XVII: Piper

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PIPER NO PODÍA CREER qué tan difícil era encontrar veneno mortal.

Toda la mañana, ella y Frank habían revisado el puerto de Pilos. Frank sólo dejó que Piper fuese con él porque creyó que su encanto podría ser útil si se encontraban con alguno de sus parientes con la habilidad de transformarse.

Resultó que su espada era más demandada. Por el momento, habían asesinado a un ogro lestrigón en la panadería, peleado con un jabalí gigante en la plaza pública y derrotado a una bandada de pájaros de Estínfalo con unos certeros vegetales de la Cornucopia de Piper.

Ella estaba agradecida por el trabajo. La mantenía lejos de pensar en la conversación que había tenido con su madre la noche anterior, esa sombría visión que ella le había hecho prometer no compartir...

Mientras tanto, el mayor desafío de Piper en Pilos eran los anuncios pegados por toda la ciudad promocionando la nueva película de su padre. Los anuncios estaban en griego, pero Piper sabía lo que decían: TRISTAN MCLEAN ES JAKE STEEL: FIRMADO CON SANGRE.

Dioses, que título más horrible. Ella deseaba que su padre nunca hubiese empezado a filmar las películas de la franquicia Jake Steel, porque se había convertido en uno de sus roles más populares. Y ahí estaba él en el póster, con su camiseta rota para revelar sus perfectos abdominales (¡Asqueroso, papá!), una AK-47 en cada mano y una sonrisa casual en su cara cincelada.

Al otro lado del mundo, en la ciudad más pequeña y fuera del camino que podrías imaginar, estaba su papá. Eso hacía que Piper se sintiera triste, desorientada, nostálgica y molesta, todo al mismo tiempo.

La vida seguía, y así lo hacía Hollywood. Mientras que su padre pretendía salvar al mundo, Piper y sus amigos tenían que hacerlo. En ocho días más, a menos que Piper pudiera hacer funcionar el plan que Afrodita había explicado... Bueno, no iba a haber ninguna película, ni ningún teatro, ni gente.

Alrededor de la una de la tarde, Piper puso su encanto a trabajar. Ella habló con un fantasma griego antiguo en la lavandería, en una escala del uno al diez para las conversaciones extrañas, definitivamente un once, y obtuvo la dirección de una fortaleza antigua donde los descendientes cambia-forma de Periclímeno pasaban el rato, supuestamente.

Después de andar penosamente a través de la isla bajo el calor de la tarde, encontraron la cueva posada en

la mitad de un risco junto a la playa. Frank insistió en que Piper lo esperara abajo mientras daba un vistazo.

Piper no estaba feliz con eso, pero se quedó obedientemente en la playa, mirando de soslayo la entrada de la cueva y deseando no haber guiado a Frank a una trampa mortal.

Detrás de ella, una franja de blanca arena bordeaba el pie de las colinas. Los salvavidas se relajaban sentados en mantas. Niños pequeños jugaban con las olas. El mar azul brillaba sugerentemente.

Piper deseaba poder surfear esas olas.

Ella había prometido enseñarles a Hazel y a Annabeth algún día, si alguna vez iban a Malibú... si Malibú seguía existiendo después del primero de agosto.

Echó un vistazo a la cima de la colina. Las ruinas de un viejo castillo se aferraban a la cima de la misma. Piper no estaba segura si formaba parte del escondite de los cambia-forma o no. Nada se movía en los parapetos. La entrada a la cueva estaba unos veinte metros por el frente de la colina; un círculo negro en la cretácea roca amarilla como el agujero de un sacapuntas gigante.

La Cueva de Néstor55, así la había llamado el fantasma de la lavandería. Supuestamente, el antiguo rey de Pilos había dejado sus tesoros allí en tiempos de crisis. El fantasma también proclamaba que una vez, Hermes había escondido allí el ganado robado de Apolo.

La Sangre del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora