XXV: Jason

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JASON SE LEVANTÓ DE SU LECHO DE MUERTE para poderse ahogar junto al resto de la tripulación.

La nave se estaba inclinando tan violentamente que tuvo que escalar el piso para salir de la enfermería. El casco crujió. El motor gimió como un agonizante búfalo de agua. Cortando a través del rugido del viento, la diosa Niké gritó desde los establos:

—¡PUEDES HACERLO MEJOR, TORMENTA! ¡DAME UN 110%!

Jason subió las escaleras hacia la cubierta media. Sus piernas temblaron. Su cabeza giró. La nave golpeo el puerto, noqueándolo contra la pared contraria.

Hazel tropezó fuera de su cabina, abrazando su estómago. —¡Odio el océano!

Cuando lo vio, sus ojos se ampliaron. —¿Qué haces fuera de cama?

— ¡Estoy yendo arriba! —Él insistió. —¡Puedo ayudar!

Hazel lucía como si hubiera querido discutir. Entonces el barco se inclinó hacia estribor y ella se tambaleó hacia el cuarto de baño, con su mano sobre su boca.

Jason peleó el camino hacia las escaleras. No había salido de la cama en día y medio, desde que las chicas volvieron de Esparta y él había colapsado inesperadamente. Sus músculos se rebelaron por el esfuerzo. Sus entrañas se sintieron como si Michael Varus estuviera detrás de él, apuñándolo repetidas veces y gritando, ¡Muere como un romano! ¡Muere como un romano!

Jason se forzó a aguantar el dolor. Él estaba cansado de tener a las personas preocupadas por él, susurrando lo preocupados estaban. Estaba cansado de soñar que era un shish kebab76. Había pasado mucho tiempo curando la herida de su torso. De cualquier modo, su herida podría o no matarlo. Él no iba a esperar a que sanara la herida para decidir, tenía que ayudar a sus amigos.

De alguna manera él llegó a la cubierta superior.

Lo que vio ahí casi lo hizo vomitar como Hazel. Una ola del tamaño de un rascacielos chocó sobre la cubierta delantera, lavando las ballestas delanteras y la mitad de la barandilla del puerto hacia el mar. Las velas se hicieron jirones. Un relámpago iluminó todo, golpeando al mar como un reflector. Una lluvia horizontal impactó la cabeza de Jason. Las nubes eran tan oscuras que honestamente no sabría decir si era día o noche.

La tripulación estaba haciendo lo que podían.... Lo cual no era mucho.

Leo se había atado a la consola con un arnés de cuerda elástica. Eso pudo haberse visto como una buena idea cuando se ató, pero cada vez que una ola golpeaba, fue arrastrado lejos y luego era arrojado de vuelta en su pantalla de controles como un pádelbol77 humano.

Piper y Annabeth estaban tratando de salvar el aparejo. Desde Esparta ellas se han convertido en una especie de equipo, capaz de trabajar juntas sin siquiera hablar, lo cual era bueno ya que no se podían escuchar por sobre la tormenta.

Frank, al menos Jason asumió que era Frank, se había trasformado en un gorila. Él se balanceaba al revés fuera de la cubierta de estribor, usando su fuerza sobrenatural y sus pies flexibles para colgarse mientras el desenredaba algunos remos rotos. Aparentemente la tripulación estaba tratando de suspender la nave en el aire, pero, incluso si lograban despegar, Jason no estaba seguro de que el cielo fuera más seguro.

Incluso Festus, la cabeza, estaba tratando de ayudar. Él le lanzaba fuego a la lluvia, aunque eso no desalentaría a la tormenta.

Solo Percy estaba teniendo algo de suerte. Estaba de pie junto al mástil central, sus manos extendidas como si estuviera en la cuerda floja. Cada vez que el barco se inclinaba, el empujaba en la dirección contraria y el casco se estabilizaba. El invocó grandes puños de agua del océano para desviar las olas antes de que pudieran llegar a cubierta, así que lucía como si el océano se estuviera golpeando repetidas veces en la cara.

La Sangre del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora