VII

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     Aunque mi cuerpo estaba lleno de sertralina, en el fondo sabía que estaba sufriendo ante la copa en mis manos; temblaba, no lo podía controlar. Debía salir huyendo de este putrefacto lugar, pero me habían dado la bienvenida a los recuerdos que se desvanecían en la arena del mal. A veces las balas entran y no sientes ningún dolor, es porque tu alma ha abandonado tu cuerpo. Cerré mis ojos y le vi allí, junto al altar, bailando y cantando entre recuerdos. 

     Su sonrisa amorosa cubría por completo su rostro, y solo podía admirarle, sus ojos estaban oscuros, ¿quién era? No estaba realmente seguro si existía o no, si era amor o tristeza, pero antes de ello solo había un dolor interminable que se esfumó, sin embargo, de nada valió porque su partida lo dejó en el mismo lugar. ¿Saben qué es lo que más dolió? Que a fondo no luchó por mí... me dejó ir como si fuese cualquier cosa, recordando, pensando en la noche en que le vi, aquella misma noche oscura en la que me abandonó sin pensar en el daño que me podría causar, cuando yo eliminé orgullo alguno y le entregué una vez más mi corazón, aquella noche oscura olvidé para siempre quién en realidad me amó. Duele recordar que no importó nada de lo que pudo ser y fue, simplemente me dejó ir. 

     Debajo de esta cama del centro de rehabilitación, había algo sumamente aterrador, se burlaba y quería consumir todo de mí. Hurgaba entre las paredes blancas y gritaba de desesperación y descontrol porque no hallaba dirección alguna, ¿qué hacía realmente aquí? No lo sé, no podía hallar respuesta a los enigmas que escondía su corazón. 

     Tan prodigioso como un jazmín de oro, me estaba volviendo loco al no verle dormir junto a mí; era el hombre más feliz que alguna vez imaginé. Aquella noche de sueños y pesadillas aterradoras, despertaba entre la oscuridad de la noche y mi única calma era verle a mi lado, le abrazaba fuerte y besaba sus mejillas, me aferraba a su cuerpo y permanecía por varios minutos observando al amor de mi vida. Era todo lo que podía querer en ese instante, su respiración y los latidos de su corazón para autorregular mi descontrolada respiración por un despiadado sueño. Pensaba que para mí no había oportunidad alguna de ser feliz, porque estaba condenado a este amor que me invade la vida y que nunca se olvida. 

25 DE NOVIEMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora