7. El baile

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Esperé al menos una hora para que alguno de mis hermanos apareciera por la puerta, tomé mis precauciones y tome el bate de béisbol de Marcus, me coloque junto a la ventana, baje persianas, cerré ventanas y la puerta la atranque con una silla. Me quede esperando en "guardia" por si al imbécil de Danny se le ocurría regresar, las manos me seguían temblando y mi pierna no podía dejar de moverse de la ansiedad.

Después de haber sufrido tres mini infartos creyendo que Danny había vuelto, pero solo era la gente que pasaba caminando frente a mi casa hasta que el auto de Marcus aparcó frente a la casa. Esperé a que mi hermana y Marcus entraran a la casa y sin poder aguantar las "fantásticas" noticias ni un minuto más, lo solté por fin.

— Lena, ya volvimos — comunicó Marcus cuando ambos entraron a la casa.

— Alina debemos irnos de aquí — dije saliendo de mi escondite.

— ¿Por qué? — preguntó ella desconcertada.

— Da... Danny — tartamudeé — Él... él estuvo aquí — las palabras eran difíciles de pronunciar para mí, por primera vez en muchos años volví a sentir aquel miedo que ahora recorría mi cuerpo de arriba a abajo.

— Lena, ¿De qué hablas? — volvió a preguntar Alina.

— Él, vino... no se cómo supo que estábamos aquí, ni cuando salió, pe... pero lo sabe— expliqué.

— ¿Te hizo algo...

— No — la interrumpí — Él no pudo, pero tenemos que irnos antes que regrese y vuelva a hacernos daño.

Se que mis palabras actuales son muy contradictorias a las que pensaba semanas atrás, querer matar a Danny era algo que de verdad sentía, pero también sentía miedo, no por mí, miedo por mi familia. Alina, Marcus y Jerry son la única familia que me queda o que por lo menos quiero cerca, los demás no me importan. Solo quiero que no les pasé nada a ellos.

— Pero ahora están conmigo y con Jerry — dijo Marcus intentando calmarme — Ninguno de los dos permitiremos que ese idiota se les acerque, no están solas.

— Marcus, agradezco tu apoyo, pero Danny está loco — respondí mientras daba vueltas por todo el recibidor. — Es mucho mejor desaparecer...

— ¿De nuevo? — me interrumpió Alina — Lena pasamos tres años con la tía Leonor en Islandia, regresamos por que se supone haríamos nuestras vidas normales y fuera de peligro. No podemos dejar el país, así como si nada de nuevo.

— ¿Y por qué no? Yo puedo dejar la universidad no tengo problema — respondí.

— De ninguna manera — se negó — Escúchame, hablaré con el abogado, el que era amigo de papá ¿Lo recuerdas? — asentí sin dejar de dar vueltas — Le diré lo que sucede, tratare de que nos ayude a meter una orden de restricción para que estes tranquila, pero no nos iremos.

— Alina...

— No, Lena — habló firmemente — Lo que pasó hace cinco años fue un golpe duro para ti y para mí, incluso ahora para Jerry lo es, pero no voy a volver a dejar mi hogar, ni mis terapias, ni a mi pareja por culpa de un maldito loco.

En ese instante la figura de Jerry encapuchado y mojado por la lluvia que comenzó hace unos minutos apareció por la puerta.

— ¿Quién está loco? — preguntó Jerry al escuchar las últimas palabras de Alina.

— ¿Dónde estabas? — le pregunté con tono de molestia.

— Oye, tranquila — respondió quitándose su abrigo y colgándolo en el perchero — Fui a ver unas cosas urgentes, no te molestes. — bufé ante su respuesta y me fui hacia la sala y me senté en el sillón — ¿Qué está pasando?

Puedo reparar tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora