Capítulo 35

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Ya había pasado una semana.
Una semana en la que no había encontrado ninguna pista sobre el hombre que estuvo con mi madre.

Una semana en la que estaba trabajando y por suerte, todo iba lo bastante bien para poder alegrarme y estar feliz sobre eso.

Una semana en la que Simón y Stev no me dejaron sola por ningún momento, al igual que mi nueva compañera de trabajo, Kate. Era una persona agradable, era muy linda y muy dulce con todo aquel que se le acerqué.

- Faltan sólo dos días para tu cumpleaños, ¿como sientes esto de que ya podrás ir presa? - dice mi hermano cuando me acerco a él.

Estábamos en el trabajo pero como no había casi nadie, me senté con él a descansar también un poco. Al segundo se nos acerco Simón y Kate y se sentaron con nosotros.

- Sinceramente, tengo ganas de hacer algo ilegal antes para poder burlarme en sus caras..- les digo sonriendo.

- ¿Cómo es eso de que es tu cumpleaños y no lo sabía? - habla Simón y Kate lo sigue.

Me contuve de rodar los ojos. Simón por lo que se estaba dando a conocer era un chico genial, era divertido, a veces un poco tonto y exagerado, pero también me había enterado de que era el mejor en promedio escolar. Cuando me enteré sobre ello no podía creerlo, y no lo creí hasta que él me ha mostrado el diploma donde lo felicitan por ser tan excelente alumno y le desean éxitos en su vida. Me enteré que usa unos lentes cuadrados que le queda gigantes para poder leer y eso me pareció tan lindo, aunque él piense lo contrario. Pero se podría decir que la pasó bien con él, me hace sentir bien y eso es algo que últimamente pocas personas me hacían sentir.

- No se los dije porque no los voy a festejar. - contesté parandome ya que vi a un grupo de chicos entrar y sentarse.

Saque mi pequeño cuadernillo y el lápiz que tenía en mi delantal y me les acerqué.

- Hola, buenos días. ¿Qué se les ofrece? - dije lo más simpática y amable que pude.

Estos chicos me miraban de pie a cabeza y susurraban cosas, no voy a mentir, estas cosas está semana me ha pasado muchas veces. Extrañamente Simón siempre tomaba estos pedidos porque decía que estaba "cuidando a su chica" algo que sólo me hacía reír.

- ¿Tú no estás en el menú? - dijo uno de ellos.

Lo miré y tenía el cabello de un rubio dorado, unos perfectos ojos verdes y las mejillas rojas por el frío de afuera. Sólo negué con la cabeza.

- Lamento decirles muchachos que no, así que, ¿pueden decirme que les traigo? - dije nuevamente con una sonrisa. Siempre trataba de ser amable, era algo de lo que me había propuesto desde que tuve que trabajar, tratar de ser una persona diferente.

- Es un acto suicida pedir tu número, ¿verdad? - sonrío otro chico.

Y estaba en lo cierto, yo sabía defenderme.

- Muy bien dicho, me caes bien. - digo riendo y él los miro a los demás con superioridad - ahora si, necesito que me den sus órdenes, por favor.

Vi por el rabillo de mi ojo como Simón estaba viendo todo desde otras mesas con desconfianza.

- Bueno si, no hagamos perder el tiempo a la señorita por favor - dice uno de ellos - a mi traeme un café con un pedazo de ese rico pastel que se ven en aquellas heladeras. - lo anotó y asiento con una sonrisa.

- ¿Los demás? - volví a preguntar con toda mi paciencia.

- No voy a irme de aquí hasta que me des tu número - volvió a decir el de cabello dorado.

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