IV

10 6 1
                                    

     Qué peligro era buscar imágenes entre una memoria que había desvanecido cada recuerdo oprimido por la depresión que dejó un amor amargo. Sin embargo, sé que me amó hasta el íntimo día en que su estrella se apagó. Hoy no sé si ha muerto o si enfermó, pero muero lentamente mirando el reloj y esperando una noticia que me diga que estás ahí, oyendo mis latidos y queriendo abrazarme igual que lo hizo ayer. ¿Qué dices? ¿Oyes lo que dices? ¿Sigue aquí? De cierto os digo que mi deplorable demencia me llevaba a los limites confusos de mi imaginación y por la única ventanilla de la habitación veía a lo lejos la silueta del amor, perturbado, porque el manicomio estaba destruyendo mi cerebro.

     Mi amante era tan sobrecogedor que me mantenía en un viaje de nubes blancas y con miles de melodías agradables a mi oído. No me quería enamorar nunca más, pero era inevitable no hacerlo cada vez que a mis brazos llegaba y sobre mi cuerpo se posaba. Le amaba intensamente. Entendí que me podían amar. ¿Quién realmente me amaría? ¿Quién se quedaría en la destrucción del alma? Aprendí lo que de verdad es el verdadero amor. 

     No busco olvidarle ni volver a amarle porque hoy me encuentro en una guerra sin calma tratando de hallar quién es y por qué mi ser le extraña de esta manera. Debo ser discreto, mudo ante mis palabras y mis escritos, como les mencioné; sé que soy el asesino prófugo de esta historia que no ha llegado a su final. ¿Para qué buscar calor en almas ajenas? Si hoy lo que quiero y amo tiene nombre y apellido, realmente eso pienso... En medio de los temores y los aguaceros de fríos interminables, eran sus brazos los que hacían calmarme. ¿Hoy a dónde ha ido a parar tan indiscutible belleza? Aquella que emanabas cada vez que dejabas salir una cálida y espontánea sonrisa que desequilibraba mi colmada existencia.

     Intento buscar las acciones y los días que me enamoraron completamente y para el resto de mis días. No había fuerza ni distancia que nos separara, era tan gris que no podía ocultarlo, de tal manera que no podía ocultar todo aquello que traían mis líneas. Aunque este lejos no me iré, pero, ¿se habías marchado hace tiempo y en un horrible sueño había terminado? Limpia mi rostro y cúbreme entre sus brazos, porque mi alma temblaba aquella noche en desilusión, donde me abandonó sin medir distancia. 

25 DE NOVIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora