Para toda la vida

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La puerta de los aposentos del príncipe se abrió repentinamente.
La reina Serena entró cargando a su recién nacida hija en brazos.

Nada más verlas los dos hombres corrieron prácticamente hacia ellas.

— ¡¡Princesa!! — dijeron los dos al mismo tiempo mirándose  mientras peleaban por coger en brazos a la pequeña heredera de Costa Luna.

— ¡Eey! ¡Tranquilos! Voy a empezar a ponerme celosa. — dijo la reina divertida.

— Yo soy su padre. — protestó Denzel al ver a su hermano agarrando a su hija.

— Exacto,la mimas todo el tiempo... Yo apenas la he visto desdé que nació.

La reina no puedo evitar sonreír.

— Tú eres mí sobrina consentida. — le dijo entonces mientras la acunaba en sus brazos.

— Murdock,es tu única sobrina. — afirmó Serena mientras le daba un beso a su esposo de consuelo.

— Pero si tuviera diez, tú serías mí consentida.

Los reyes de Costa Luna lo observaron divertidos.

— ¿Pueden creerlo? Nos convertimos en padres tan pronto. Me parece que fue ayer cuándo luchábamos contra el régimen del general Ambrose. Y ahora...

Erickson lanzó un profundo suspiro.

— Y ahora,se hace tarde para la boda. — la reina les metió prisa aquellos dos.

Erickson la miró desanimado, esa boda no lo hacia feliz y se le transparentaba.

— Lamento esta situación. — dijo Denzel al ver el rostro apagado de su hermano. — Tal vez sí...

— No. — lo interrumpió Murdock. — Nada habría cambiado. Y ustedes tenían que estar juntos al nacer esta preciosidad. — le dio un beso lleno de ternura a la pequeña princesa que se estiró en sus brazos. — ¡Que curioso! Siento más mía a Amelía que a mí propio hijo.

— Tal vez si la madre fuera...

— No... — interrumpió ahora a la reina. — No quiero hablar de ese tema.

— ¿Aun te duele que se fuera?

— Serena,por favor no... No hablemos de ella... Hoy no...

Le regresó a su hija y continuó preparándose para la boda.

— Erickson...

— Amor... No... — esta vez fue su esposo quien la persuadió de no continuar con aquel tema.

— De acuerdo. Bien púes... Cambien esas caras una boda es motivo de celebración y no de llanto.

— La verdad no hay mucho que celebrar querida cuñada. — Murdock se estaba peleando con el moño de la corbata.— Ni mí madre estará presente para esta memorable ocasión. — dijo con amargura.

— Haber deja que te ayudé con eso. — Se ofreció Tucker. — Ya te explique que le surgió una misión de último momento, pero aquí estamos nosotros para darte apoyo moral.

— Y Rydhian ya esta esperando en la catedral. Mí suegro se adelanto para asegurarse de que todo esté en su lugar no queremos sorpresas que nos puedan descolocar.

— Ya está. — dijo el rey al terminar de anudar el imposible moño en el cuello del príncipe. — ¡Que guapo! Mí Murdock ya es todo un hombrecito. — se burló Tucker mientras fingía secarse el llanto falso cómo solía hacer su madre cuando le ganaba el sentimiento.

— ¡No seas payaso! — El príncipe sujetó a su hermano por el cuello y le revolvía el cabello.

— Ya controlense. Si Celeste los viera ahora mismo... Vamos Denzel,ya es tarde y también tienes que arreglarte.

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