25 DE NOVIEMBRE

XX

     Comprenderás este párrafo y mucho más de lo que alguna vez balbuceé. Si en algún momento desea saber de mi vida... que le diga a su silencio porque su corazón calló cuando el mío por completo se derrumbó... diga a su silencio que en él quedó mi vida. No, no tengo ninguna clase de miedo en estos instantes, no tengo miedo a su lado, no tengo más que mi cabello y todos esos deseos muertos que ves ahí. Pero estoy tratando de no ser ansioso con el día de mi muerte, ella vendrá y me llevará lejos de este lugar porque he perdido las esperanzas de que cruce por esa puerta y me lleve lejos consigo. 

     Han muerto más que esperanzas e ilusiones, has muerto tú. Trato de no apurarle demasiado, creo que aún es demasiado pronto para que vuelva, aún estoy destrozado y no quiero que vea a este ser humano mientras va muriendo poco a poco... así que mejor le mantengo a mí alrededor, así sea solo en mis sueños nocturnos.

     Había despertado, me encontraba solo en la habitación mientras el sol radiante yacía por la ventana, había sido una terrible pesadilla, aunque haya apartado toda esa oscuridad y no volviese a temer, el fantasma de nuestro amor me perseguía a todo momento. Cuando he dejado de creer en lo humano y me he ido a lo infrahumano, he visto con mis propios ojos el rostro de la maldad y la putrefacción. Deseaba morir en el momento, pues sus ojos rojos contenían cada episodio lamentable de mi vida, su rostro destruido y lleno de maleficios era sumamente aterrador. 

     Mi cuerpo moría del miedo, mientras él sentía placer al verme de pie y desnudo. Aunque deseaba verme muerto, aguardaba, cerraba mis ojos e imaginaba despertando, pero no era así, esto era totalmente real. ¿Quién podría salvar mi joven alma? Nadie tendría el remedio o cura exacta para liberar mi sangre y no ser derramaba en el suelo. Créeme... aun estando en este terrible lugar, imaginaba las noches en la que estuve a su lado, su alma anacoreta reposando por cualquier lugar, mientras iba muriendo poco a poco.