CAPÍTULO VEINTICINCO

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Dos semanas pasaron, y lo hicieron muy lentamente. En este tiempo lo único que he hecho es estar en la casa junto a mi madre. No he vuelto a la ciudad, tampoco he visto a Christopher. Sinceramente no me da la cara para enfrentarlo y decirle la verdad, no puedo. Así que, por el momento simplemente le dejé un mensaje diciendo que no podemos estar juntos.

Obviamente, sus mensajes y llamadas entrantes a mi móvil no han cesado, y es por eso que me he quedado aquí, para tratar de estar lejos de todo, aunque eso implicara abandonar mi pasantía en la universidad.

Me he comportado como una cobarde, como una niñita, y lo sé, pero creo que es momento de que eso se acabe.

Ya es hora de que vuelva a mi departamento. Y si eso implica ver a Christopher, aunque me duela, lo debo hacer. Él tiene derecho a saber que somos hijos del mismo padre, y que esa es la razón por la cual no podemos estar juntos.

Tomé mi bolso con la poca ropa que tenía en la casa, besé a mi madre en la mejilla en forma de despedida y salí de la casa. Tomé mi coche y arranqué rumbo a la ciudad.

Mientras manejaba veía las luces de la carretera y la ciudad que resaltaban en la oscuridad de la noche a mi alrededor, mi mente iba de acá para allá, después de todo, todavía me era difícil asimilar las cosas que habían pasado.

Cuando llegué ni siquiera encendí la luz del corredor, subí las escaleras lo más rápido que pude, prácticamente corriendo y rezando para no encontrarme a nadie en el camino, y por nadie ya saben a quien me refiero.

Entré al departamento y todo estaba tal y como lo había dejado. Cerré la puerta detrás de mi y comencé a ordenar alguna que otra cosa, cuando sentí el timbre sonar.

¿Quién sería? Que yo sepa nadie sabía que había regresado.

Caminé lentamente hacia la puerta y la abrí. El rostro del chico frente a mi me sorprendió. De inmediato una sonrisa se formó en mi rostro y corrí a abrazarlo.

-¡Joel! No sabes el gusto que me da verte.

-¿Pensaste que no volvería eh? Me enteré que por aquí han cambiado bastante las cosas. Estuve hablando con Olivia.

-Ay Oli, hasta con ella he dejado de hablar. No sabes todo lo que ha pasado.

-Invitame a pasar y ponme al tanto entonces- sonríe de lado.

-¡Pues claro!

Al principio me sentí un poco mal, yo había tenido una mini relación con Joel antes de que se fuera, y ahora volvía y se encontraba con todo este revuelo, pero en lugar de estar enojado, al contrario, comprendió todo a la perfección y hasta me contó que él había conocido a una chica.

Luego de una larga y agradable charla pedimos una pizza y cenamos juntos. Fue una linda velada después de tantos días de mal gusto, por unos momentos me pude olvidar de todo lo horrible que estaba aconteciendo en mi vida.

Acompañé a Joel a la puerta y me despedí de él con un abrazo, agradeciéndole por todo. Cuando él se fue me di la vuelta para ingresar a mi departamento cuando sentí una voz sombría a mis espaldas.

-Así que es por él.

Me volteé de nuevo para ver a Christopher, se veía diferente ¿Estaba más flaco? Sí, lo estaba.

En su rostro cargaba con unas ojeras enormes, se veía bastante...

-Respóndeme- agregó en un tono algo violento.

-Chris... Tenemos que hablar.

-¿Ahora quieres hablar? He pasado estas dos malditas semanas intentando hablar contigo y lo único que has hecho es ignorarme.

Nunca lo había visto así ¿Acaso había estado tomando? No estaba segura, pero lo que sí se veía a kilómetros de distancia, era que estaba furioso.

Un nudo se forma en mi garganta, trago en seco para evitar el llanto que quería salir de mi.

-Yo solo, no quería lastimarte...

-¿Por qué? ¿Porque estás con ese chico?- su voz se quiebra, y mi angustia no puede llegar a un punto más alto, me siento realmente mal.

-¡No!- me mira y hago una pausa, cerrando los ojos para tratar de calmarme- Jamás te haría eso.

-¿Y entonces?

-No podemos estar juntos, porque tu y yo somos hermanos- lo dije, y me sentí horrible pero a su vez liberada, él también ya lo sabía. No era algo que tuviera que soportar sola.

En ese instante los ojos de Christopher se abrieron como platos, la confusión abarcaba todo su gesto.

-¿Que qué?

-Sí, tu y yo somos hijos del mismo padre- tal vez sonaba fría o insensible, pero no podía guardarmelo más.

-No puede ser verdad- una lágrima rueda por su mejilla, y en ese instante mi corazón se rompe en mil pedazos. No podía verlo así, me rompía completamente por dentro.

-Sí, lo es. Es una historia larga de contar, pero mi madre decidió ocultar su embarazo para que tú y tu familia fueran felices.

-Yo... No sé qué decir- coloca ambas manos sobre su rostro reflejando frustración.

-Lo sé. Necesitarás tiempo para pensarlo, intenta hablar con tu familia, ellos sabrán explicarte mejor. Porque yo... Yo sinceramente no puedo.

De repente todo empezó a verse algo borroso, me sentía algo mareada, tuve que apoyarme en el marco de la puerta.

-¿Estás bien?- me pregunta dando un paso hacia mi. Cerré los ojos y traté de calmarme.

-Sí, yo sólo... Necesito estar sola, por favor vete- como pude, contuve las lágrimas y lo miré, esperando a que se fuera. Me hacía daño verlo ahí, quererlo tanto y no poder tenerlo.

-Está bien- dijo él y de inmediato caminó hacia las escaleras.

Yo me apresuré a cerrar la puerta tras de mi y deslicé mi espalda a través de ella hasta quedar abrazada a mis rodillas en el suelo. Me sentía mal en todos los sentidos posibles. Bueno, mal era un adjetivo insuficiente para describir cómo me sentía.

Las lágrimas fluían a mares por mi rostro, mientras todo daba vueltas a mi alrededor. Lo que es más, hasta náuseas sentía, la angustia y los nervios me tenían demasiado mal, y cada vez era peor.

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NA: Lo prometido es deuda, aquí está el capítulo. Espero que lo disfruten y gracias por todo! Buen comienzo de semana💕

LAZOS CRUZADOS |Christopher Vélez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora