¿Negación?

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El ceño fruncido del conejo era tremendamente imponente a pesar de su pequeño tamaño, tanto que aquel gran zorro permaneció callado y dócil mientras era tratado de la herida en su hombro.

Después de cerciorarse de que aquel lobo hubiera huido sin mirar atrás, ambos animales habían vuelto rápidamente al templo, dejando el arroz detrás y concentrandose únicamente en la salud del zorro, todo eso a comando directo de Yamaguchi. Al de pelaje rubio no le dolía tanto y, por suerte, la mordida no había sido tan profunda, quizás el lobo no estuviera tan hambriento como pudieron haber pensado, sin embargo no se atrevía a decir nada al respecto ante la expresión facial del contrario.

Con cuidado y habilidad, el conejo habia limpiado y desinfectado la herida, justo ahora se encontraba colocando una venda alrededor del hombro ajeno, asegurándose de que no estuviera ni apretada ni suelta. Yamaguchi no había dicho nada más desde que llegaron a su hogar pues sentía un nudo gigantesco en su garganta, quizás fueran las ganas de llorar que estaba reprimiendo o el miedo que volvió a aparecer una vez la adrenalina hubo pasado, no estaba seguro, pero lo único que podía hacer ahora mismo era concentrarse en el trabajo que estaba haciendo.

Una vez que el hombro de Tsukishima estuvo adecuadamente vendado Yamaguchi se alejó de él para comenzar a guardar las cosas que había utilizado durante la curación, dándole la espalda y dirigiéndose al botiquín de primeros auxilios, dejando solo al zorro sentado en una silla del comedor.

El zorro permaneció quieto, pensando en qué debía hacer ahora, ¿Esperar a que Yamaguchi le permitiera retirarse? ¿Simplemente irse a su habitación? ¿Quedarse sentado en la misma posición hasta que el sacerdote volviera a casa?

Pasaron los minutos y el conejo seguía pegado al botiquín, acomodando cosas y volviendo a moverlas, como si no quedara satisfecho ante ningún tipo de orden; su mente estaba hecha un caos. El miedo normal de casi ser atacado por un depredador estaba ahí, pero no era lo único que lo molestaba, tampoco lo era el trauma que tenía por la pérdida de su familia ante los mismos animales, era algo más, algo abstracto y que se negaba rotundamente a admitir.

Tan solo el pensar por un momento que Tsukishima pudo haber sido herido de gravedad causaba que sintiera gran agujero negro en la mitad de su pecho, cerca de su corazón, y sus ojos se llenarán de lágrimas difíciles de contener. El sentimiento era diferente de aquella vez en que el sacerdote se había caído del tejado por haber intentado arreglar una gotera, se había sorprendido y preocupado, pero no era igual a lo que experimentaba ahora mismo con el zorro. Le aterraba el reconocerlo.

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Ok... Pasó mucho tiempo desde la última actualización, lo lamento. Espero que les guste.

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