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     La historia no había acabado—suponía yo—, no, no había acabado aunque haya sido un camino largo para llegar a sus brazos, me mantenía con la esperanza viva de tenerle junto a mí. Sigo amándole entre las sombras de aquel viejo amor, en la oscuridad de mi habitación, él aún no había llegado a mí y nos veíamos tan separados, pero sabía que en el fondo el sueño poco visible de tenerle junto a mí se haría realidad, y así construir veinticinco días de noviembre para ser feliz. Ante momentos que endurecen el alma y cristalizan el corazón, como es ley de vida, cuando le perdí le empecé a valorar y a amar en silencio, entre las paredes blancas de este sucio lugar, llenando las paredes de escritos vacíos. 

     Mi vida culpable del hecho, me hice todo el peso al hombro e intenté ir por los días con ello, no se volvió más sabio al perdonarme, solo nos volvimos más fuertes al aprender del error que cometí. No le culpo de nada, solo de abandonarme, enamorarme, y con la leve esperanza de amarle para siempre. Perdí la razón cuando me fundí en sus brazos, la última noche que su respiración enarcó por los rincones de mi cuerpo, pensé que había hallado el amor de nuevo. He aprendido de mis errores, por eso imploro a Dios que me perdone y me dé una segunda oportunidad. Sé que hice mucho daño, ¿pero realmente quién soy?

     Veo en el fondo—allá en lo lejos—, a mi amado, sufriendo y llorando en el rincón de su habitación, pero, ¿qué había ocurrido? Había muerto su amor, y las ilusiones las vomitó, entrando en desesperación hasta que se sumió en una crisis depresiva que lo mató indiscriminadamente. ¡Increíble! Su cuerpo estaba intacto— ¡maldición!—, sus labios igual, y su corazón latiendo de nuevo sin temor alguno, afligido, entendí que quien había muerto era el amor que sentía por mí. 

     ¡Ay alma mía!, turbado y saturado por la mente humana, los sentimientos que abandonan mi cuerpo crean ilusiones decadentes. Es una historia que lleva en sus líneas las lágrimas de un amor perdido y sin camino, no obstante, se mantenía ante los miles de obstáculos cuando creíamos que juntos íbamos. Sé bien que desde el principio había destruido lo que estaba construyendo, pero realmente... Mi memoria intenta buscar los sucesos de la destrucción... su rostro... quiero verle y memorizarle para siempre.

      Solo deseo que vuelva a ser el protagonista de estos relatos, de esta historia que ni acababa en mi memoria, pero que en los días de la realidad había acabado hace mucho tiempo. En mi calendario solo existían los días de noviembre y todo lo demás había sido borrado.  

25 DE NOVIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora