Capítulo 4: Situaciones inesperadas.

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Jayden.

Me encontraba caminando por las solitarias y oscuras calles de la ciudad, no sabía con exactitud a dónde me dirigía simplemente quería huir. Lastimosamente de lo único que quiero huir es algo de lo que no podré hacer lo. Los recuerdos eran cada vez más reales, sus gritos, su llanto.

Flash back.

Entre a su habitación sin tocar la puerta. Ella estaba dándome la espalda sentada sobre su cama, su cabello rubio peinado con dos trenzas una de cada lado. Su color favorito era el púrpura, su habitación la delataba. Me senté en la gran cama, ella sabía que yo habia entrado pero aún no me daba la cara.

Escuché sus sollozos y eso solo hizo que la culpa aumentará. ¿Cómo permití que eso sucediera? Me repetía una y otra vez a mi mismo.

-Yo no quería que eso sucediera-le digo intentado rodear la con mis brazos, ella de manera sutil se quita. Me la vengo de la suave cama y me pongo frente a ella. Me sorprendo al ver la sangre bajar de su brazo derecho.

Le tomó la barbilla con mi mano para que me mire a los ojos.

-No deberías de estar haciendote esto-le digo mientras una lágrimas baja de mi ojos derecho. Su mirada ya no es la misma, no tiene ese brillo que la caracterizaba, esta apagada. Ella solo intenta fingir una sonrisa pero la sale más como una mueca. La culpa aumenta al ver lo mucho que cambio después de eso. Y no la culpo, lo que sucedió fue horrible.

Fin del flash back.

Por suerte Emily dormiría hoy donde una de sus amigas y la madre de esta, la llevaría mañana temprano.

Las calles cada vez son más desiertas, camino sin rumbo alguno, cuando me doy cuenta estoy en un parque al cual nunca había venido, aunque esta completamente solo no puedo evitar atravesar lo. Camino por uno de los senderos del bonito parque, a lo lejos diviso una banca hecha de concreto, a medida que mis pasos avanzan y que estoy más cerca de quien sea este ahí sentado, mis ojos se abren por la sorpresa.

Casi podría juraría que quien esta frente a mi, a un par de metros de mi cuerpo es la chica de ojos celestes. Aquella chica que desde que llegué al jodido instituto me ha llevado la contrario. Ahora está frente a mi, puedo notar como su cuerpo tiembla no sólo a causa del frío de la noche, por alguna razón, siento la necesidad de que este bien, la necesidad de protegerla. Y es que es una sensación extraña, podría decir que jamás me había sentido de esa manera, es irónico que quien la encuentre sea el chico al que suele ofender.

Me acerco a ella, me pongo a su altura, sus ojos están rojos a causa de las lágrimas, sus mejillas húmedas provocan que me sienta terriblemente mal y no entiendo la razón.

-Todo estará bien-digo rodeándolo con mis brazos, parece tan indefensa. Su cuerpo no para de temblar, siento como humedece mi cuerpo a causa de las lágrimas. La impotencia por no saber que hacer me carcome.

-¿Podríamos ir a otro lugar?-pregunta con la voz firme, me sorprende que aún en estos momentos cuando esta tan expuesta a mi siga manteniendo su voz firme y esa actitud decida.

Kendall.

Los rayos del sol provocaron que despertara de la paz que sentía mientras dormía. Observo la habitación el que me encuentro. Me sorprende al ver lo organizada que está, cada objeto en su lugar, el orden es impecable. La enorme cama está cubierta por una sabana roja, al lado izquierdo de la cama había una mesa de noche negra. Frente a la cama se hallaba un gran librero y en una esquina el cuarto del baño. Empece a hacer memoria y rápidamente los recuerdos vienen a mi.

Siempre serás tú. ¡Editando! #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora