8. Descubrimientos

28 5 0
                                    

―Suena muy extraño pero a esto le llaman viajes astrales ―Alec nos mira y se que sus ruedas siguen rodando.
―¡Bien Sherlock! ¿Alguna otra pista?

Cathy está actuando muy pesimista y en verdad está molestandome todo esto.
―Si crees que esto es una locura y no quieres participar no lo hagas Catheryn ―la miro― Pero no trates el asunto de esta manera.

Ella suspira y parece recomponerse.
―No es eso cariño ―odio cuando pone esa voz con la que cree que puede convencer al mundo― ¿No estas analizando esta locura? Dices que una niña que lleva algunos días desaparecida se aparece en tus sueños.
―Creo que nuestra reunión termina aquí.
―Alaia...

Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina para tomarme un vaso de agua.

―Oye Alaia, no fue mi intensión de verdad ―Cathy viene tras mi.
―¿No crees que esto es raro también para mi? ¿Pero que quieres que haga? No puedo sólo ignorarlo.
―Está bien ―ella suspira y parece pensarlo― Sólo promete que me avisaras cualquier cosa.

La miro y asiento mientras me tomo el vaso de agua. En nuestros años de amistad nunca me había desconcertado tanto su comportamiento.

Todos empezaron a despedirse una vez volvimos a la sala.

―¿Segura que no quieres que me quede esta noche?
―Claro que no. Tu iras a casa y yo me quedaré aquí.

Sonreí y besé los labios de Joey.
―Está bien. Llámame si sucede algo... No importa la hora.

Asiento y lo abrazo una vez más. Cathy también se despide mientras ella y Noel van discutiendo por el camino de piedras.

Me río y cierro la puerta. Vuelvo a la sala mientras mi hermano aún permanece sentado frente a la chimenea con una cerveza en sus manos.

―¿Cómo la niña te encontró Lai?
―No sé ―lo miro, parece perdido en sus pensamientos― ¿Tienes alguna idea?
―Para poder conectar contigo debe de haberte visto, además debe haber algún vínculo físico que las conecte de alguna manera.
―¿Tu como sabes eso Alec?

Me mira y ahora entiendo que mi hermano sabe más de lo que dice.
―La abuela tiene unos libros...
―¿Donde?
―Justo allí ―señala la pared llena de libros. Curiosamente hay tres libros juntos de color celeste a los que nunca les había puesto atención.

Se levanta y los saca de su lugar mientras me mira cauteloso.
―¿Los haz leído?
―Si, y nunca me ha gustado nada de esto así que me mantuve al margen. De todos modos no sabía que esto estaría pasando contigo.

Me pasa los libros y acaricio sus tapas duras mientras un escalofrío recorre mi cuerpo.

―No le digas a nadie que los tienes Alaia. Leelos y trata de buscar la manera de hacer algo con ellos.
―¿Por eso no quisiste hablar delante de los chicos?

Me mira serio y no se porque de pronto siento tanta desconfianza.
―Alguien se ha llevado esa niña y en un lugar tan pequeño... No conocemos a las personas totalmente.
―Estas loco hermanito... Estas hablando de Cathy, Noel y Joey. Crecimos prácticamente junto a ellos.
―Bien lo dijiste... Prácticamente.

Esto borra la sonrisa que había en mi cara hasta ese momento y lo tomo en serio. Después de todo es mi hermano mayor.

―Descansa Alaia.
―Gracias Alec.

Besa mi mejilla y me deja sola en la sala perdida en mis pensamientos.

Esa noche no logro dormir casi nada en toda la noche.

Leí los tres libros y traté de contactar a la abuela pero nada que podía dar con ella.

No tuve más sueños y eso no me dejaba tranquila en ningún aspecto.

25 de Abril.

Estoy en Nacy's Café. Había vuelto porque de alguna manera este lugar me atraía y no sabía porque.

Nacy había venido a saludarme desde que llegué y aunque era una mujer muy vivaz tenía un aura un poco oscura.

Ana llega al lugar, parece algo rezagada. Está situación no debe de ser cómoda para ella.

La observo disimuladamente y la curiosidad me pica pero no puedo evitarlo.

Cuando se levanta y camina hacia donde estoy sentada no se donde poner la cara.
―¿Vas a dejar de mirarme o vas a preguntar?
―¿Perdón?
―Te conozco, eres la chica que estudia publicidad y hermana del morocho de ojos grises.
―Lo siento... No quería incomodarte.

Se sienta frente a mi y suspira.
―Muchos me señalan y piensan que tengo toda la culpa.
―¿Que tan cierto podría ser?
―Mi intención nunca fue perderla de vista. Simplemente sucedió y ahora no se como arreglarlo ―se remueve nerviosa.

Siento la culpa pincharme y no sé que decir.
―Sus padres no me culpan... Y eso me hace sentir aún peor.
―¿Eso porque?
―Porque si me culparan quizás me sentiría lo suficientemente mal como para salir de aquí.
―¿Porque estas aquí?

Sus ojos de llenan de lágrimas pero parpadea y se recompone.

―Yo tuve una niña... Está me fue arrebatada cuando nació porque yo era nada menos que una niña.
―¿Por eso viniste aquí?
―La niña vive con su padre cerca de aquí y como no puedo estar cerca de ella me mudé aquí y empecé a trabajar con los Routh.
―Eso te permite estar cerca de ella...

Me mira y por un momento dentro de todo el dolor se que dice la verdad, sin embargo lleva mucho rencor dentro de ella cuando pronuncia las siguientes palabras:

―Todo el mundo me juzga sin conocerme, sin embargo he sufrido ya lo suficiente.
―¿Porque no te vas? ―soy sincera.
―¿Dejar a mi hija? ¿Dejar que quienes me han hecho daño se salgan con la suya?

Nos quedamos en silencio y por un momento me siento mal. Se levanta de la silla y me mira.

―Sea lo que sea que estés buscando... Espero que lo encuentres ―sonríe triste y asiente.
―Tu también chica, y no te metas en problemas. Tienes cara de ello.

Me río y niego mientras la veo alejarse.

¿Hasta donde están las personas dispuestas a llegar cuando se trata de proteger a los suyos?

Cada quien tiene su propia historia...

Los Sueños De AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora