Atentado

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Al día siguiente las cosas sucedieron muy de prisa y no la dejaron ni respirar.

Kerena permaneció inmóvil en medio de aquel caos. Habría querido ahuyentar a gritos aquellas mujeres que no dejaban de revolotear a su alrededor. Pero sabía que solo hacían su trabajo.

Modistas, estilistas,masajista.

Gente realmente innecesaria.

No había tenido un minuto pata protestar o para quejarse... Sencillamente le habían dicho lo qué tenía que hacer,esperando que lo hiciera si rechistar.

Y ella lo haber hecho,aunque fuera en contra de su voluntad.

La habían desnudado,y la habían bañado cómo si ella no supiera hacerlo.

La vistieron con un impecable traje,suave y entallado de color terroso. Le cepillaron el cabello hasta dejarlo reluciente. La maquillaron,de la forma más natural que encontraron y cuándo terminaron de prepara la para su partida. Ni ella misma se reconocía.

Toda la servidumbre desfiló por la nueva habitación qué le habían asignado nada más salir seleccionada.

Kerena comenzó a sentir terror, cuando sus compañeros acudieron a despedirse de ella.

Esa sería la primera vez qué saldría del distrito diez en quince años después de ser convertida en esclava.

Ella estaba sola no tenía a nadie más qué a sus compañeros de trabajo y aquel era el único hogar que conocía y ahora debía abandonarlo para complacer los caprichos de un príncipe que ella consideraba un tirano.

-Ya no estés triste Kerena - la cocinera le dio un abrazo, fue la última en ir a verla. Después de la horrible muerte de su madre aquella mujer se había convertido en su figura materna. - Piensa qué cuando todo esto termine vivirás en un lugar mejor,con mejores oportunidades de salir adelante lejos de esté lugar llenó de tantos tristes recuerdos... Y quien sabe. A la mejor logras conquistarlo.

La chica sonrió incrédula ante la confianza que tenía la cocinera en ella.

En eso llamaron a su puerta.

-Adelante - dijo la cocinera acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja.

La puerta se abrió y un lacayo entró.

- Señorita Child, ya es hora. La están esperando.

Le dio un último abrazo a la cocinera y se arrepintió por lo qué estaba a punto de hacer, y cómo sí la cocinera supiera lo qué pasaba por su cabeza se ofreció a acompañarla hasta la entrada del caserón.

Juntas bajaron las escaleras del segundo piso,a bajo en una fila estaban todos sus compañeros pata despedirla y desearle buena suerte.

Aquella inesperada muestra de cariño término por hacerla llorar. Se abrazo a todos ellos de nuevo y les dijo adiós una vez más.

Cuándo salió del caserón, el camión con las nueve aspirantes la esperaba con el motor encendido.

Resuelta fue hacía el intentando no perder el equilibrio.

¿Como se les ocurrió darle esa clase de zapatos? Su tacón era tan delgado que apenas si podía dar un paso.

Con toda la dignidad que pudo se encaminó hacia el camión, pero antes de qué pudiera subirse, un escolta la sujetó del brazo y le dio al chofer la orden de partir.

-¿Qué ocurre? - preguntó no obtuvo ninguna respuesta.

El camión se puso en marcha y Kerena lo miró alejarse confundida.

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