LI: Jason

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Fue demasiado para una tierna despedida.

La última vez que Jason vio a su papá, Zeus era de treinta metros de altura, sosteniendo el Argo II por la proa. El bramó: —Agárrense bien.

Después el arrojó el barco por encima de su cabeza y lo lanzó como una pelota de voleibol.

Si Jason no hubiese estado amarrado al mástil, con uno de los arneses de seguridad de veinte puntos de Leo, se habría desintegrado. Aún así, su estómago trató de quedarse atrás en Grecia y todo el aire fue succio-nado fuera de sus pulmones.

El cielo se tornó negro. El barco temblaba y crujía. La cubierta se quebró como hielo delgado debajo de las piernas de Jason y, con un estruendo sónico, el Argo II se precipitó fuera de las nubes.

—Jason —Leo gritó—. ¡Date prisa!

Sus dedos se sentían como plástico derretido, pero Jason logró desatar las correas.

Leo estaba amarrado a la consola de control, tratando desesperadamente de enderezar el barco, mientras este iba cayendo en espiral hacia abajo. Las velas estaban en llamas. Festus chirrió en alarma. Una catapulta se desprendió y se levantó en el aire. La fuerza centrífuga envió los escudos volando desde las barandillas como discos voladores de metal.

Grietas aún más anchas se abrieron en la cubierta mientras Jason se tambaleó hacia la bodega, usando los vientos para mantenerse anclado.

Si él no podía llegar a los otros...

Entonces la escotilla se abrió de golpe. Frank y Hazel tropezaron a través de ella, tirando de la cuerda guía que habían unido al mástil. Piper, Annabeth y Percy los siguieron, todos ellos mirándose desorientados.

— ¡Salgan! —gritó Leo—. ¡Salgan, salgan, salgan!

Para variar, el tono de Leo era terriblemente serio.

Habían hablado sobre su plan de evacuación, pero esa bofetada a través del mundo dejó lenta la mente de Jason. A juzgar por las expresiones de los demás, ellos no estaban en mejores condiciones.

La mesa Buford los salvó. La imagen holográfica de Hedge resonó a todo volumen por la cubierta

— ¡VAMOS! ¡MUÉVETE! ¡DEJA ESO!

Entonces el tablero se dividió en aspas de helicóptero y Buford zumbó a la distancia.

Frank cambió de forma. En lugar de un semidiós aturdido, ahora era un dragón gris aturdido. Hazel se subió a su cuello. Frank tomó a Percy y Annabeth en sus garras delanteras, luego extendió sus alas y se elevó a la distancia.

Jason sostuvo a Piper por la cintura, listo para volar, pero cometió el error de mirar hacia abajo.

La vista era una combinación giratoria de tierra y cielo. El suelo estaba espantosamente cerca.

—Leo, ¡no lo lograrás! —gritó Jason—-. ¡Ven con nosotros!

— ¡No! ¡Fuera de aquí!

—Leo —intentó Piper—. Por favor...

— ¡Ahórrate tu encanto, Pipes! Se los dije, tengo un plan. ¡Ahora fuera!

Jason le dio un último vistazo a la nave astillada.

El Argo II había sido su hogar durante tanto tiempo. Ahora lo estaban abandonando para siempre, y dejan-do a Leo atrás.

Jason lo odiaba, pero vio la determinación en los ojos de Leo. Al igual que con la visita con su padre, Zeus, no había tiempo para un buen adiós.

La Sangre del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora