19. Puedes hacerlo... Estaré bien

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Joseph

Mientras seguíamos el camino que había sido trazado entre la maleza crecida del bosque mi corazón iba a mil por hora mientras sostenía las delicadas manos de Alaia quien caminaba despacio y prestando atención a cada detalle del camino.

Era una suerte que fueran las primeras horas de la tarde así que podíamos ver con claridad el camino mientras el bosque parecía tragarnos con cada paso que andábamos.

Alec caminaba unos pasos por delante nuestro siendo cauteloso todo el tiempo. El hermano de Alaia era un chico relajado pero en los minutos que llevábamos caminando no había salido ni una palabra de sus labios.

El calor y la humedad se alzaba entre nosotros pero era imposible quitarse algunas prendas porque habían muchos mosquitos que se pegaban a nosotros mientras pasabamos.

El camino estaba trazado entre los árboles y no era un camino recto... Más bien estaba hecho para despistar a cualquiera que no prestará atención.

Esto sólo me hizo preguntarme que tiempo llevaba quien  fuera que estuviera ayudando a Leslie transitando por este lugar cuando nadie en los alrededores se atrevía a entrar aquí.

Habían historias con las cuales había crecido y estas decían que el 90% de las personas que se atrevían alguna vez a entrar aquí eran tragados por el bosque con sus arenas movedizas y recordé la historia de la señorita Grettel cuando iba a la escuela.

Había una vez una chica que estaba perdida en el bosque, su padre solía golpear a su madre y la pobre niña huía para esconderse de la furia de su padre.

Ella nos miraba con sus grandes ojos grises y todos los niños con 10 y 11 años en el aula tenían su atención.
―Un día llegó a casa borracho y la niña corrió al bosque sin darse cuenta que era muy tarde y no podía vagar por ahí sola. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía ya era demasiado tarde porque no sabía como salir.

El grupo de 15 niños parecía horrorizado ahora pero la maestra continuó.
―Era muy pequeña y empezó a llorar, según la leyenda lloró tanto que el bosque se inundó de agua y sus arenas se volvieron movedizas mientras se tragaba a la niña.

Nos miró a todos.
―Nunca la encontraron pero los pocos que lograron salir decían que todo el que entraba con intención de profanar el lugar con su maldad en algún momento lloraria mientras era tragado por el bosque.

Me sacudió como recordaba cada detalle de esos días cuando todos estaban muy alborotados y nuestra maestra contaba cosas que no estaba seguro si eran verdad.

―¡Mierda! ―muy tarde nos dimos cuenta de que había alguna especie de trampa.
―¡Dios mío! ¿Estas bien Alec?

Alaia permaneció en su lugar detrás de mi con los ojos abiertos en consternación mientras su hermano colgaba de un árbol en una red.

―Estoy bien...

Su aliento sonaba entrecortado pero no parecía herido.

―Tranquilo, vamos a sacarte de ahí compañero ―le dije mientras examinaba el área en busca de alguna otra trampa y traté de trepar al árbol donde estaba.
―Oh Alec, lo siento tanto. ¿Seguro que estas bien? Vamos a sacarte de ahí.
―¡No! Ustedes deben ir tras Leslie. Quien sabe que cosas este haciendo con Beth mientras están aquí.

Dejo de intentarlo y las soluciones son escasas porque tarde me doy cuenta que nuestra mochila con cosas que podríamos utilizar esta con Alec allá arriba.

―¿Puedes alcanzar la mochila desde la posición en la que estas? ―sus manos lo intentaron pero la red parecía una trampa mortal y su expresión calmada se estaba desmoronando mientras Alaia enloquecia murmurando cosas.

Cuando me reuní con ella me abrazó fuerte y un sollozo escapó de sus labios.
―Alaia escuchame ―su tono era fuerte y se estremeció entre mis brazos― Puedes hacerlo... Estaré bien.
―¿Y si algo te pasa? ¡No podemos dejarte aquí!
―Una niña de 7 años está en manos de una loca y ustedes deben ir allí... Yo iré tras ustedes pero no podemos perder tiempo.
―Alec...

Los ojos de Alec, idénticos a los de su hermana, se cerraron en los míos y dijo con toda convicción.
―Ve allí con mi hermana y cuida de ella mientras cuido sus espaldas.

Cuando pueda salir de aquí.

Está última parte quedó colgada pero no para mi así que con dolor por Alaia la arrastre por el camino esta vez temiendo que otra trampa me alejara de ella y fuera lastimada.

Con una última mirada resignada a su hermano ambos avanzamos y me pregunté cuanto tiempo más tendríamos que caminar.

Media hora después vemos el claro e indudablemente sabemos que allí está la casa escondida en su mayoría entre la maleza pero iluminada por fuertes rayos de sol.

―Justo como en mi sueño...
―¿De que estas hablando Lai?
―Había una flor, estaba rodeada de maleza y había oscuridad alrededor pero sin duda la flor estaba en todo su esplendor e iluminada.

Me mira y nos escondemos fuera del camino pero lo más cerca que los árboles pueden ayudarnos de la casa.

Siento un dolor en el pecho y tomo el rostro de Alaia en mis manos una vez que estoy seguro que no podrán vernos.
―Me prometiste algo justo esta madrugada y por mi bien espero que lo dijeras totalmente enserio.

Sus ojos son un reflejo de la desesperación que siento y la impotencia de saber que algo podría salir mal.
―Graduación, pedida de mano, vivir juntos, boda y toda una vida para demostrarte que nada es en vano.

Lágrimas se escapan de sus ojos y sostengo sus manos mientras beso cada una de ellas.

Sus labios tocan los míos y se sienten cálidos a pesar del frío que nos rodea.
―Te amo.
―Te amo mucho más.

Se separa de mi mientras la niña imperiosa que conocí y capturó mi corazón siendo nada menos que un niño también, muestra su cara.

―Ahí hay una ventana que debe dar a un lugar de la casa.

Desde aquí teníamos una vista del frente de la casa pero como no era más que una cabañita también podríamos ver atrás.

―Iré allí y tu quedate aquí.

Antes de que pueda registrar sus palabras se escabulle de mis manos y está corriendo hacia el lugar con su cabello castaño al viento.

―Alaia... ¡Vuelve aquí!
Medio grito lo suficientemente fuerte para que me escuche.

Sin embargo sólo mira para atrás mientras me da la sonrisa que hace que mi corazón se acelere y sin dudarlo haga por ella lo que sea.

Sin saber que está vez tenía que hacer justo eso para salvarla...

Aún si mi vida fuera el precio por la suya.

Los Sueños De AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora