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Sebastián Villalobos.

Llegamos a casa de los Alcázar y Bautista estacionó la camioneta en uno de los tres lugares disponibles, caminamos por el inmenso jardín hasta llegar a la entrada de la casa, subí detrás de Caeli pero antes de entrar ella se giró y me miró con una ceja enarcada.

-Sigo sola desde aquí, pueden retirarse a descansar

-Ni lo sueñes

-¡Es una orden Sebastián!

La mire mal y seguí mi camino dentro de la enorme casa, le abrí la puerta y espere que entrara. Bautista rodo los ojos y se perdió entre la oscuridad del jardín. Cerré la puerta tras de mí y caminé a la sala principal, Caeli empezó a subir las escaleras yo la mire y la llamé para que regresara.

-Hey, tu madre nos espera en la sala, vuelve acá

-Jodete tu junto con ella. ¡Los odio!

Subió más rápido y se perdió en el pasillo, solo escuché la puerta cuando la cerró con todo su enojo, solte un suspiro frustrado y baje las escaleras que ya había subido. Patricia me esperaba en la gran sala, caminé con pesadez eran las 3:30 am y yo aún seguía despierto. Mi cuerpo estaba cobrando la factura ya no aguantaría un minuto más de pie, llegué a la sala y Patricia me sonrió amablemente.

-Gracias por traerla sana y salva, puedes irte a descansar

-No agradezca, es mi trabajo y créame que no es la primera chica que me odia

Me sonrió de nuevo y se puso de pie para retirarse a dormir, me gire en mis talones y caminé a la puerta de la casa, para después caminar por el mismo lugar en donde se había ido Bautista.

Narra Caeli.

Llegué a casa y entre directamente a mi habitación Sebastián me había hecho enojar bastante, ya que por su culpa estaba castigada dos meses y esta vez iba en serio. Mi madre me había amenazado con mandarme lejos de casa si no me comportaba, pero que tan malo es salir de fiesta de vez en cuando y divertirme. Cerré la puerta de mi habitación de un portazo y aventé mi bolsa lejos de mi odiaba a Sebastián por creerse el ombligo del mundo. me quite los zapatos y caminé a mi armario para sacar mi pijama de unicornio ya que se sentía un poco frío. Después de desmaquillarme salí y me metí entre las sabanas, mi día había acabado y de la peor manera. No sé cuánto tiempo pasó pero el sonido de la puerta abriéndose hizo que me levantará de un tirón y fijará mi vista en la puerta de mi terraza, mire el reloj y este marcaba las cuatro de la madrugada, fijé mi vista y  la sombra de una persona me alertó, encendí mi lámpara y no había nadie, temerosa me puse de pie y corrí para cerrar las puertas con seguro. La sensación no me había gustado y no estaba del todo tranquila, salí de mi habitación y sin que mi madre se diera cuenta entre en su habitación para revisar su celular y sacar el número de Sebastián, tenía que alertarlo al fin de cuentas él era el jefe de seguridad y era parte de su trabajo.

Sebastián Villalobos.

Tenía poco de haber entrado en la cama cuando mi celular empezó a sonar, maldecí y lo tome para ver de qué se trataba. No tenía el número registrado así que lo deje en la mesilla para que él buzón entrara, después de dos minutos volvió a sonar. Abrí mis ojos molestó y contesté la llamada de mala manera.

-¡Bueno!

-¿Sebastian?- frunci el ceño pues no conocí la voz de la otra persona, iba a cortar cuando la chica volvió a hablar.

-Soy Caeli, perdón si te desperté pero vi a una persona en mi terraza hace unos minutos.

Me levanté de la cama y tome mi chaqueta sin cortar la llamada. Salí de la casa en donde nos quedamos todo el personal y caminé por el jardín mirando a todos lados por si algo estaba fuera de lo normal.

Mi Guardaespaldas 1° TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora