Ayuda

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La tarde caía y sentados en la mesa principal se encontraban un par de conejos, y un zorro con cara de querer matar a alguien. Un plato lleno de fruta de temporada se encontraba situado frente a cada roedor mientras que el zorro tenía uno con pequeños pedazos de carne que él mismo había conseguido antes. El silencio estaba totalmente presente en aquel lugar y los conejos no podían sentirse más nerviosos pues a pesar de que la pequeña de pelaje rubio se moría de hambre no había probado bocado de su fruta. Fue el canine quien dio la primera mordida a su alimento con aire indiferente, seguía molesto por toda esa absurda situación pero no podía actuar de una manera infantil, no cuando las palabras del indiscreto gato se colaban en su cabeza "No tardarás demasiado en devorarlo", y es que sabía perfectamente que no se refería solamente al sentido literal, era algo más, algo un poco sentimental y físico. Soltó un soplido con molestia y observó de reojo al par de conejos frente suyo, seguían mirando fijamente la fruta como esperando que se levantara y saltara a sus bocas.

-He terminado, provecho. -Dijo con voz tranquila mientras se levantaba y llevaba los utensilios que había utilizado al lavavajillas.

Yamaguchi nerviosamente se levantó de asiento y se dirigió a paso apresurado a su mejor amigo. -Sé que esto es un inconveniente pero tenemos que ayudarla Tsuki, no tiene a nadie más -Suplicó al de pelaje dorado con ojos acuosos, recordando  lo horrible que era estar solo y con miedo.

No hubo mucho que Tsukishima pudiera hacer para negarle algo al más bajo de los dos, era su mejor amigo; y además, esos sentimientos comenzaban a hacerse más y más presentes en su sistema conforme sentía que podían arrebatar de su lado al objeto de su aprecio, lo que le hacía muchísimo más difícil llevarle la contraria. Con pesadez asintió con la cabeza, dándole luz verde a su amigo para contar con su ayuda y todo lo que eso involucrara, debían encontrar a la familia de la hembra.

El de pelaje café con alegría se dirigió de nueva cuenta a la mesa, donde aún se encontraba la conejita contemplando el plato de alimento, le dió la noticia y ella le abrazó en agradecimiento y alivio, dejando un par de gotitas saladas escapar de sus ojos.

La mirada del zorro se afiló y su corazón se apretó en su pecho ante aquella escena; debían encontrar a la manada de aquella coneja lo más pronto posible.

Let us be togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora