CAPÍTULO VEINTITRÉS

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Seguía allí de pie con el collar en la mano, no lograba comprender que hacía ese collar allí, en la campera de Christopher.

Yo estaba casi segura de que lo tenía guardado en el cajón de mi mesita de luz, hacía muchísimo tiempo no lo usaba, simplemente lo conservaba como un bonito recuerdo.

Corrí hacia mi cuarto y abrí el cajón, me sorprendí al ver que efectivamente mi collar estaba allí.

Tenía los dos collares en mi mano, eran identicos, exactamente iguales ¿Cómo era posible? Mi collar era de cuando mi madre era joven, según me había contado ella, se lo había obsequiado mi padre ¿Por qué Christopher tenía uno igual? Necesitaba saber la respuesta cuanto antes.

Ni siquiera me duché, me puse el primer pantalón que encontré y conservé la blusa del pijamas, nada me importaba. Salí de mi departamento con ambos collares en mis manos y tomé el ascensor hacia el departamento de Christopher.

¿Qué tal si él había conocido a mi padre?

Bueno, admito que era algo estúpido pensar eso, tal vez era una simple coincidencia. Pero no sé por qué, pero tengo una sensación extraña, algo aquí dentro del pecho que me dice que acá hay algo que no sé, algo que se esconde detrás de estos collares iguales.

Cuando llego a la puerta me doy cuenta de que es super temprano, y que probablemente Christopher esté en su quinto sueño. Con lo tarde que solía levantarse todos los días, este no iba a ser la excepción.

Pero aún así no podía quedarme con la duda. Toqué el timbre del departamento, pasaron unos cuantos segundos y como era de esperarse nadie salió.

Quedaría como demasiado insistente, pero volví a tocar el timbre. Esperé un instante y la puerta por fin se abrió, pude ver a Christopher de pie sacudiéndose el cabello con su mano izquierda mientras sostenía el pomo de la puerta con la otra. Sus ojos estaban algo inflamados, lo cual demostraba que se acababa de despertar. Se encontraba sin camisa y con un pantalón suelto de color gris.

-¿Qué haces aquí?- me dice de repente.

-Tenemos que hablar- digo sin vueltas.

-¿Tan urgente es para que estés aquí a estas horas?- me pregunta pasando su mano por sus ojos.

-¿Puedo pasar?

-Sí, pasa.

Ingresé al departamento y ambos nos sentamos en el sofá de dos cuerpos. Christopher me miraba confundido pero atentamente.

Fue en ese entonces cuando le mostré ambos collares. Él los miró atentamente y luego devolvió su mirada a mi rostro, su expresión era de una gran confusión.

-No comprendo ¿Por qué hay dos collares iguales?- me dice mientras pasa una de sus manos por su ojo derecho.

-Uno es tuyo, lo encontré en tu abrigo.

-Ajá, lo debo haber olvidado ¿Qué hay del otro?

-Es mío, me lo regaló mi madre cuando era tan sólo una niña.

-Que coincidencia, el mío me lo regaló mi padre cuando era niño. Justo antes de que él muriera.

Tenía que ser broma, no podía ser todo tan igual. No terminaba de sorprenderme, y por alguna razón no podía dejar de pensar que esto no era una simple coincidencia, seguía con la extraña sensación en el pecho que me hacía dudar de todo esto.

-¿No te parece raro?- le pregunto.

-Tal vez sea sólo una coincidencia, tal vez los collares estaban de moda en la época- bromea Christopher expulsando una pequeña risa.

LAZOS CRUZADOS |Christopher Vélez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora