Capítulo 25

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Ana comenzaba a despertarse por los rayos de sol que atravesaban por el ventanal del cuarto, desorientada se acomodó para levantarse y sintió dolo muscular en lo que eran sus caderas y sus piernas y una pequeña molestia en su parte más íntima.

Sonrió al recordar lo sucedido esa madrugada miró la cama y estaba vacía, sintió una pequeña decepción en su corazón, ero fue borrada con la entrada del pelinegro al cuarto.

-Buenos días- Dijo él, con esa encantadora sonrisa.

-Hola.

-¿Cómo te sientes?

-Bien, gracias ¿Y tú?

Matt se acercó a la cama y se sentó atrayéndola a su pecho.

-Feliz.

La castaña se sonrojó por esa palabra, ella también se sentía muy feliz, pero notó algo de preocupación en la mirada de él.

-¿Está todo bien?

-Sí y no.

-Si es por lo que ha sucedido entre nosotros...

-No, eso no tiene nada que ver, tranquila.

-¿Entonces?

-Ya atraparon al ladrón de la empresa.

-¿Quién es?

-No me lo creerás pero fue John.

Ana lo miró sorprendida.

-Imposible, fue el primer sospechoso obviamente por la parte contable pero encontraron que no.

-Tenía archivos ocultos y muchas transacciones bancarias a cuentas extranjeras pero hay algo que no cuadra, hay como seis sistemas de seguridad para ese tipo de cosas y ninguno lanzó alerta.

-Por Dios- Se tapó la boca con la mano- ¿Alguien más que mi familia y tú lo saben?

-Es noticia ahora, tu madre me llamó y dijo que no te preocuparas que ellos ya están resolviendo eso.

-Tengo que hablar con él.

-No.

-¿Cómo qué no?

-¿Qué es lo que tienes que hablar con él?

-El por qué lo hizo.

-Está bien, te acompaño.

-No, si mis padres está ahora en la empresa Oliver está solo, ve con él.

-¿Segura que quieres ir?

-Sí, necesito respuestas.

Se vistieron a toda prisa y se marcharon a la mansión Howland, Ana se cambiaría de ropa e iría a la delegación.

Entraron y fue cuestión de minutos que Ana hizo lo básico y se marchó dejando al padre de su hijo en la casa.

Llegando a la delegación estaba con varios periodistas pero ella logró pasar desapercibida y al hablar con un agente le dieron permiso para poder dialogar con John.

Sentada en aquella sala tan fría y vacía donde solo había una mesa y dos sillas viéndose frente a frente, con una pequeña esperanza de que solo lo estuvieran inculpando y poder resolver.

El ruido de la puerta la sacó de su trance y apareció e hombre de ojo verdes con las manos esposadas. La miró y ella se asustó, porque no quedaba rastro alguno de él cuando lo conoció.

Se sentó en silencio guiado por los guardias y estos se marcharon dejándolos sumidos en una horrible tensión.

-¿Cómo estás?- Preguntó Ana.

Solo tú. [COMPLETA/EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora