Capítulo 12

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No quería levantarme de la cama.

No quería hacerlo.

Estoy acostada mirando el techo en silencio y pensando en todo un poco.

Evito pensar en mi padre aunque se me hace imposible, lo extraño.

Trato de no pensar en mi madre pero también, se me hace imposible.

Pienso en lo que va a ser mi vida, nueva casa, cosas nuevas por descubrir y todo sin mis padres. Ya no me salían las lágrimas, no pude dormir en toda la noche y seguramente tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar.
  Me hice la promesa de que esa iba a ser mi última vez que sólo lloraba por una noche entera y esperaba cumplirlo.

Me levanté y me duché, el contacto del agua caliente con mi piel era lo mejor que podía sentir en estos momentos, me relajaba  pero mi cabeza no paraba de dar vueltas con todo.

¿Oliver y Alexa? Dejaron de llamarme desde ayer a la tarde. ¿Connor? No dejó de llamarme y enviarme mensajes.

No era egoísta pero sólo quería mi momento, para pensar y asumir todo lo que me estaba pasando. Era difícil pero yo sabía que iba a salir de esto, estaba segura. Hoy tendría que ir al colegio pero mi abuela me dijo que por hoy me tome el día, sólo para descansar y tomarme mi tiempo.

Tenía pensado ir a visitar a mamá, así que me visto rapidamente, me peino en una coleta algo desordenada y sin desayunar salgo de mi casa.

Lamentablemente hoy mi abuela iba a despedir a los empleados ya que, en dos días se vendía todo.

Camino hasta llegar a un parque y los recuerdos invaden mi mente, recuerdo venir con mi familia a pasar el día por aquí, claro, cuando era demasiado pequeña. Limpio unas pocas lágrimas y me digo que recuerde mi promesa.

Entro en una cafetería y me siento en una de las mesas al lado de la ventana y me concentro en ella. En realidad, no era en la ventana, me concentraba en mis pensamientos.

- Hey. - siento que tocan mi brazo y pego un salto.

Estaba tan metida en mis pensamientos que olvidaba donde estaba.

- L-lo siento, estoy distraída. - me disculpo con la camarera.

Ella me sonríe amablemente.

- No te culpo, suele pasarme. Mi pregunta fue ¿qué va a pedir? - dice tranquilamente.

Está chica transmitía eso, tranquilidad y paz, y eso era lo que necesitaba sentir.

- Em si, traeme un capuchino con medialunas ¿está bien? - asiente mientras anota en su cuaderno - gracias.

Sin más se da vuelta y regresa a la cocina. Ahora que miraba bien el lugar no estaba repleto de gente ni tampoco había poca, estaba la necesaria. Algunos en pareja, en grupos y otros como yo solitarios.

Me puse a ver por la ventana las personas que pasaban distraídas por ahí. Veía a los padres con sus hijos que parecían zombis sólo por levantarse tan temprano por el colegio, otros pasaban atentos al celular,  otros pasaban con los auriculares puestos perdidos en sus mundos. Y así era todo, cada uno vivía su vida a su manera y nadie podía imaginar lo que les pasa o lo que sienten, sólo mirarlos por la ventana mientras ellos pasan e imaginar lo que se les cruza por la cabeza.

- ¡Me cansé! ¡Renuncio! ¡Nunca encontrarás alguien que haga este maldito trabajo mejor que yo! - gritaba una chica no tan mayor mientras se quitaba el delantal y se lo tiraba al cocinero en la cara.

Todo el lugar quedó en silencio.

La chica desconocida dijo algunas groserías más y con ayuda de la camarera que me atendió, salió por la puerta principal enojadisima.

La camarera sólo se acomodó el cabello, agarró una bandeja y se acercó a mi mesa.

- Toma, aquí tienes tu orden. Perdón la tardanza, estábamos resolviendo unos temitas - dice apuntando a la cocina.

Asiento en comprensión.

- Lo entiendo y no tienes porque pedir disculpas.

Ella me sonríe con tranquilidad.

- Gracias, ahora no se quien la va a reemplazar. Por casualidad, ¿no sabes de alguien que quiera un empleo? - me pregunta.

Yo lo pienso y niego con la cabeza.

- Lo siento, pero si sé de alguien no dudare en enviarlo aquí. - ella me sonríe con agradecimiento y se va despidiéndose.

En silencio terminó mi desayuno y me acerco a pagarlo.

Salgo de la cafetería y empiezo a caminar en dirección al hospital. Llego y saludo con amabilidad a la secretaría que está en la entrada, camino por los pasillos y subo al ascensor, en eso entra un chico aproximadamente de 18 años con una mujer mayor.

En silencio se acomodan y yo me hago a un costado para darles más espacio.

- Esto será rápido Stev, no tengas miedo..- dice la mujer mayor al chico.

Él no la miro ni se movió, sólo siguió mirando la puerta del ascensor.

- No estés enojado conmigo, no es mi culpa...- dice la mujer nuevamente.

Él chico se acomoda su gorro de lana negro.

- Sólo, no me hables ¿si? Dame mi espacio. - le contesta el muchacho en forma cortante.

La tristeza que sentía en el pecho y en cada parte de mi cuerpo se transformó rápidamente en enojo.

¿Tenemos que esperar a perder a las personas para extrañarlas? ¿Para querer abrazarlas y demostrarles cuánto las querés? Cuánto daría por un último abrazo a mi padre o por sólo escuchar la voz de mi madre o que haga algún movimiento y este idiota sólo le pide "espacio".

- Pero hijo, yo.. lo siento ¿si? - le contesto ella tocandole el hombro.

Se apartó rápidamente.

- Dije que me des mi espacio madre. - le contesto con enojo ahora el chico.

Yo sentía que no debía meterme pero esto me sacó de mis casillas.

- Mira completo idiota, como desearía estar en tu lugar y abrazar a mi madre, aprovechala y no la trates como si fuera eterna, ella algún día se irá y tu te lamentaras por no darle el cariño necesario - ellos me miraban sorprendidos - No quería faltarles el respeto ni meterme en lo que no se debe, pero es un consejo de una chica que está perdiendo su madre a alguien que la tiene parada justo a su lado y no sabe aprovecharla.

Sin más, se abren las puertas del ascensor y salgo de allí rápidamente.

Sorprendida camino con decisión al cuarto de mi madre y una vez dentro, cierro la puerta y me siento en el suelo.

¿Qué acabo de hacer? ¿Porqué no pude contenerme? Tendré que tener cuidado si no quiero tener problemas.

Me levanto y camino hacia la camilla, agarró la fría mano de mamá y me quedo allí mirándola. Sus perfectos rasgos son admirables, los golpes ya estaban curando. Agarré el cabello de mamá y trate de hacer una trenza mientras le contaba una anécdota que recordaba de pequeña.

- Nicolás me preocupa ¿sabes? No sé como ser lo suficiente para lo que él necesite. No se como ser una madre con él ¿entiendes? Cambiarán las cosas má, yo tendré que hacer su desayuno, tendré que ayudarlo a vestirse, tendré que llevarlo al colegio y recogerlo de allí, tendré que cocinarle, tendré que peinarlo. Y tengo bien en claro que es hasta que tu despiertes pero mi gran pregunta es, ¿cuándo despertarás? ¿y si no lo haces, má? Te necesitamos aquí. Te quiero aquí para cuando me gradué, para cuando tenga mi primer auto, para cuando me vaya a la universidad, te quiero aquí para cuando tenga un esposo e hijos má, ¿por cuánto tendré que esperar? Y no sólo yo, Nicolás te necesita, ya perdimos a papá - digo con lágrimas en los ojos - no quiero perderte a ti también, no nos dejes.

- Yo.. prometo que daré lo mejor por Nicolás, haré el mejor intento para ser lo que él necesite, lo cuidaré porque amarlo ya lo hago. No te preocupes mamá, no dejaré que nadie lo lastime.

Frase del capitulo: Ama lo que tienes, antes que la vida te enseñe a amar lo que perdiste.

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