Situación incómoda

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Después de aquel incidente en el bosque, ambos volvieron a su hogar y regresaron a sus actividades regulares, Tadashi se encargaba de cocinar y limpiar algunas partes del templo mientras Kei cazaba para sí mismo y para el sacerdote, también ayudaba limpiando algunas veces.

El rubio estaba plenamente consciente de sus sentimientos por el roedor, sabía que no era normal el que se hubiera enamorado de una de sus presas y especialmente de un macho, pero también estaba seguro de que no por solo desearlo dejaría de amarlo. Intentaba actuar con normalidad al rededor de su mejor amigo y continuar con su rutina diaria sin siquiera mencionar el incidente con los demás conejos, no era muy cómodo y le frustraba el tener que contenerse pero pensaba que era lo mejor para ambos.

El conejo por su parte se cuestionaba diversas cosas, siempre había admirado al zorro, lo había querido como un salvador y como parte de su familia, pero se dio cuenta de que nunca se preguntó qué parte de su familia representaba el canine para él. El sacerdote era como un padre bondadoso y amable que le cuidaba cuando era más pequeño y que aún ahora le daba un lugar para vivir y sentirse seguro; pero al rubio nunca lo vio como un hermano o primo, aunque siempre dio por hecho que estarían juntos. Ahora gracias a las palabras de Yachi comenzaba a pensar si acaso veía a su mejor amigo de una manera distinta a la que siempre creyó, claro que lo quería y deseaba su felicidad, pero no podía imaginarlo con una hembra a su lado, simplemente no soportaba la sola imagen y eso mismo le indicaba que no sólo sentía amistad por el otro.

El sacerdote por su parte seguía con sus trabajos como era costumbre, aunque comenzaba a notar ciertas actitudes entre sus dos protegidos que no eran del todo comunes, en un principio pensó en preguntarles acerca de aquel asunto pero después de observarlos un par de días intuyó a que se debían esos comportamientos; aparentemente habían descubierto sus sentimientos mutuos. Él siempre había notado cierta química entre los dos animales, disfrutaban estar en compañía del otro más que de cualquier otro ser, incluyendolo a él a pesar de ser su protector, y siempre buscaban protegerse mutuamente; al principio esos sentimientos románticos le habían parecido peculiares pero luego entendió que el amor no distingue de razas o cosas banales como el género, así que decidió apoyarlos de todo corazón.  Llegó a la conclusión de que dejar a sus pequeños resolver ese asunto era lo mejor, por ese motivo les daría un tiempo para ellos solos y tomaría aquel trabajo en una prefectura lejana que le habían ofrecido, partiría mañana esperando que las cosas se hubieran aclarado para su regreso.

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