VIII

8 6 0
                                    

     ¿Pero cómo podía ser feliz en estas cuatro paredes? Todos me habían olvidado y me dejaron aferrado a mis demonios y demás quebrantos. ¿Qué podía venir ahora? Se acercaba una gran tormenta, no había espacio ni tiempo, todo se oscureció y el frío interminable por mis huesos entró, dejándome paralizado ante la situación, el piso se desplomó y al vacío fui a tener; ahí estaban sus brazos para sostenerme, acogerme y llevarme a aquel rincón de su habitación para calmar mí desesperada alma. 

     Antes de imaginar los días sin él, recordé todos los que estuve antes de ti; había sido una vida tormentosa y llena de dolor, pero había llegado encendiendo mi corazón, haciéndola vivir y llegar a creer que no había segundo en el que no podía estar a su lado. Al llegar, le amaba más de lo que había imaginado. No había razón alguna de vivir en agonías después de haber venido de noches tan largas y jodidas; tenebrosos pasos sobre la vía, una rosa marchita entre sus dedos, una vida melancólica que esconde miles de poesías, así era mi vida. Amaneció y vi la habitación en silencio, solo mi leve respiración y los lentos latidos de mi corazón, eran los sonidos que me acompañaban. Podría ser el único en estos instantes que estuviese con vida, aunque por dentro todo de mi estuviese muerto; no quería ser un desastre. Pensé que todo había sido un terrible y oscuro sueño, y al voltear estarías allí, pero estaba solo, envuelto en todo este embrollo, entre las paredes de esta habitación que se me hacían enormes y a la vez inalcanzables. 

     Nadie podía cuidar mi destrozada alma, no había remedio ni cura para todo este sentimiento. No sabía por dónde empezar, estaba tan con fundido y mareado que no sé realmente sobre lo que me hirió. Estaba cayendo aquí mismo, nadie podía sujetar mi cuerpo como alguna vez lo hicieron sus trémulos brazos.

Tristemente sentía mi corazón romperse al no verle ahí, había perdido por completo el control, no hallaba mi hogar, no hallaba mis pasos y no encontraba solución. Un poco de tiempo no me haría bien, el silencio de las gotas y del corazón no se oía más. Todo había acabado. Perdóname por no decir lo hermoso que estabas incluso en el lecho de muerte de nuestro amor. Aquel viejo corazón todavía late con la tímida esperanza que el amor que alguna vez en mis labios posó, vuelva en los días de noviembre donde me enamoró. 

     No había escapatoria, nada era de color rojo rosa, incluso se habían marchitado y toda la habitación emanaba un olor a putrefacción. No podía seguir viviendo encima de mis necesidades físicas, pero me aterraba la civilización y la luz del día. La multitud señalando indiscriminadamente mi rostro, diciendo que había sido el error y el peor ser humano que pudo haber existido. Ya no podía brillar en ningún momento, había caído de mi cielo. El calendario no avanzaba, vivía sumergido en los viejos y opacos días de noviembre. ¿Crees que podría hallar la forma de salir de aquí? Llévame a casa, déjame entre mis sábanas y cubre por completo mi herido cuerpo, seca mis lágrimas y déjame solo, márchate una vez más, deja que muera en mi habitación. 

     Ninguna promesa dura lo suficiente. No podía asombrarme ante estos palacios indiscriminados que utilizaban rostros familiares de animales salvajes. Pero espera... estaba viviendo la vida con tu amor y pasión en mis recuerdos. Hoy le esperaría con abrazos y besos, ¿recuerdas cuando prometiste quedarte para siempre? Empieza el destierro, veo a los chicos riendo y bailando, tú hacías lo mismo mientras yo estaba sumergido en este aberrante dolor. ¿Por qué tendría que vivirlo así? Joven y enamorado, últimamente arruinado.

25 DE NOVIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora