Capítulo 20

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Ana se levantó de la cama tan pronto sonó la alarma, miró a su bebé, rogando que no se hubiera despertado, pues cuando esos sonidos tan brusco los escuchaba el bebé de ojos color zafiro mantenía un genio durante todo él día, se volvía mimoso y chinchoso.

Con la seguridad que su hijo estaba durmiendo aún, se baño y vistió, hoy no lo llevaría, quería que se familiarizara con la casa y con los que iban a ser sus abuelos.

Bajó al comedor y ahí estaba Sofia y Jorge ya listos para acompañarla a la empresa, pues regresaría como su hija, heredera y presidenta.

-Buenos día- Saludó Ana.

-Hola- Dijo Sofía- ¿Cómo estás?

-Bien, nerviosa y ansiosa.

-No te preocupes, estarás con nosotros.

-Gracias.

-Bueno- Dijo Jorge- Desayunemos, hoy será un día muy ajetreado.

Desayunaron con tiempo y en tranquilidad, compartiendo opiniones y contando historia, y ahí, Ana se dio cuenta que la sangre llama, no con cualquier persona se siente en comodidad y confianza, no con cualquier persona tiene esa libertad de opinión.

Pero la ansiedad no la dejaba del todo en paz, hoy vería a Matt, al pelinegro de ojos azules con una belleza inimaginable, estaba segura que había sepultado todos los sentimientos por él, pero había una corazonada o un presentimiento con respecto él, algo no lo dejaba ir aún y eso la asustaba, estaba casada pero él estaba en medio.

Partieron los tres en el carro de Jorge que tenía un chófer propio, el señor Howland se sentó en el copiloto, Sofía y Ana atrás.

hablaron de lo que haría en el día de hoy, caminaría por la empresa ando a conocer a Ana como la dueña y por ultimo tendría una reunión con los socios y la junta directiva donde la nombrarían presidenta y Matt le ayudaría, pues Jorge estaba seguro de que los dos haría un buen equipo.

Llegaron a la empresa y Ana nuevamente se sintió agobiada nuevamente. Intentaba calmar los latidos de su corazón por medio de la respiración pero no le estaban ayudando mucho.

 Subieron las escaleras hacia la entrada de cristal y cuando entraron todos los ojos estaba puestos en ella, la cohibición hizo parte de todos los sentimientos que estaban en su alma en ese momento, quería pasar desapercibida pero es imposible.

Miradas de desprecio y sorpresa estaban a la par, en donde ella viera.

Sofía al intuir lo que sucedía la tomó del brazo y le dio un ligero apretón trasmitiéndole su apoyo, y aunque en parte fue no estaba tranquila.

-Iré al baño.

-¿Te acompaño?

-No, no hay necesidad.

-¿Estás segura?

-Sí.

Caminó hasta el baño ignorando que una mirada azul estaba atenta a todo movimiento que hacia la castaña.

Matt la siguió hasta el baño, tenía que habalr con ella.

Ana se apoyó en el lavamanos y suspiró, necesitaba valor para afrontar todo, escuchó la puerta y al mirar quien era su corazón se detuvo.

-Tú...

-Yo.

-¿Qué haces en el baño de mujeres?

-Vengo por ti.

-¿Ahora te cuerdas de que existo?

-Hay muchas cosas de las cuales tenemos que hablar.

-No hay nada de qué hablar, déjame en paz.

Ana intentó salir pero Matt fue más rápido y la apresó contra la pared, estaban tan cerca, y sin esperar Matt apresó con voracidad los labios de Ana, ella al principio se resistió, pero no se contuvo, le extrañaba, el beso se tornaba cada vez más ardiente, Ana reaccionó y le empujó.

-No me vuelvas a tocar.

-¿Qué?

-Lo que escuchaste, aléjate de mí.

Y se fue dejándolo con la palabra en la boca, no se lo creía, pero de algo estaba seguro, ella no le era indiferente.

Ana salió y se encontró a Juliana, corrió a abrazar a la pelirroja.

-¿Qué pasó? Parece que hubieras visto a un fantasma.

-Algo así, vamos a la cafetería,

-Pero tu mamá...

-En la reunión estaré presente, vamos.

Se dirigieron hacia la cafetería y se sentaron en una mesa.

Ana le comentó todo lo sucedido a Juliana y ella no salía de su asombro, pero en el fondo sabía que ella lo seguía amando, así la ojimiel lo negara.

Dahian fue a buscar a Camilo a su despacho, lo quería en su vida, tocó la puerta y escucho el pase de esa voz.

Entró y Camilo la miró.

-Hablemos, por favor.

-Vete, espero un cliente.

-No, escúchame.

-Que te vayas Dahian.

Ella lo miró suplicante y él con la mirada fría.

-Vete.

Ella se marchó, con el corazón roto, era consciente que se merecía eso, pero dolía como él infierno.

Ana miraba el reloj, dentro de diez minutos comenzaría la runion.

-Iré por un café ¿Quieres uno?- Preguntó Juliana.

-No estoy bien.

-Ya vengo.

Ana asintió y espero, sin embargo su calma se esfumó porque tomaron su brazo y la llevaron a una oficina, era Matt, y era su oficina.

-¿Qué te sucede?- Preguntó el pelinegro.

-No puede besarme porque sí, no puedes, no tienes el derecho.

-Espera ¿No somos pareja?

-No, soy una mujer casa y me tengo que ir, no te acerques más.

y eso fue un baldado de agua fría.

¿Casada?

Imposible.

Ella le dijo que no estaba en una relación, que estaba soltera.

¿Mintió?¿Quien el tipo?

Tenía que recurrir a su última cara, Oliver, su hijo.

Reclamaría su paternidad, gustara o no.

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Solo tú. [COMPLETA/EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora