CAPITULO DOS
Ya era viernes, y las clases estaban a punto de terminar, lo que significaba la tarde más lagar de su vida, ya que salir de compras con su amiga era bastante tedioso.
Salieron y se dirigieron a un centro comercial, entraron a una tienda en donde Ana quedó maravillada con un vestido color rosa palo, de corte imperial, tomó la etiqueta de precio y sus ojos color miel casi salen de sus cuencas, el precio era alto para ella.
-¿Quieres probártelo?- Pregunta Luisa
-Me encantaría pero es demasiado costo.
- Ven...- Agarra el vestido y se la lleva con ella hasta el vestidor- Pruébatelo, si te gusta, dímelo- Le da un guiño y Ana entra al probador.
Algo dudosa si probárselo o no, se miró al espejo, suspiró y tomó la decisión de hacerlo ¿Qué perdería con ello? Si no le gustaba como quedaba simplemente pasaría de aquel vertido y escogería otro.
Se lo puso con algo de inseguridad e incertidumbre, y cuando se vio casi no se reconoce, el vestido le quedaba como un guanto, salió y su amiga al verla le sonrió con la alegría más sincera y haciendo la artimaña de que iba a llorar.
-Te ver realmente hermosa, estas divida – Dice emocionada.
-No es para tanto...
-Nos lo llevamos-Dice Luisa a la asesora que nos acompaña-.
-¿Y el tuyo? ¿No llevarás un vestido?
-El mío lo compré ayer, así que no te preocupes, vamos a comprarte unos zapatos y la máscara, seré tu hada madrina.-Las dos riendo a tal comentario.
Luisa pagó el vestido y de despidieron no sin antes de acordar la hora para verse, la fiesta comenzaría a las 19h y aunque Ana insistió en que se vieran en el salón Luisa no lo permitió y aseguró que la recogería para llegar las dos.
Era el sábado por la tarde y Ana se encontraba arreglándose para la fiesta, un poco agobiada ya que no solía a ir a ese tipo de eventos ¿Y si no le agradaba a nadie? ¿Y si todos la rechazaban por su clase social? Sacudió la cabeza espantando esos pensamientos tormentosos y se terminó de maquillar aunque no se esforzó mucho, llevaría la máscara.
Ya era la hora de salir y Ana estaba muy nerviosa y sentía un nudo en su estómago, aunque no entendía l porque, simplemente tenía un presentimiento.
-Te ver hermosa mi muñeca- Le dijo Sonia.
-Gracias mamá, aunque no quisiera ir.
- Te comprometiste con Luisa, además deberías salir a divertirte más, salir un poco, despejarte, siempre estás estudiando y entiendo que lo haces por la beca pero disfruta la vida que aún eres joven.
-Mamá, te amo pero para mí es primordial estudiar y encontrar un buen empleo para poder darte a ti todo, absolutamente todo.
-También te amo hija, mucho, te amo, tú y tu hermano son mi vida pero piensa en lo que te acabo de decir- Acarició el rostro de la castaña y besó su frente.
-Gracias mamá, LA AMO- Gritó
-¡Baja la voz chamaca! – Le da un golpe en la cabeza- ¡Siempre gritando como una loca!
Después de cinco minutos se escuchó el claxon de un automóvil, sabía que era Luisa ya que tocaba ese claxon como si su vida dependiera de ello.
Bajó lo más rápido que sus tacones le permitieron, se subió al auto y emprendieron el viaje hacia la glamorosa fiesta.
El auto paró a la entrada del hotel en donde se veía el derroche de dinero por parte de los invitados, sus trajes hechos a la medida, los vestidos de diseñador pero lo que más llamaba la atención eran las máscaras, muy al estilo veneciano.
-Adri, ponte tu máscara, ya vamos a bajar del auto- Dice Luisa.
La morena era hermosa, su cabello era negro y sus ojos color esmeralda la hacían resaltar aún más, sus hermanos se parecían, todos tenían esos mismos rasgos y características ya los había visto en varias ocasiones.
-Está bien.
Entraron al gran salón sonde Ana quedó sin aliento, sí, todo era exageradamente caro y muy ostentoso.
-Mi familia rentó todo el piso quince (15) para hospedar a los invitados pienso que es una mala manera de gastar el dinero pero supongo que de eso vivimos, de las apariencias- Ana la miro sorprendida por su comentario-.
-O solo buscan que los invitados se sientan más cómodos y seguros, vamos que la fiesta seguro está por comenzar y pues hay que disfrutar.
-Mujer me encanta tu consejo
La fiesta dio comienzo y varios muchachos invitaban a bailar a Ana, pero uno en especial la había estado mirando toda la fiesta.
Ella se dirigió a la barra y donde tomó una copa de champan, no estaba acostumbrada al alcohol, pero le agarró un gustillo, tomó más de lo que toleraba y ya no estaba en sus sentidos, comenzó a caminar y chocó con alguien.
Alzó la vista y sus miradas se encontraron, miel contra azul, ella quedó cautiva en su mirada y él embelesado, la conexión fue instantánea, y la atracción inevitable, sonrieron de manera sincronizada.
-¿Quieres bailar?
Ana solo asintió con la cabeza y se dirigió a la pista de baile junto a él.
Bailaron hasta el cansancio, o eso fue lo que ella dijo y él como todo un caballero la invitó a su suite para que descansara aunque los planes de ambos eran diferentes.
Se dirigieron a la habitación entre tambaleos y risas, los dos estaban muy ebrios, él abrió la puerta como puedo y entraron, el cerró la puerta con el pie y no pasó un instante hasta que ella se lanzó a sus brazos y se besaron con fervor.
Sus prensas fueros sacadas con torpeza entre beso y beso hasta quedar completamente desnudos, la recostó en la cama y la beso nuevamente, no eran consiente de lo que hacían, él se posicionó entre sus piernas y penetró de manera lenta, Ana ahogó un sollozo en el hombro de aquel hombre desconocido.
Él se asustó pero aun así no paró, simplemente se quedó quieto para que su cuerpo se acostumbrara y así cuando ya estuvo seguro comenzó un vaivén de caderas, una danza cada vez más rápida, hasta que los dos tocaron las estrellas en un abrazador orgasmo.
Segundo capitulo
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Solo tú. [COMPLETA/EN EDICIÓN]
RomanceHowland Corporations es una de las empresas más poderosas del país y del mundo, donde los dueños son tres familias, la familia Howland como socia mayoritaria, la familia Anderson y la familia Vicent. Su junta directiva está constituida por sus hijos...