▪Capítulo 27

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El sol se asomaba por el Monte Diablo, tenía una herida en mi pierna que si no recibía atención médica inmediata tendría grandes problemas después, pero eso ni siquiera me importaba.
Mi corazón estaba sangrando al igual que mi cuerpo. Te odio Apolo. No sabes cuánto maldigo el momento en el que puse mis ojos en ti.

Commodus había escapado mediante el trance que tuve, el muy maldito me distrajo de la peor manera.

Frank llegó corriendo a mi lado, tenía el brazo vendado y cortes en su cara, estaba sin aliento.

—Reyna… Los manuscritos sobre las profecías…Han sido destruidos.— Lo mire molesta ¿acoso no habían muerto guerreros para protegerlos? Eso hacía que sus muertes fueran en vano.

—¿Dónde está Ella?—Dije preocupada por su vida.
—Ella, está a salvo, y las tropas de nuestros enemigos se han marchado— Declaró aliviado, en ese momento pude soltar un suspiro que había retenido desde que comenzó la batalla.

No todo estaba perdido. Mi mirada viajó al río Tiber y las lágrimas amenazaban con salir. Alrededor de este, había demasiados cuerpos de guerreros que habían dado su vida por defender su hogar, entre ellos pude reconocer el de la centurión, Leila. Ella era parte de la cuarta cohorte. Había  sangre por todas partes.

—¡Romanos!—Grite con toda mi fuerza e infundí algo de ella a todos los que estaban ahí.
—¡Esta batalla no ha sido fácil, pero levantaremos todo y seguiremos adelante a pesar....— Mi voz se quebró— A pesar de las perdidas!

Hubo silencio. Por nuestros hermanos caídos. El Campamento Júpiter estaba de luto.

Pasamos el resto del día recogiendo los cuerpos inertes y por la noche quemamos su sudario. Will atendió mi herida, estar cerca de él me provocaba una sensación extraña. No quería a nadie que me recordará a Apolo. A su traición. Will se dio cuenta de mi actitud y me preguntó:

—¿Te encuentras bien Reyna?— Puso polvo de cuerno de unicornio en la herida y me dio a beber néctar.
—Sé que allá afuera fue difícil, pero la vida de un semidiós nunca es fácil.
—Lo sé Will—Dije agotada—
Nada es fácil para nosotros.

Will vendo mi herida y se sentó frente a mí, mirándome de una forma tan cálida, ver sus ojos me recordaban a los de Apolo cuando me veía, nunca me vio con lastima, siempre fue comprensión. Pero que gran actor fue, deberían de darle un premio por eso.

—¿Qué pasa, Reyna? ¿Por qué me miras así?

Inmediatamente retire mi mirada de él, y negué con la cabeza.

—No pasa nada ¿okay?
—No te creo, tienes esa mirada en tus ojos que dice que algo no anda bien.
—¿Y qué puede andar bien ahora? ¡Acabamos de tener una gran batalla, muchas personas murieron! ¡Dime que podría andar bien!

Will me miro y suspiro. Ambos estábamos cansados y una discusión ahora no favorecería a nadie.

—Sabes que no me refiero a eso… Si esto te hizo creer que mi papá puede estar en peligro, Reyna, él no lo está…
—¡No me importa Apolo! Por mí que se vaya al Tártaro por siempre —Grite sacando toda mi cólera de mi sistema. Estalle y dejé todo salir.
—¡Me engañó Will! ¡Me mintió y no quiero saber nada más de él! ¿Entiendes?

Will abrió su boca para decir algo pero inmediatamente la cerró. Me marche de ahí y me dirigí al Tiber, ahora ya no era un lugar que me tranquilizara, había aún sangre en él.

Cerré los ojos y escuche el sonido del agua, rece a mi madre y agradecí por continuar con vida. También rece para que todos aquellos que habían luchado por defender nuestro hogar alcanzarán el Elíseos. Escuche unos pasos detrás de mí y me puse a la defensiva, desenvaine mi espada y volteé bruscamente. Me encontré con la cara de mi hermana mayor, Hylla.

—Cálmate Reyna, no me mates, solo soy yo— Dijo con las manos levantadas mostrando que no llevaba ninguna arma de la cual preocuparme, envaine mi espada de nuevo y ella se acercó.

—Me alegra verte con vida hermanita— Hylla sonrió mientras decía aquellas palabras.
—No sé qué haría si te hubiese perdido.
—Seguir adelante es una buena opción—Puntualice y Hylla asintió.
—La vida no sería igual sin ti… Pero, bueno, estas a salvo y yo tengo que retirarme al igual que las amazonas, siento tener que dejarte pero tenemos mucho trabajo.

Una nueva despedida, grandioso, le di un abrazo a Hylla y murmure un gracias en su oído, pude sentir su sonrisa formándose en su rostro.

—Te quiero hermanita, cuídate y recuerda que si necesitas mi ayuda no dudes en pedirla.
—También te quiero Hylla y nuevamente gracias—
 
Asintió y me dio un breve abrazo para luego irse y perderse en la oscuridad.

Devolví mi mirada al Tiber y las lágrimas comenzaron a caer, me arrodille junto a este y solloce.

Después de varios minutos, quizás horas, sentí las manos de alguien que intentaba pararme, era Hazel.

—Vamos Reyna, tienes que descansar—Dijo con voz suave, me levante con su ayuda y me deje guiar hasta mi habitación para tratar de dormir un poco.

Waiting For Superman (ReynaxApolo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora