XVI

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     Increíble, cada vez que cometo el error de mezclar la tristeza con el amor, consigo vomitar y escribir mis historias sobre ilusiones baratas. Historias que se pierden y en el silencio del vuelo van muriendo, pero esta noche lo escribo porque tengo ganas de lloverte y que tu cuerpo entienda la magnitud de las gotas al tocar tu interior en un momento de soledad... no mientas, se sienten como balas entrando sin piedad. Mantengo una incrédula esperanza, "quédate aunque no estés". Es lo que tengo después de haberte limpiado las lágrimas, no tengo más que brindarte porque todo te lo llevaste a la tumba. 

     Y aunque no quiera que estés, quédate, así sea el fantasma de tu amor. No me importa tu pasado, no me importa lo que hiciste, te amo y lo confieso. Me atormenta saber que no te tengo, pero tus brazos regresan cada noche en mi habitación, óyeme; no importa a dónde fuiste ni con quién, ni cuántos labios has besado ni si tu cuerpo fue acariciado, solo quiero que te quedes aunque te haya matado. 

     Sé que te conocí en un momento extraño de mi vida, por eso no me importa lo que hiciste sin mí, solo me importa el ahora... oír tus lágrimas y saciar tu sed. No me importa si lloraste por alguna razón, mi alma abrigará tus heridas y mis labios besarán tu crimen, te quitaré las alas rotas y te pondré las mías. Mereces volar y seguir amando, pasan los días y sigo esperando por tus labios. Te conocí en el momento en que las indiferencias entre nosotros hacían la diferencia. Se me escapó un ave blanca de mis manos, voló sin dirección alguna y llegué a pensar que se había perdido, pero qué tonto al imaginar que no tenía rumbo porque él sabía perfectamente a donde iba.

      Me alegro por ti, por tus alas y tus ansias de devorar el mundo por completo, pero aún tengo los pies en la cima del cielo, puedes imaginarte el vértigo al saber que no estás ahí. Estoy sin ti, pero tú sin mí. Me escapé de mis sueños y dejé mi realidad. Solo me quedé con lo que llevaba puesto, no eran más que trapos viejos que me acompañaban siempre. Si me amas tanto, no me sueltes, prometo olvidar mis cicatrices y devolverle a tu alma todo aquello que le robaron. Extendiste mis manos entre el humo espeso del sueño, dijiste que ya no había remedio. En mi mano derecha un reloj y en mi izquierda mi corazón; el derecho para no perder el apreciado tiempo y el izquierdo para saber exactamente la hora en que ese viejo corazón dejaría de latir. 

25 DE NOVIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora