Primer encuentro

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Habían pasado tres días desde que la conejita de pelaje rubio llegase a pedir refugio al templo, y en ese corto periodo de tiempo había logrado desarrollar una amistad con el otro roedor, probablemente fuera por sus personalidades tan calmadas y dulces, pero se entendían sorprendentemente bien, tanto que el zorro comenzaba a sentirse desplazado, aunque era algo que nunca admitiría mientras viviera.

La búsqueda del grupo al que pertenecía la rubia se había quedado sin muchos avances notables hasta el momento, y los nervios del canine se crispaban más y más con el paso de los días; debían apresurarse pero aparentemente ni al sacerdote ni a Yamaguchi les molestaba tener ahí a la pequeña hembra. Su tarde se pasaba suspirando, mientras intentaba rastrear el olor de algún otro conejo en la cercanía; habían decidido separarse para abarcar más espacio pero pronto el sol se ocultaría por completo y el zorro se había alejado demasiado, era tiempo de volver. Dio media vuelta y se dispuso a correr de vuelta a su hogar cuando por el rabillo del ojo notó un pelaje negro, por un segundo pensó que sería el gato entrometido nuevamente pero esta vez las hebras eran más brillantes y hermosas. Se detuvo y observó detenidamente aquel ser que parecía pequeño, sin embargo por estar centrado completamente en la bola de pelos negra, no vió cuando otro roedor salió de entre la maleza y le arrojó tierra en los ojos, para que después él, y lo que ahora sabía era un conejo negro, huyeran hacía el norte.

Se talló los ojos con molestia, resoplando fastidiado, definitivamente la primavera no era su época, solía tener mala suerte. Una vez recuperó su vista parcialmente se retiró a paso veloz hacia el templo, se tomaría un baño caliente y se iría a dormir, necesitaba relajarse y olvidar todo asunto relacionado con conejos.

Cuando llegó a su hogar se encontró con Yamaguchi esperando por él en la puerta, y todos esos pensamientos negativos pasaron a segundo plano. El de pelaje marrón le sirvió la comida y se sentó a platicar con él, aparentemente se había retrasado más de lo que pensaba pues los otros tres ya habían cenado, tanto que incluso la conejita y el sacerdote habían ido a dormir.

-Podría ser su familia, Tsukki eres genial. Deberiamos buscar por ahí mañana. - Dijo con emoción su mejor amigo después de escuchar toda la historia de los conejos y el polvo en sus ojos. Al final algo bueno había salido de ello, el roedor frente a él le miraba con ojos brillantes llenos de admiración y eso valía la pena.

Let us be togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora