CAPÍTULO SEIS

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Salí de la ducha y me apuré a vestirme, no sabía exactamente a que hora pasaría Christopher por mí, pero quería estar pronta por si a caso.

No podía creer que estaba haciendo todo lo contrario a lo que tenía pensado hacer. Quería ignorarlo pero iba a salir con él ¿Que loco no? Pero al fin y al cabo ¿Qué es la vida si no la vivo?

Comencé a mirar en mi armario, buscando algo que fuera perfecto para la ocasión. Encontré una falda ajustada blanca. No estaba segura ya que parecía bastante provocativa, pero al probarmela vi que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo y hacía ver hermosas mis piernas, sin dudar más decidí que la usaría.

Ahora había que combinarla, moví mis dedos entre las perchas de mi armario, buscando una prenda para la parte superior de mi cuerpo. Encontré un top gris, de manga tres cuartos, bastante ajustado también. No sabía si quedaría bien, estaba bastante insegura acerca de qué usar.

De repente suena mi celular. Lo tomo, desbloqueo la pantalla y miro el mensaje allí escrito.

De: Christopher.

En 15 minutos estoy ahí, bella.

¿Ya? ¡Ay Dios, yo ni siquiera me había vestido! Yo sabía que me iba a pasar esto. Encima quería esperar afuera, para que mi madre no llegara a ver a Christopher. Todavía no había hablado con ella sobre este tema, pero según mi padrastro, la familia de Christopher no era del agrado de mi madre, aún no sabía por qué ni lo entendía, pero este no era el mejor momento para platicar acerca de eso.

Tomé el top gris y la falda blanca, me vestí frente al espejo y lo que vi me gustó bastante, tal vez no era perfecto pero estaba bastante bien así que decidí quedarme así. Solté mi cabello ondulado y lo dejé caer hacia los costados.

Ahora faltaba el maquillaje, usé un poco de delineador y rimel en los ojos, para luego añadirle a mis labios un poco de rojo. Miré la hora, faltaban cinco minutos. Me puse los primeros tacones que encontré, que afortunadamente quedaban a la perfección con lo que llevaba puesto.

Tomé mi pequeño bolso de mano y bajé las escaleras. Esperaba no encontrarme a nadie, pero allí estaba mi madre. Creí que estaría durmiendo después de todo lo que pasamos hoy con la moto y el auto, pero no, allí estaba ella sentada en el sofá mirándome con una sonrisa en la boca. Si supiera...

-¿A dónde vas tan hermosa, hija mía?- me pregunta. Cuando termino de bajar las escaleras respondo:

-Saldré con un amigo- respondo sin dar muchos datos. Me acerco y le doy un beso en forma de despedida y me dirijo hacia la puerta.

-¿Por qué no lo esperas aquí? Me gustaría conocerlo...- comienza a decir mi madre. Pienso rápidamente en algo creíble para decir.

-Es que él es tímido, además no queremos llegar tarde... Tal vez para la próxima- le digo, no se ve muy convencida pero finalmente sonríe.

-Está bien, que se diviertan.

Cierro la puerta justo detrás de mi cuando el auto negro se posiciona frente a la entrada. Camino rápido y entro al auto para que nadie vaya a ver que es Christopher con quien voy a salir.

-Wow que rápido, ni siquiera me dejaste salir- me dice sonriendo y me recorre de pies a cabeza con la mirada, deteniéndose especialmente en mis piernas, ya que la falda se veía bastante corta y revelaba gran parte de mis muslos. Me sonrojo de inmediato y él lo nota y quita la mirada.

-Perdón- le digo, refiriéndome a lo que él anteriormente había dicho.

-Te ves hermosa- me dice de repente, con una sonrisa de lado. Yo lo miro a él y se veía tan bien, una camisa negra algo desabrochada y un pantalón gris oscuro casi negro, le quedaba perfecto. Su pelo peinado hacia el costado, caía levemente sobre su rostro.

-Tu también- le respondo sonriendo.
Llegamos al club y había una fila enorme para entrar, y no era una noche especialmente calurosa, al contrario, había una brisa fresca que hacía estremecer mi piel. No tenia ni las más mínimas ganas de esperar.

-Espera aquí- me dice Christopher y comienza a caminar hacia la entrada. Puedo ver que se acerca al portero e intercambia unas palabras con él. Después de eso vuelve a mi sonriente. Sin decir nada me toma la mano y entrelaza sus dedos con los míos. La sensación al tocar su piel hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

Avanzamos juntos hacia la entrada, puedo oír algunos comentarios a medida que avanzamos dejando atrás a la gente que aguardaba en la fila. El portero nos mira y asiente con la cabeza para darnos paso al interior del boliche.

Nos sentamos junto al grupo de amigos de Christopher, habian dos chicas y tres chicos sentados en ronda al rededor de una mesa.

-Ella es Jazmín- dice Christopher presentándome ante sus amigos. Todos me sonríen cálidamente y me dicen sus nombres.

Una hora después nos encontrábamos en la pista bailando. Christopher lo único que hacía era reír por todo, creo que los tragos ya le habían pegado bastante.

La noche se estaba tornando algo incómoda, en especial al ver a una rubia bailar en torno a Christopher, mientras él se deleitaba recorriendo su cuerpo con la mirada. Decidí que lo mejor sería irme de una vez por todas, no sé ni para que había aceptado ir a ese lugar después de todo.

Comienzo a caminar y paso por al lado de Christopher, seria y sin mirarlo, sigo de largo a través de la pista hasta casi llegar a la entrada, cuando de repente alguien me jala por el brazo, de un segundo para el otro estoy frente a Christopher, él baja sus manos de mis brazos a mi cintura sin quitar su mirada de mi rostro. Mi respiración comienza a agitarse cuando siento el roce de mi pecho con el suyo. No podía decir absolutamente nada, sólo miraba su boca y él lo notó, porque de un segundo para él otro sus suaves y calientes labios estaban sobre los mios. Comienza a moverlos lentamente, explorando la sensación de tocar mi boca por primera vez, yo le sigo el juego y hago lo mismo.

Cuando nuestros labios se separan, él continúa mirándome y puedo ver que se lleva el labio inferior a sus dientes, mordiéndolo, para luego mostrar una sonrisa de lado. De repente y sin darme tiempo a reaccionar me empuja hacia la pared y comienza a besar lentamente mi cuello. Comienzo a jadear al sentir el contacto de sus labios con mi piel. Su pierna se mueve lentamente por mi entrepierna, lo cual me hace jadear más aún. Luego lentamente su boca se va moviendo de nuevo hacia la mía depositando pequeños besos en el camino, pero al llegar esta vez los movimientos no son lentos, son rápidos y apasionados, reflejan claramente el deseo de ambos. Sus manos recorren mi cintura y mis caderas a su antojo. No sé qué me había hecho este hombre pero no quería que parara nunca.

LAZOS CRUZADOS |Christopher Vélez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora