Kerena S Child,es elegida junto a otras diez aspirantes para competir por la corona de Miralmar y el corazón del príncipe Erickson.
Lo qué significa alejarse del único lugar que considera su hogar,para competir por algo qué no desea y vivir en un pa...
En el autobús, las chicas estaban histéricas. Gritaban y lloraban presas del pánico mientras escondían sus cabezas entré sus piernas hasta que acabaron los disparos.
Al parecer, ninguna de ellas,había pensado en la parte más desagradable de la realeza,los ataques rebeldes en contra del príncipe.
Un hombre vestido con el uniforme rebelde que consistí en botas de cazador, pantalón camuflajeado,camisa negra y gorra militar también camuflajeado subió al autobús después de dispararle al chófer.
— ¡Señoritas...! — saludó a través del pañuelo blanco que le cubría el rostro. Tan sólo unos penetrantes ojos verdes se podían ver bajo aquella gorra y sobré aquel pañuelo símbolo de los rebeldes.
Estudió con detenimiento a cada una de las chicas que lloriqueaban frente a él enmudecidas.
En el asiento de atrás, dos chicas se abrazaban asustadas,una tenía aspecto asiático y la otra era morena. Una pelirroja lo miraba entre asustada y curiosa... Pero la joven que estaba en el primer asiento... Lo miraba desafiante. Ella estaba justo detrás del asiento del chófer y cuándo el autobús choco debió golpearse contra la barra,porqué la ceja derecha le sangraba copiosamente. Los ojos verdes le brillaban bajo el espeso abanico de pestañas negras. Brillantes cómo dos esmeraldas incrustadas en piedra volcánica.
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Rihanna as Amairani
El rebelde quedó impactado con aquella belleza negra que tenía enfrente. Tanto qué se quitó el pañuelo que le cubría el rostro y se lo ofreció.
Sin dejar de mirarlo a los ojos Amairani aceptó el pañuelo.
— ¿Y bien? — preguntó otro rebelde,asomándose por la puerta del autobús.
— No está aquí. — contestó el hombre que resultó ser un joven muy apuesto a pesar de la cicatriz en forma de A que le atravesaba la mejilla izquierda.
— Vámonos. — ordenó.
Los rebeldes desaparecieron con la misma rapidez con que los emboscaron.
— ¡Señoritas! — se despidió el rebelde del autobús. Fue el último en perderse entre los árboles qué bordeaban el camino.
Cuándo los rebeldes se marcharon la histeria reinó de nuevo en el autobús.
— ¡Por Dios! Pensé que iban a matarnos — dijo Sur,la chica de ascendencia asiática.
— ¿Está muerto?— preguntó la chica del distrito seis,una joven blanca de cabellos oscuros que se llababa Rebeca.
— No — Amairani se acercó al chófer. — Le disparo un dardo tranquilizante.
— ¿ Y qué hacemos ahora? — preguntó la pelirroja. — No podemos quedarnos aquí, ¿Y sí regresan?
— No lo harán — aseguró Amairani — Buscaban al príncipe, nosotras no les interesamos.
— ¡Tengo miedo! — confesó la aspirante del distrito nueve. Una joven rubia de ojos castaños.
