorprendiéndome.

-¿En qué sentido?

-Cuando estoy con otra gente, hago más tonterías, me da igual lo que los demás digan; sin embargo, a tu lado, soy otro. Hago gilipolleces, sí, pero me las pienso más, por miedo a que me veas como un idiota.

Sonreí tiernamente.

-Pensé que solo eras un retrasado por quedar bien en los vídeos -Dije riendo. El sonrió mirando a una servilleta-. Que sepas, que puedes ser tú mismo a mi lado, te amo tal y como eres.

Me sorprendí a mí misma por el hecho de que hubiese podido mostrar mis sentimientos de esa forma tan natural, aún me sorprendía a veces el poder hablar sin tartamudear o empalidecer.

Pero unos exquisitos labios rozando los míos cálidamente, me hizo salir de mis pensamientos y darme cuenta de que me encontraba en el paraíso. Sentí una extraña sensación en el estómago y pude notar que mi cuerpo temblaba levemente.

-Eres perfecta.

Reprimí una pequeña risa tonta y me sonrojé sin poder remediarlo.

-Y tú el mejor chico que existe en todo el universo.

-¡Es el Rabos! -Gritó alguien desde la puerta.

Ambos dirigimos nuestra mirada a aquel lugar, encontrándonos con un reducido grupo de chicos mirándonos sorprendidos. Escuché un pequeño bufido por parte de Rubén y le miré dulcemente.

-Ve -Dije simplemente.

-Pero...

-Ve, yo estaré bien.

Él se dirigió con inmensa felicidad a aquel grupo, el cual empezó a montar un bullicio algo molesto; mientras yo me quedaba en mi mesa tomándome lo que quedaba de Coca Cola.

Sentí algo vibrar en mi bolsillo, por lo que dirigí rápidamente mi mirada allí y saqué mi teléfono móvil. En la pantalla divisé el contacto de mi madre y descolgué pesadamente.

"Sophie, ¿dónde estás?"

"En el centro, me diste permiso para venir a mediodía."

"¡Mentira!"

"Pero si..."

"Pero nada, te quiero de vuelta inmediatamente."

Colgué la llamada aguantando una pequeña lágrima, ya que sabía lo que me esperaba al llegar a casa, y me dirigí a Rubén que ya tenía menos gente a su alrededor.

-Me tengo que ir -Le susurré al oído para que pudiera escucharme.

-¿Tan pronto?

Asentí.

-Está bien -Dijo separándose de la gente-, te acompaño a casa.

Jugando con fuego | Rubius #Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora