26 de Abril.
Elisabeth
Miro a mi alrededor mientras mi corazón se rompe cada día más mientras observo como mi hija, mi dulce y pequeña princesa está quien sabe donde, en que manos desde hace 8 días.
Su habitación sigue tal y como la dejó ese día antes de que las manos sucias de alguna mente perturbada la tomará del hogar que con tanto esmero había construido para mi familia.
Yo era huérfana, viví en casas de acogidas toda mi vida hasta cumplir los 18. Cuando salí de allí no tenía nada a lo que aferrarme en esta vida más que todo el conocimiento que me habían inculcado algunas familias, algunas habían tenido la decencia de enviarme a la escuela y dejarme con ellos el tiempo suficiente para terminar un curso completo.
Sabía por la carta que habían dejado conmigo el día que me habían abandonado en una casa de acogida que mi madre había sido una mujer muy inteligente pero había muerto en el parto y no había familia quien pudiera reclamarme.
Al salir trabajé duro por conseguir trabajo, techo y hacer lo suficiente para poder ir a la universidad... No había sido fácil pero lo logré y seguí luchando hasta que logré graduarme.
Cuando conocí a John mi mundo pareció cobrar vida y no tuve que trabajar sola por la vida que quería.
Año tras año daba gracias a Dios por tenerlo a el y a mi hija, pensamos que estableciendonos fuera de la ciudad pero tampoco tan lejos sería más fácil cuidar de lo que tanto nos había costado construir a través de los años.
No había pistas... De mi hija en 8 días y mi corazón de madre dolía por no tenerla conmigo.
Quería culpar a Ana, ¿pero como podía hacerlo? ¿Quien pensaría que se corría peligro aquí?
Mientras tomaba la manta favorita de mi niña y me la llevaba a la nariz las lágrimas corrían por mis mejillas, tenía su olor todavía como si nunca se hubiese ido de aquí.
―Aquí estás ―escuché a John murmurar mientras no se atrevía a entrar en la habitación vacía de nuestra hija.
―¿Donde más estaría? ¿Ha estado aquí la Policía? ¿Saben algo de mi hija?Agacha la cabeza y sus hombros se desploman en derrota.
―¿Tu lo sabes John? ¿Sabes quién podría estar detrás de todo esto? ¡Alguien debe ser el culpable y dar la cara! ¡Quiero a mi bebé de vuelta!
John no tiene tiempo de responder mis interrogantes porque el timbre suena y cada vez que lo hace ambos nos lanzamos a la puerta en busca de alguna noticia.
Y ahí está...
Hay una cajita de cartón que parece de regalo, cuando miramos alrededor todo parece tan normal como siempre mientras siento que mi familia se cae a pedazos.
Observamos hasta que John es lo suficiente valiente para tomarla, cerrar la puerta de la casa y con ella ir hacia la sala para colocarla en la mesa.
―Quizás deberíamos llamar a la Policía ―no parece seguro y eso aumenta mis nervios― Hemos esperado por 8 días algo que nos de una mínima pista...
―Abre la caja y luego podremos decidir cuál será el proximo movimiento.Como si tuviera miedo abre la caja y mis pies se sienten inestables mientras una fotografía de nosotros a principio de mes se muestra en todo su esplendor.
Estábamos en el parque y sin duda allí había alguien observando desde lejos todo lo que hacíamos.
Fue la última vez que salimos con nuestra niña... Fuimos tan felices esa tarde sin darnos cuenta que el peligro estaba ahí.
Tomé la fotografía e inmediatamente la examine notando que había algo escrito detrás... Mi corazón no podía doler más.
Te metiste en medio de algo que pudo haber sido bueno, sin embargo siempre estuve ahí esperando que no estuvieras para poder tomar mi lugar. No quiero dinero, pero si quiero que sufras lo que sufrí por no tener la familia que merecía."
Cuando termino de leer en voz alta mis pies de no pueden sostenerme y caigo de rodillas en la suave alfombra.
―¿¡Quien eres y que quieres exactamente!? ―grité a la nada mientras la desesperación llenaba de frío mi corazón.
―Quien sea seguirá enviando cosas y vamos a descubrir la verdad.Lloré entre los brazos de mi esposo sin dar crédito a la pesadilla que estábamos viviendo.
Esa tarde la búsqueda fue ampliada por la Policía. Fueron con quien fue mi asistente de asistencia social porque al día siguiente irían a cada casa de acogida en la que estuve para ver quien podría haber tenido algo contra mi... Sin embargo mi hija corría peligro en manos de alguien retorcido.
Esa noche lloraba en brazos de mi esposo mientras repetía en mi mente cada una de las palabras que decía la foto detrás, estas habían quedado grabadas en mi mente.
―Cuando estabas embarazada y supe que era una niña... Sentí tanto miedo por ella y me imaginé todo lo que podría pasarle si no era buen padre.
―Haz sido buen padre John, esto no tiene que ver con eso, ¿porque tenías miedo?
―Hubo una chica a la que no logré ayudar, no recuerdo su nombre pero esta parecía tan perdida cuando la conocí, pero aunque traté ella parecía querer ignorar el asunto.
―¿Y que pasó con la chica?
―No lo sé, escuché que tuvieron que recluirla en algún lugar porque tuvo una fuerte crisis y a veces me pareció verla pero no estaba seguro.Lo miro mientras se queda con la mirada fija en la nada... Quizás recordándola.
―La chica del cabello rojo...
―¿Como sabes que tenía el cabello rojo? ―parece confundido y yo lo estoy aún más.
―¡Estaba contigo un día! La recuerdo, era muy joven y bonita. Yo estaba llegando tarde a nuestra cita y tu estabas hablando con ella.
―Se fue en cuanto te vio y luego no la volví a ver.Los recuerdos me nublan la vista mientras no logro recordar su cara... Sin embargo puedo recordar su cabello a través de los años.
Un una mesa del restaurante donde anunciamos nuestro compromiso.
En el último banco de la Iglesia en nuestra boda.
En la sala de maternidad frente al cristal donde yacía nuestra hija recién nacida.
―¿Donde está ella John?
―¡Te digo que no lo sé Elisabeth!Sale de la cama mientras se pasea inquieto mientras quizás recuerda como yo la vista de ese cabello alrededor nuestro desde siempre.
―¿Como se llamaba? ―traga y siento que va a explotar en cualquier instante.
―No lo recuerdo... ―susurra y le creo, pero no me tranquiliza― Ella no podría hacernos esto, ¿porque lo haría Elisabeth?Esa noche no dormimos... Descubrí que en el álbum de fotos de nuestra hija estaba ella.
Ahí estaba con su hermoso cabello rojo, mi hija de tres años la abrazaba, pero... Aunque no podíamos ver su cara, estuvo en mi casa alguna vez.
No sabía quién era todavía... Pero sin duda no iba a tener piedad con quien se atreviera a tocar más de lo que debía a mi hija.
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Los Sueños De Alaia
Fantasía"―Eres especial Alaia." A menudo escuchaba a mi abuela decirlo mientras crecía y siempre creí que la manera en la que siempre estaba tratando de ayudar a los demás, y metiéndome en problemas por ello, era la razón. Sin embargo hace unos días no pu...