Primer día

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4:40 am, era la hora marcada en el reloj colgado en la pared del salón principal del templo, mientras en la puerta se encontraban los dos animales y su cuidador, quien partía hacía un lugar un poco lejano.

-Volveré el próximo miércoles, espero que cuiden el templo en mi ausencia. -Fueron las cortas palabras que quedaron flotando en el aire incluso después de que comenzó a caminar con dirección a la parada del autobús. Los dos jóvenes asintieron con la cabeza y se despidieron escuetamente del sacerdote.

Un bostezo repleto de pereza escapó de los labios del conejo quien vestía aún su ropa de dormir, un pantalón color vino de una tela suave y un suéter del mismo color y material. Con lentitud caminó dentro del templo, sintiendo la ráfaga de aire matutino rozandole con fuerza, sentía su naríz especialmente fría y no quería resfriarse.

-¿Desayunamos o volvemos a dormir? -Cuestionó el roedor una vez ambos se encontraban resguardados de la baja temperatura del exterior, sintiendo la calidez del templo rodearle.

-Dormir. -Contestó con simpleza el de pelaje dorado para después caminar hacia su habitación y cerrar la puerta tras él.

Tadashi había notado un inusual comportamiento de parte de su mejor amigo en los últimos días. Antes habían veces en que se quedaban ambos sentados en el porche del templo, en silencio mientras disfrutaban de una deliciosa taza de té de jazmín, ahora el mayor incluso evitaba verlo a los ojos mientras hablaban; no lo quería admitir pero se sentía extrañamente solitario.

Soltó un suspiro mientras arrastraba sus pies hasta su propia habitación, si el zorro deseaba dormir entonces él no podía hacer nada más que respetar su decisión y hacer lo mismo, aún cuando quisiera compartir una taza del nuevo té que había recibido por parte de Yachi.

La tierna coneja y él se habían vuelto buenos amigos después de la incómoda experiencia anterior, tanto que ella solía ir hasta el templo a platicar de vez en cuando, aparentemente su grupo había decidido quedarse por la zona algún tiempo mientras pasaba la temporada de celo; su relación se había estrechado con el paso de los días y se sentían en confianza hablando con el otro. Yamaguchi había aprendido cosas de su nueva amiga, como que a la fémina le gustaba alguien, no quiso preguntarle pero tenía una leve sospecha, que aparentemente era la menor del grupo de conejos y que adoraba a su familia.

Yachi había corroborado su sospecha acerca de los sentimientos del conejo de pelaje con manchas por el zorro, además notó que éste aún no se daba cuenta de ellos, por todo el cariño que le tenía a su amigo decidió que le ayudaría a darse cuenta para que pudiera dar el primer paso.

-Entonces él se porta extraño contigo y te evita. -Fueron las palabras de su amiga sentada junto a él en el porche del templo horas más tarde.

-Si, supongo que sigue molesto conmigo por todo lo que sucedió con tu grupo. -Respondió lo primero que se le cruzó por la mente, aún cuando no tenía ganas de reclamarle nada a la más pequeña.

-En verdad lo siento Yamaguchi, nunca fue mi intensión que ellos fueran tan groseros. -Adoraba a su familia pero en ocasiones reconocía que algunos eran terriblemente impulsivos.

-No te preocupes, no quería echarte la culpa ni nada. Después de todo fue mi culpa que lo golpearan, aunque no sé porqué no se defendió. -Una parte de sí mismo le decía que era por su petición de tiempo atrás de no violencia, aunque no podía ser tan engreído.

-y ¿Por qué te afecta tanto? es decir, probablemente en unos días se le pase. -Ahí es donde comenzaba su plan para hacer a su amigo darse cuenta de sus propios sentimientos.

-Bueno, es porque me duele que me evite. Extraño hablar con él y pasar tiempo juntos. -El conejo se sentía realmente acongojado por la situación, echaba de menos a Tsukki y su voz temblorosa y al borde del llanto le delataba.

-Pero no es normal que te desanimes tanto Yamaguchi. Si yo me molestara contigo ¿Te sentirías igual de desesperado? -Yachi sabía que no era la mejor cupido pero hacía su mejor esfuerzo.

-yo... es decir... -Se quedó callado después de darse cuenta de ese punto, ya sospechaba de sus sentimientos pero no sabía si era una buena idea pedirle un consejo a su amiga.

Let us be togetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora