Capítulo 19

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Sentí como mis músculos se tensaban con sólo pensar de que alguien que no conozco me esté tocando. Trato de zafarme de su agarre tan fuerte, trato de gritar pero su mano en mi boca hace más presión cada vez que me muevo.

Hasta que se me ocurre una idea.

Muerdo su mano y en un ágil movimiento le doy con el codo en su pecho, cuando me doy la vuelta le meto una patada en sus partes íntimas y cae al suelo por el dolor. Siento como el viento de esta noche golpea contra mi cara haciendo que el aire en mi cuerpo entre de nuevo y los latidos de mi corazón se vuelvan normales.

- Era sólo una broma Sara - susurran adolorido.

Miro confundida hacia la persona que hizo esta "broma" y no era ni más ni menos que el idiota de mi nuevo vecino.

- Pegas fuerte cariño - dice levantándose con una sonrisa - creo que me quedaré sin descendencia - se agarra de sus partes íntimas.

Como si tuviéramos la mejor de las relaciones con la confianza incluida.

- Te quedarás sin descendencia si sigues diciéndome cariño - le advierto volteandome para volver a sentarme a esperar el bus - eres un idiota, me asustaste mucho. - le digo cruzando los brazos.

Escucho como sus pasos se van acercando hasta que siento unos brazos posandose a mi alrededor.

- Disculpame, de verdad. No era mi intención asustarte de esa manera. Sólo que te vi caminando sola por aquí y la tentación me ganó. - dice haciendo una pequeña sonrisa.

Niego con la cabeza y sonrío mientras recuerdo lo que le hice.

- ¿Estas bien? - le pregunto riendo.

Él hace cara de dolor.

- De verdad tienes fuerza, hazme acordar que advierta a todos de que no se metan contigo. - dice riéndose también - La gran pregunta es, ¿qué hace una lindura como tú, sola, caminando en una noche oscura como ésta? - pregunta.

Y.. no estoy segura de querer responderle que voy al hospital, apenas lo conozco y no tendría porque saberlo.

- Sólo iba hacia el centro de la ciudad - le contesto distraída.

Aunque yo sabía que no estaba para nada distraída.

- ¿A hacer qué exactamente? - vuelve a preguntar.

Mi vista cae en mis manos entrelazadas y sólo muevo mis pulgares de arriba hacia abajo.

- Unas cosas Stev, ¿tienes que preguntar por todo? - le digo en voz alta pero por el silencio que hay aquí parece que estoy gritando.

- Sólo pregunté perdóname. - dice luego de unos segundos en silencio.

- No, perdóname a mi es que, es un tema complicado ¿si? Sólo eso. - le digo soltando el aire que contenía en mi pecho.

Veo que asiente y se queda mirándome. Su vista en mi me incomoda así que le devuelvo la mirada.

Sus ojos azules aunque estemos en la oscuridad sólo iluminados por la luna, resaltan más que nunca. Esos ojos en donde te puedes perder y no encontrar la salida nunca más.

- Me gustan tus ojos - le digo sin pensarlo.

Al instante me arrepiento por mi repentina confesión, así que sólo bajo la vista avergonzada sintiendo como mis mejillas se calientan.

Él agarra mi mentón y busca mi mirada nuevamente, hasta que no pude resistirme y clave mi vista en sus ojos nuevamente.

- A mi también me gustan tus ojos - dice en un susurro.

Sus pestañas eran tan largas, unas pequeñas pecas se asomaban en sus mejillas y nariz junto a ellas un lunar apenas visible se escondía. Sus facciones tan varoniles pero al mismo tiempo tan aniñados, tenía la piel suave como un bebe, y su boca de un rojo tan intenso.

- ¿Qué piensas? - le pregunto notando que él también inspeccionaba mi rostro.

- Eres tan bella - dice tocando mi mejilla izquierda.

Su tacto tan suave hace que cierre los ojos instintivamente.

Fue cuando recordé a Oliver.

Me alejo rápidamente de su toque y me acomodo nuevamente mirando hacia adelante.

Tengo un novio que me ama y yo aquí jugando al romance con otro.

Me siento mal, muy mal.

- Oye, ¿Te ocurre algo? - me pregunta tocando mi hombro.

Vuelvo a alejarme tomando precauciones.

- Estoy bien, sólo que ya te lo dije, tengo novio y estoy feliz con él. No quiero confusiones. - le contesto.

Él se queda perdido en sus pensamientos por un buen rato y yo sólo miro la calle, esperando que alguna luz o algo venga hacia nosotros.

Después de unos minutos veo desde muy lejos las luces del autobús, así que sólo me levanto rápidamente, le doy un beso en la mejilla y le agradezco por quedarse conmigo. Él no contestó y yo en todo el camino no pude dejar de pensar en ese momento.

Caminaba distraída y triste luego de ir a visitar a mamá, perdida en mis pensamientos cuando veo como una tienda iluminaba la calle en la que estaba. Me acerco lentamente y leo el letrero "Caffe and love". Miro a la ventana y recuerdo que esta es la cafeteria en donde estuve días antes, veo hacia adentro y todavía había gente, raramente entro y me siento en el mismo lugar, al lado de la ventana.

Mamá no se veía para nada mejor, seguía igual, su piel pálida y sus labios resecos contrario a lo que era. Me puse a pensar en el rostro de mi madre. Sus ojos verdes claro y tan grandes que te intimidaban con sólo una mirada, su sonrisa tan grande acompañada con sus labios siempre pintados de un color rosa bebe. Su pequeña nariz y las pecas la acompañaban. Siempre me burlaba de ella diciéndole "granizado" y ella me contestaba que yo era igual que ella así que me estaría burlando de mi misma también.

Ese recuerdo me saca una sonrisa. El amor con el que miraba a papá y su buen corazón es lo último que puedo pensar cuando me tocan el hombro.
Pego un salto por la sorpresa y mi vista cae en el muchacho que está parado con una libreta en su mano. Su sonrisa es amable y por una extraña razón, su rostro se me hace familiar.

- Disculpame, ¿te conozco de algún lado? - le pregunto confundida.

Él rueda los ojos pero sin perder esa sonrisa.

- ¿Te has olvidado de mi? - contesta

Y los recuerdos me pegan como un balde de agua fría.

La noche del viernes, la fiesta, el drama con mi vecina y la maldita llamada.

Frase del capítulo: Hay que saber elegir con quien complicarse la vida.

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