22. Parte de la leyenda

13 4 2
                                    

Lo había logrado, había visto como la bala las había atravesado a ambas desde la distancia en la que estaba.

La sangre no había tardado en correr y aunque no pudo regodearse con satisfacción porque una vez más había otras personas entrometiendose.

Entre la carrera con la Policía detrás y las balas que no tardaron de ir de lado a lado por el bosque pudo ver las caras horrorizadas de John y Elisabeth al ver la escena que había dejado atrás.

Al final no había logrado quedarse con John, pero... ¿Quien dijo que todo terminaría aquí?

Ahora caminando en medio del bosque, el frío se había filtrado en su ropa y le dolían los pies. Debía buscar una salida pero su cara iluminada de felicidad indicaba que estaba nadando en sueños que no sabía si se iban a cumplir.

Atrás de si había dejado a cuatro jovenes, una niña y una mujer con un destino que estaba sellado.

Su locura había trascendido tanto que no se daba cuenta que caminaba sin rumbo por un lugar que guardaba tantos secretos como árboles y animales salvajes.

¿Como iba a salir de allí?

La noche no parecía caer y una hora se volvió dos mientras deambulaba... Entonces cuando la bruma despejó su cabeza cada pieza calló en su lugar.

Bethany estaba muerta.

Elisabeth iba en camino.

Y tenía un plan B que se pondría en marcha tan pronto como saliera de este lugar.

En un momento dado la orientación de los árboles le dio la respuesta que necesitaba para poder salir de allí.

Durante tantos meses caminó por este bosque que había aprendido a orientarse, sin saber que los secretos que este lugar había visto lo convertía en una trampa mortal y por algo las personas temían tanto estar en el.

¿Ella le temía a algo?

No lo parecía por la forma en la que no le tembló el pulso para sostener un arma en contra de personas inocentes y no sólo eso... Una niña que nunca había hecho nada para merecerlo.

Los árboles empezaron a moverse en sintonía con la fría quietud que caracterizaba el lugar.

Entonces la vio...

Una niña menor de diez años, quizás de la edad de Bethany o menor. Tenía grandes ojos color negro y un cabello tan negro que parecía asentar su tez pálida.

―¿Estas perdida pequeña? ―la niña no respondió pero sus ojos la miraron de una forma que parecía acusarla de cada cosa que había hecho.
―Obraste mal ―la dulce voz delataba lo joven que era y sin embargo el juicio que delataba era inconfundible.
―¿Nos conocemos? ―estaba paralizada en el lugar mientras sus ojos se perdían en la negrura de los de la niña.
―No tengo que conocerte, porque durante mucho tiempo haz utilizado estas vastas tierras para hacer el mal.

Nancy no podía creerlo y casi quiso reír por la forma en la que parecía una persona mayor de su edad por la forma en la que utilizaba las palabras.
―Estas perdida y confundida pequeña, te llevaré a casa con tus padres.

Ella trató de acercarse a la niña pero sus ojos negros se llenaron de tanto odio que se paralizó en su lugar, de los ojos de la niña entonces empezaron a salir pequeñas lágrimas al mismo tiempo que una suave jarisna caía.

―Puedes correr y tratar de esconderte pero el mal se paga con la muerte ―con esto empezó a llorar como sólo un niño puede hacerlo y la lluvia no tardó en hacerse más fuerte.

Todos los bellos de su piel se erizaron y todos sus sentidos se agudizaron mientras corría por el camino contrario al que había estado la niña.

Pronto el cielo se oscurecio pero no tanto como para no poder ver hacia donde iba.

El camino se volvió cada vez más lodozo, pero aunque calló varias veces de rodillas y estaba cubierta de barro nunca se detuvo.

Pensaba que era su mente una vez más jugándole una mala pasada sin embargo ignoraba que las leyendas urbanas no siempre eran sólo leyendas.

Corría fuerte y con paso seguro pero eso no fue suficiente cuando el fango se volvió demasiado y pronto... Estaba parada en su sólo lugar sin poder moverse.

―¡Al diablo todo! ―gritó al bosque mientras la lluvia caía sobre el.

Lo más temido por todos estaba justo debajo de ella. Arenas movedizas.

Trató de escapar pero todo era en vano.

Entonces pasó... Nancy empezó a llorar mientras era tragada por el bosque que había sido testigo de todas sus maldades cometidas hacia su propia sangre, hacia una niña inocente, hacia una pareja ejemplar incluso hasta a una joven que nada tenía que ver.

Lloró... Y lloró.

Porque no podía haber un final feliz para una persona que había profanado tan bastas tierras para hacer el mal.

Nancy Tirado ahora era parte de la leyenda.

Días después fueron encontradas algunas de sus pertenencias alrededor y un zapato había confirmado que efectivamente el bosque había hecho de las suyas una vez más.

¿Porque las personas actúan y no piensan en las consecuencias? Nunca arrastres contigo a personas inocentes porque el karma... Es una perra.

Los Sueños De AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora