Ponle título a lo prohibido [TERMINADA]

T R E C E

La conciencia iba volviendo a mi mientras nos aproximamos a la puerta, empecé a pensar que estaba loca, había dejado que me tomará como una cualquiera en el patio porque pensé que estábamos solos, y él salía con que quería presentarme a alguien, rogaba porque fuera un animal.

Cuando abrió la puerta, tragué saliva y pase detrás.

-¿Estás acá?-gritó Aiden a la casa, no hubo respuesta sin embargo se escucho un ruido proveniente de una habitación del fondo. Se oía como música clásica a todo volumen.

-Está leyendo-dijo Aiden. Tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

Sonreí ante el gesto de ternura, y mi traicionera mente me recordó en ese instante el rostro de Lautaro.

Llegamos a la puerta y golpeó, no obtuvimos respuesta, así que él abrió directamente, era un cuarto pequeño con un sofá, una lámpara, el equipo de música y un ventanal enorme donde se veía la extensión del fondo en sus diversos verdes con todas las plantas. Una mujer de mediana edad giró repentinamente y nos sonrió.

-Mi vida, viniste-dijo levantándose y abrazando a Aiden.

-Antonia, te presento a Victoria-dijo él cuando lo soltó.

Antonia debía tener cincuenta y cinco años aproximadamente, era una mujer petisa y de aspecto maternal, pero algo me decía que esa no era la madre de él, me sorprendió el abrazo natural que me regaló, en mi familia son más bien fríos, damos cariño con cuentagotas y no creíamos en la demostración constante de afecto.

-Un gusto-dije cuando me soltó acomodandome un mechón de pelo en la oreja.

-¿Tomamos un café?-sugirió Aiden y ambas asentimos.

Nos dirigimos a la cocina, mientras mil preguntas y dilemas daban vueltas en mi cabeza.

Tomé asiento, en silencio y escuché en ese momento que mi celular volvía a sonar, cruce una mirada con Aiden, quien me hizo el gesto con la cabeza de que contestara tranquila, salí al frente de la casa.

Mire la pantalla, era Lautaro, maldije y contesté.

-Hola ¿Qué pasó?-dije, era raro que llamará en horario laboral.

-Nada grave, sólo quería-rodé mis ojos aunque él no pudiera verme.

-¿Avisarme qué no venís a cenar?-terminé por él.

-No. Al contrario, Vi, es nuestro aniversario. ¿Cómo no voy a ir a casa hoy?-dijo y cerré los ojos.

Lo había olvidado, por completo.

-Lau no tengo problema si tenés que quedarte-dije intentando no sonar rara.

-Ni hablar, hoy salimos a cenar como siempre, ya reserve a las ocho en tu restó favorito-dijo y colgó. Mordí mis labios, iba a tener que ser un café rápido, pensé mientras caminaba para entrar.

-Estás loco-decía la mujer

-¿Cuándo no? Lo siento, yo acepte las reglas así, por ahora así están las cosas-decía Aiden

-Pero habiendo tantas, cielo, entiendo que es bonita, pero ¿Por qué casada?-susurraba Antonia.

-Porque la vi, y lo supe, era ella-dijo Aiden y mi corazón dio un vuelco-Quizás llegué tarde para ser el primero, pero quiero ser el último-añadió sirviendo el café. En ese momento empujé la puerta y le hice una seña con el celu.

-Aiden, tengo que volver a las ocho-dije tomando asiento.

Asintió pero no dijo nada, y juraría haber visto un mohín en el rostro de Antonia, uno pasajero porque cuando la miré me sonreía.

-Vi, te cuento, esta es la mujer que es un pilar en mi vida, me cuidó desde el momento en que nací, y siempre que hay un recuerdo feliz, ella está conmigo. No, si te lo estás preguntando, no es mi madre, pero es como si lo fuera. Es mi niñera, y digo eso porque aún cuida de mí como su pequeño-dijo él agarrando la mano de la mujer y apretando fuertemente la misma. Ella sonrió y le devolvió el apretón.

-Gracias cielo, un placer conocer a este encanto de chica-dijo y yo le sonreí.

-Lo mismo digo-contesté terminando mi café.

El resto de la conversación fue trivial y rápida pues en menos de cuarenta minutos estábamos volviendo.

Aiden jamás preguntó porque tenía horario, ni a dónde iba, pero después de haberlo oído con Antonia sabía que él entendía a la perfección todo lo que pasaba.

Haciéndome entender que iba a tener que tomar una decisión y tendría que ser pronto.