CAPÍTULO CINCO

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Pasó una hora y aún Joel no había visto mis mensajes de disculpas. Esperaba que no se hubiera enojado, era una excelente persona y de verdad no quería tener problemas con él.

Mi celular comenzó a vibrar sobre mi cama, lo tomé de inmediato esperanzada de que fuera él pero suspiré de decepción cuando vi que era un mensaje de mi madre.

De: Mamá

¿Puedes creer que se han llevado mi moto de afuera de la casa de Inés? Necesito que vengas por mi, hija.

Genial, el día no podía ir peor. Le habían robado la moto a mi madre y ahora debía ir a buscarla a la casa de su mejor amiga que vive en una estancia a cuatro kilómetros de acá. Parece que mi llegada a este lugar no iba a ser tan hermosa y pacífica como lo esperaba.

Bajé las escaleras de prisa y corrí a la cocina a tomar el juego de llaves que incluía las del auto.

-A mi madre le robaron la moto- le informo a mi padrastro que se encuentra escuchando la radio atentamente. De inmediato dirige su mirada hacia mi.

-¿Qué? Ay Dios, esta mujer no aprende nunca. Mira que le he dicho millones de veces que no deje la moto en la calle- se queja enojado.

-Me llevaré el auto para ir a buscarla.

-Está bien. A mira que tiene la calefacción rota, por lo tanto tendrás que pasar un poco de calor.

-Ufff- resoplo y salgo de la casa.

Entro al auto, enciendo la radio y empiezo a conducir. Abro la ventanilla para que entre por lo menos un poco de aire, pero es bastante escaso el que logra ingresar. Son las cuatro de la tarde, el sol está super fuerte y el calor parece ser cada vez más intenso.

Voy por aproximadamente la mitad del camino cuando de repente el auto se detiene lentamente ¿Ahora que carajos pasaba? Ya estaba bastante de malhumor como para tener que lidiar con problemas en el auto.

Salgo y veo que la rueda trasera está sin aire, era obvio que se había pinchado.

El camino estaba desierto, no pasaba nadie ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía ganas de maldecir en todos los idiomas posibles. Sólo a mi me pasaba esto. Lo mejor sería que llame a alguien para que me venga a buscar.

Saco mi teléfono, la pantalla estaba en negro, pulso el botón de inicio y nada, no encendía. ¿Acaso se había quedado sin bateria?
-¿Es en serio?- me digo a mi misma. Siento ganas de gritar de lo enojada que estoy. De seguro debo ser la persona con menos suerte del mundo.

Me mantengo dentro del auto por media hora, no hay novedad de nada ni nadie. Durante este tiempo sólo habían pasado dos autos y a ninguno le interesaba ofrecerme ayuda.

El calor que se ha acumulado dentro del auto ya es insoportable. Salgo y me voy hacia el costado del camino, en donde hay un par de árboles a unos cinco metros. Voy y me recuesto allí, a la fresca sombra de los árboles, es mejor que estar bajo el techo del auto, el cual estaba fuertemente calentado por el sol.

Media hora más pasa, no hay señales de vida por aquí ¿A quien se le ocurría vivir al final de un camino totalmente inhóspito? Ah sí, a la mejor amiga de mi madre.

Veo a un auto negro comenzar a detenerse lentamente cerca del mío. De repente la puerta del conductor se abre, no distingo bien quien es ya que el sol me incandila.

-Hey- me grita con su mano extendida hacia arriba, intentando saludar.  La voz me resulta conocida pero a la distancia sigo sin poder identificar quien es. Comienza a correr hacia donde estoy, y es ahí cuando por fin logro ver quien es.

Christopher llega a mi lado algo agitado. Su rostro se estaba volviendo un poco rojo y su pecho subía y bajaba con cada respiración. Estaba vestido igual que cuando lo había visto en el mercado, nada más que a su rostro le había agregado sus gafas de sol.

Al verme me sonríe. Aunque me gustaría negarlo, estaba feliz de que estuviera aquí. Todo este tiempo he tratado de convencerme a mi misma de que verlo era algo malo, pero parecía que el destino estaba empeñado en hacer que nos veamos constantemente.

-¿Qué haces aquí?- me dice.

-¿Acaso no es obvio? La rueda del auto...- le respondo. Él sonríe y toma asiento a mi lado quitándose los lentes.

-¿Y por qué no llamaste a nadie?

-Sin batería- respondo mostrándole mi celular en mi mano.

-Eso sí que es mala suerte.

-No ha sido un buen día- le respondo, sigo con la mirada al frente, sin mirarlo a la cara.

-¿Quiéres que te lleve?- pregunta de repente.

-No te molestes- le respondo, él se mueve y se coloca frente a mi, buscando mi mirada. Nuestros ojos se chocan y estamos así por unos cuantos segundos, mirándonos el uno al otro. No puedo creer cuanta belleza hay en este hombre. Ni siquiera sé si algún día lo había observado tan detalladamente. La piel de su cara, tan blanca y delicada. Si había algo que podía decir, era que me tenía realmente loca.

-Oye- me dice, quitándome del trance en el que estaba mientras observaba su rostro- para mi no es ninguna molestia llevarte- agrega sonriente. Se pone de pie y luego me ofrece su mano para ayudarme a hacer lo mismo. La tomo y me impulso para levantarme.

-Está bien- respondo y nos dirigimos a su auto.

Primero me subo yo al asiento del copiloto y luego él sube, cierra la puerta tras de él y comienza a conducir.

-Hay una fiesta hoy, la inauguración de un boliche más o menos cerca de aquí- comienza a decir. Lo miro, insinuando que continúe con la idea- me preguntaba si te gustaría ir conmigo- añade de golpe y mi ritmo cardíaco comienza a acelerarse.

-¿E-en serio?- logro decir. No lo puedo creer.

-No, mentira- responde riéndose- claro que es en serio tonta, sino no te lo preguntaría.

-¿Qué hay de tu novia? ¿Por qué no vas con ella?- le pregunto. Él dirige la mirada hacia mi.

-¿Qué novia?

-La chica que estaba en tu coche en el supermercado.

-Ah te refieres a Emily- hace una pausa y vuelve la vista hacia el frente- ella es sólo una amiga.

-Ah

-De hecho cuando te encontré venía de llevarla a su casa, tuviste suerte de que te encontrara ¿Qué hacías allí?

-Estaba yendo a buscar a mi madre a la casa de su amiga Inés.

-¿Dices que se llama Inés?

-Sí ¿Por?

-Creo que Inés es la madre de Emily. Con razón pude ver por la ventana de la casa a una mujer muy parecida a ti.

-Vaya coincidencia.

-¿Es aquí?- pregunta refiriéndose a mi casa.

-Si- asiento y él estaciona el auto frente a la entrada. Abro la puerta del auto y cuando estoy bajando me detiene.

-Espera- me dice y vuelvo la mirada a su rostro- ¿paso por ti esta noche?- pregunta y en mi estómago se revuelven todo tipo de sentimientos y emociones. Demoro en responder a propósito, para que crea que estoy meditando mucho la respuesta.

-Cuenta con eso- le respondo y de inmediato una sonrisa se forma en su rostro. No puedo evitar reirme también, estaba feliz, muy feliz.

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NA: Hola!!! Acá está el capítulo 5, esta vez demoré un poco más de lo habitual en actualizar porque tuve cosas que hacer, pero en fín, aquí está. Gracias por leer y saludos!!!

LAZOS CRUZADOS |Christopher Vélez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora