- ¿Puedes por favor, dejarme acomodar mis cosas? - le digo con mal humor a Nicolás.
El tema es así, estamos acomodando las cosas para ya mudarnos a casa de mi abuela y de verdad, nunca pensé que iba a ser tan duro dejar esta casa atrás.
Además mi mal humor estaba mezclado con tristeza ya que me había pedido mi abuela que vaya a empacar las cosas que me quería dejar del cuarto de mis padres, no me malinterpreten, si pudiera quedarme con todo hasta el mínimo detalle lo haría, pero allá no hay suficiente espacio así que tendría que buscar lo más importante como dijo ella.
Las cosas de mamá ya las había ordenado la señora gruñona con la que tendría que vivir mis últimos años antes de la universidad, entonces eso me ahorro algo.
- Nicolás - lo llamó.
Voltea y me mira a los ojos dejando de correr como lo estaba haciendo hace segundos atrás.
- Iré al cuarto de mamá y papá a buscar un par de cosas ¿vienes? - le pregunto.
Él queda estático por unos segundos hasta que toma una bocanada de aire y asiente.
Se acerca y agarra mi mano con fuerza, yo sólo le revuelvo el cabello para tranquilizarlo mientras que caminamos juntos hacia esa habitación...
Habitación que hace varios días no se abría la puerta y que yo desde ese viernes, no asomaba la cara por ahí.
Abro la puerta con sumo cuidado y esa ola de emociones vinieron hacia mi. El olor al perfume de mamá y papá mezclado me hizo cerrar los ojos inconscientemente, recordando como eran los días con ellos aquí. Nicolás tira de mi mano levemente y me guía hacia adentro cerrando la puerta detrás de nosotros.
- Haremos esto - dice mi hermano en voz baja - yo doblare su ropa y tu buscas si tiene algo que quieras guardar en su mesa de luz o en la que tiene el espejo gigante - yo asiento y volteo hacia allí.
Mi padre había fabricado un mueble en donde mi madre y él ponían sus cosas de valor, como anillos, pulseras, relojes, collares pero dentro de esas cosas estaba el anillo que tanto amaba mi mamá, era un simple anillo con tres corazones con tanto valor emocional. Ese fue un regalo de mi padre hacia ella cuando cumplieron un año de noviazgo. Mi madre siempre me contó que ese día ella estaba mal por haber peleado con el abuelo y le había dicho a Will -mi padre-, que no podrían verse. Mi padre ilusionado y siempre sin importarle las consecuencias apareció en la puerta de su casa con ese mismo anillo y una carta. Mi madre siempre repitió que en ese mismo momento, sintió como en su panza volaban mariposas y bueno, lo que pasó después no es apto para todo público.
En fin, a lo que quiero llegar es que ese anillo tiene un valor enorme. Así que sin pensarlo, lo agarro rápidamente y lo pongo en mi dedo meñique y lo observó fascinada. Luego de eso busco algo más y sólo llevo el collar preferido de papá, la gorra que usaba en casa cuando jugaba su equipo preferido y nada más.
Estaba dedicandome a guardar las cosas cuando un anillo cae accidentalmente debajo de este mueble. Hago que mis rodillas toquen la alfombra mientras lo busco. Cuando lo encuentro felizmente, a su lado veo una caja que se notaba que estaba allí hace varios años gracias a su polvo y su color marron desgastado. Saco cuidadosamente y la abro, dentro habían muchos papeles y cosas que estaba dispuesta a observar.
- Sara - llama mi hermano.
Volteo a verlo y extiende un buzo que en sus manos parecían gigantescos.
- Era su buzo preferido y creí que te gustaría quedartelo - dice mostrando una media sonrisa.
Agarro el buzo cuidadosamente y los recuerdos invaden mi mente. Este buzo recuerdo habérselo visto puesto una de las tardes en las que pasábamos en aquella plaza cerca de aquí. Recuerdo que mamá decía que le quedaba bien porque hacía resaltar sus ojos verdes y papá lo usaba por esa razón.
- Gracias hermanito - le contesto.
Saco de arriba del mueble la gorra favorita de papá y se la entrego.
- Creí que te gustaría conservarlo - a él le brillan los ojos con deseo y agarra la gorra con alegría.
- Gracias Sara, y mira - dice acercándose a una de las tantas cajas en el suelo.
Abre una y saca dos fotografías.
- Mamá habrá mandado a que las impriman esa misma mañana del viernes - dice entregandomelas.
Las observo detalladamente y una sonrisa sale de mis labios.
Eran las dos fotografías que nos tomamos el jueves por la noche. En la primera se encontraba mamá sacando la lengua mientras mantiene sus ojos cerrados. Papá haciendo una de sus caras mientras nos mira de reojo a todos, tiene esa mirada de "que hago con estos locos". Nicolás está sonriendo de lo más lindo mientras se achinan sus ojos y yo estoy sacando pico, como el de pato. Sin duda es una hermosa foto.
- Las guardaré - le aviso a mi hermano y él asiente.
Salimos de allí cerrando la puerta con cuidado y voy hacia mi habitación a guardar las cosas que saque de mi padre.
- ¡Sara! ¡Nicolás! ¡ya está el camión para irnos! - grita mi abuela desde abajo.
Agarro mi pequeña mochila, doy una mirada a mi habitación vacía y cierro la puerta para irme. En el pasillo quedo estática mientras pienso en si ir a buscarlo o no, pero sin pensarlo mucho corro a la habitación de mis padres y saco esa caja que tanto me intriga.
Bajo con la caja en mis manos y se la entrego a los hombres que se encargaban de ayudarnos a poner las cosas en la camioneta de mudanza.
- ¿Lista cariño? - pregunta mi abuela.
Doy una mirada hacia mi ahora, vieja casa y sonrío con pesar.
- Lista - sin más subo del lado copiloto mientras disfruto mirando hacia la ventana.
Nueva casa, espero que no me decepciones tú también..
Frase del capítulo: A los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos.
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Viviendo Mi Mentira ✔️
Teen FictionSara Brown; típica popular con el pensamiento de que "su vida es perfecta" sólo por tener todo lo que ella quiere. Pero todo esto cambia cuando una noche, suena su celular avisando una llamada. Esa maldita llamada que marcará el antes y después en l...