Desayuno

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El día siguiente llegó más rápido de lo que Kerena había esperado.

—¡Señorita! ¿Está despierta?¿¡Se encuentra usted bien!?

— Nooo — gimoteo Kerena contra la almohada.

— ¿Qué hace en el suelo?

Kerena abrió los ojos y se encontró con la mirada angustiada de Gretta.

Efectivamente, Kerena había dormido en el suelo sobré el cobertor de la cama; apenada miró a Gretta y le dijo:

— Lo siento; la cama es muy cómoda, yo... No podía dormir... No estoy acostumbrada...

— Venga conmigo, es hora de su baño; debe prepararse, el desayuno es en una hora. Todas las aspirantes deberán reunirse en el comedor.

Entró muy despacio en el monstruoso baño de enormes azulejos blancos y negros.

A través de los espejos vio que Gracie se fijaba de nuevo en sus heridas y hacía una mueca de dolor. Y después los atentos ojos de su hermana cayeron también en su espalda. No tardaban en acribillar la con preguntas; pero por ahora se limitaban a quitarle la bata con cuidado para,ayudarle a bañarse.
Ese era su trabajo,y ella no tenía más opción que aguantarse. Aquéllas doncellas la ayudarían en todo hasta el día de su partida. Se preguntaba qué sería de ellas cuándo se fuera.

Tras el baño Gracie le secó el cabello, y tras cepillarlo lo dejó suelto,no hubo peinados elaborados, ni maquillaje, todo fue sumamente al natural.
Mientras tanto Gretta escogía un vestido que ellas mismas habían confeccionado. Era lila de suave encaje y Kerena escogió unas sandalias de piso de color crema.

—Todos se llevaran una gran impresión al verla hoy,señorita Child. — le aseguró Gretta.

— Cierto. Todas las aspirantes están intrigadas. Quieren saber más de la aspirante que acompañó al príncipe hasta el palacio...

— ¿ Cómo...? ¿ Por qué...? — Kerena se sorprendió.

— Bueno,esto es una competencia, y si el príncipe tiene atenciones con alguna,las demás...

— ¡Gracie! — la interrumpió su hermana.

— Entiendo... Es horrible... — saber que esperar le resultó desagradable.

— Y eso que apenas empieza... Está en todos los periódicos...

— ¡¡GRACIE!!

— Es mejor qué lo sepa Gretta,todos están hablando de ella...

Kerena se sorprendió aún más al gradó de enmudecer frente a ellas.

— ... Los guardias, en la cocina,las otras doncellas. ¡Por Dios¡ Sí hasta en la televisión se preguntan por ella...

<< ¿¿¡¡En la televisión!!?? >>

Kerena sintió que se iba a desmoronar. Y tal y cómo había dicho Gracie. Eso apenas estaba empezando.

Una vez que terminaron con ella, las dos hermanas la supervisaron con la mirada y sonrientes alzaron los pulgares, aprobando su aspecto. Estaba lista para desayunar. Y con tiempo de sobra para llegar puntualmente al comedor.

Naturalmente Kerena no fue puntual. No lo hizo a propósito, claro está, sí hubiera estado acompañada por las doncellas, ellas le habrían guiado,pero la verdad le daba pena pedir indicaciones. Ella siempre había sabido orientarse,pero el palacio de Miralmar era enorme,por no decir que le era totalmente desconocido, pensó que tal vez se encontraría a alguna otra aspirante en la misma situación, pero eso no sucedió.

¿ Cómo diablos habían hecho las otras  chicas para no perderse en aquel lugar?

Por otra parte, la mayoría de los guardias que deambulaban por el palacio, tenían prohibido el contacto con las aspirantes; así que ninguno con los que se topó se molestó en contestar sus preguntas. Y después de veinte minutos recorriendo el palacio desesperadamente, desde luego que empezó a orientarse.

Iba tan abstraída en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que había alguien delante de ella hasta que se chocó con él.

Dos brazos rodearon su cintura y ella se sobresaltó. Era Murdock,su aroma a jabón se le metió por la nariz.
Cuándo levantó la mirada,vio que él estaba sonriendo.

Ella no pudo apartar la mirada de sus sensuales labios,las demás chicas se quedarían fascinadas ante una sonrisa suya.

— Me preguntaba ¿Dónde te habías metido? — dijo él.

— Lo siento — dijo,mientras se soltaba y se apartaba de él — He tenido algunas... Complicaciones. — era obvio que no quería reconocer que se había perdido. — No volverá a suceder.

— Tal vez habría que hacerte unos planos del palacio o ponerte flechitas de señalamiento en el piso para que no te pierdas. —  le estaba tomando el pelo.

— No será necesario — contestó ella,sonriendo sin poderlo remediar. — Cómo tampoco era necesario que vinieras personalmente a buscarme.

— Ya, pero lo he hecho encantado. — contestó él tomando una de sus manos  donde dejó un beso casto frente a la cámara que captó aquel encuentro.

Al entrar por fin en el comedor,estaba sin aliento y muy acalorada,porque todas estaban en absoluto silencio. Por fortuna, no había más que dos sillas desocupadas y una de ellas parecía un trono. Así que no podía equivocarse.

Casi pisándole los talones se presentó una camarera con un carrito de servicio:

Se les sirvió zumo de naranja, café, pan tostado, mermeladas de pera y durazno en bolecitos de cristal artesanal Miralmarience, galletas de avena,jarras de leche,ensaladas de fruta y una variedad de platillos hechos de huevo,cómo omeleth,huevos benedictinos, etcétera, etcétera.

El estómago de Kerena rugió y la boca se le hizo agua cuando percibió todos aquellos aromas que prometían cada bocado delicioso.

El desayuno prosiguió en un silencio total. Kerena paso la mirada por cada una de sus compañeras que hicieron exactamente lo mismo con ella,no supo que pensar de lo qué veía, ¿Curiosidad? ¿Celos?

Todas llevaban el cabello suelto,cero maquillaje y vestidos ligeros en colores claros,rosas,azules, blancos y amarillos. Y todas se miraban entré sí y al príncipe de vez en cuando, quien les sonreía amablemente cuando pillaba a alguna mirándolo fijamente.

Kerena se preguntaba qué pensaría él de toda aquella situación.

— Señoritas. Sí no les importa... — el príncipe Erickson interrumpió los pensamientos de Kerena, el desayuno había terminado y era hora de hablar de por qué estaban allí:

Varias personas entraron en ese instante el príncipe hizo las presentaciones pertinentes y explicó el rango y las asignaciones de aquellas personad que trabajarían directamente con ellas.

El primero en hablar fue el señor Otto Algazi, uno de los consejeros del príncipe. Él les explicó la innumerable cantidad de papeles que tendrían que firmar, aparté de los qué ya habían firmado al ser seleccionadas.

A Kerena le pareció que era lo mismo: un convenio de confidencialidad y secretismo sobré todo lo que pasara en palacio,pero sobre todo,en lo que se refiere al príncipe.
El último papel que firmaron fue una especie de contrato laboral, donde cada chica recibiría una compensación monetaria al término de su estadía en palacio, así cómo una casa en el distrito de su elección.
Al parecer, cuando todo esto acabara,la vida de las diez aspirantes cambiaría radicalmente. Por lo menos algo bueno iba a salir de todo aquello.

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