Rubén tiró de mi a través de la plaza, sin yo comprender su extraño comportamiento.
-¡Rubius! -Grité parándome en el sitio- ¿¡Se puede saber qué te pasa!? ¡Solo eran tres amigas!
-Y pedófilas.
Le miré incrédula y no pude recriminar una pequeña risa. Al principio, solo recibí de su parte una mueca, pero pasado el tiempo, se unió a mi risa.
-No me digas que no te daba la sensación de que te querían violar -Dijo él con cara "asustada".
-Anda vamos -Dije aún riendo y comenzando a caminar de nuevo-, no te vayan a reconocer.
Seguimos caminando por todo el centro de Málaga hasta que encontramos un pequeño 100 montaditos. Sin pensárselo dos veces, Rubén entró al lugar y claramente, yo le seguí. Comimos tranquilamente, pero yo no podía parar de pensar en aquella mujer que me había "reconocido". Se me hacía peculiarmente conocida, pero no alcanzaba a descifrar de qué.
-¿Sabes? -Preguntó Rubius captando mi atención-. Mangel me lo ha comentado y ahora que lo pienso, lleva razón.
-¿El qué?
-Contigo soy diferente -Soltó sorprendiéndome.
-¿En qué sentido?
-Cuando estoy con otra gente, hago más tonterías, me da igual lo que los demás digan; sin embargo, a tu lado, soy otro. Hago gilipolleces, sí, pero me las pienso más, por miedo a que me veas como un idiota.
Sonreí tiernamente.
-Pensé que solo eras un retrasado por quedar bien en los vídeos -Dije riendo. El sonrió mirando a una servilleta-. Que sepas, que puedes ser tú mismo a mi lado, te amo tal y como eres.
Me sorprendí a mí misma por el hecho de que hubiese podido mostrar mis sentimientos de esa forma tan natural, aún me sorprendía a veces el poder hablar sin tartamudear o empalidecer.
Pero unos exquisitos labios rozando los míos cálidamente, me hizo salir de mis pensamientos y darme cuenta de que me encontraba en el paraíso. Sentí una extraña sensación en el estómago y pude notar que mi cuerpo temblaba levemente.
-Eres perfecta.
Reprimí una pequeña risa tonta y me sonrojé sin poder remediarlo.
-Y tú el mejor chico que existe en todo el universo.
-¡Es el Rabos! -Gritó alguien desde la puerta.
Ambos dirigimos nuestra mirada a aquel lugar, encontrándonos con un reducido grupo de chicos mirándonos sorprendidos. Escuché un pequeño bufido por parte de Rubén y le miré dulcemente.
-Ve -Dije simplemente.
-Pero...
-Ve, yo estaré bien.
Él se dirigió con inmensa felicidad a aquel grupo, el cual empezó a montar un bullicio algo molesto; mientras yo me quedaba en mi mesa tomándome lo que quedaba de Coca Cola.
Sentí algo vibrar en mi bolsillo, por lo que dirigí rápidamente mi mirada allí y saqué mi teléfono móvil. En la pantalla divisé el contacto de mi madre y descolgué pesadamente.
"Sophie, ¿dónde estás?"
"En el centro, me diste permiso para venir a mediodía."
"¡Mentira!"
"Pero si..."
"Pero nada, te quiero de vuelta inmediatamente."
Colgué la llamada aguantando una pequeña lágrima, ya que sabía lo que me esperaba al llegar a casa, y me dirigí a Rubén que ya tenía menos gente a su alrededor.
-Me tengo que ir -Le susurré al oído para que pudiera escucharme.
-¿Tan pronto?
Asentí.
-Está bien -Dijo separándose de la gente-, te acompaño a casa.