CAPÍTULO VEINTISÉIS

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26.

-Jazmín, Jazmín despierta- sentí algo frío que tocaba mi rostro y una voz que llamaba a mi nombre, y de repente volví en mi.

No entendía cómo, pero me encontraba recostada en el sofá, y a mi lado, apoyado sobre sus rodillas, se encontraba Joel con una enorme cara de preocupación.

-¿Qué sucedió?- pregunté de inmediato, sentándome bruscamente, realmente no sabía cómo había llegado a allí.

-Tranquila, estoy aquí.

-¿Qué pasó?

-Cuando estaba volviendo a casa me di cuenta de que había dejado mi teléfono aquí- hace una pausa y se rasca la nuca con la mano- volví y te encontré tirada en el suelo, inconsciente.

Al escuchar esa última palabra, de inmediato lo miro confundida.

-¿Inconsciente?

-Sí, de inmediato te levanté y te recosté aquí, en el sofá.

-La verdad es que no entiendo que fue lo que pasó- digo confundida, mirando hacia los lados.

-Yo creo que deberías ir al médico, esto no debe ser normal.

-Yo pienso que es a causa de los nervios por los que he pasado últimamente, ya sabes... Además no he estado alimentándome bien. No siento apetito alguno.

-De todas maneras debes ir, prometeme que lo harás- me mira serio, realmente estaba muy preocupado, se podía ver en su mirada, detrás de la inmensa seriedad que me obligaba a hacer lo que él decía, se encontraba la preocupación y el miedo por lo que podría estar afectando mi salud.

-Está bien- ruedo los ojos- mañana iré ¿contento?

-Te llamaré para ver si cumples con tu palabra, Millán.

-Como digas, Pimentel.

-Bueno, ahora si me voy. Tú acuestate a descansar, ya mañana hablaremos- me saluda con un beso en la mejilla y se retira del departamento cerrando la puerta tras él.

Yo por mi parte, le hago caso y me dirijo a mi habitación, me recuesto mirando al techo, aún me siento un poco mareada y veo como las cosas a mi al rededor giran y giran, provocándome una sensación bastante desagradable. Pero trato de ignorarlas y cierro los ojos.

Al otro día despierto temprano por la mañana. Me levanto y abro las cortinas del amplio ventanal de mi habitación, en la calle todavía no se veía mucho movimiento, de seguro la mayoría de las personas se encontraban desayunando antes de irse a sus trabajos o a estudiar, cosas que yo ya no hacía debido a que había perdido mi pasantía, una más de las tantas desgracias que rondaban mi vida en los últimos tiempos.

Tomé el teléfono y disqué el número del centro médico.

-Buenos días- una voz femenina y bastante dulce atendió al otro lado de la linea-¿En qué puedo servirle?

-Buenos días, llamaba para pedir consulta con un médico de medicina general.

-¿Alguna preferencia?

-No, si tiene para lo antes posible, mejor.

-Está bien... Déjeme ver- la mujer hizo una pausa por unos segundos en los cuales solo se escuchaban las teclas de un computador, al parecer estaba chequeando todo y viendo las posibilidades- ¿Hoy a la tarde le queda bien?

-Sí, genial.

-Está bien, hoy a las tres de la tarde, consultorio quince.

-Muchas gracias- digo y cuelgo la llamada.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2018 ⏰

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LAZOS CRUZADOS |Christopher Vélez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora