17. Mejores amigos

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Lena

Es difícil cuando quieres pedir perdón, es difícil cuando te avergüenzas de algo que sabes estuvo mal y es aún más difícil cuando no recuerdas por qué te disculpas. Si por algo estuve pidiendo desde la noche anterior a todos los dioses posibles por existir era que Anne Thompson y Theo Weller aceptaran mis disculpas y volviéramos a iniciar una amistad que, aunque no tuviera tanta confianza como me contaron hubo antes, al menos quería intentar reconstruir todo lo que perdimos.

— ¿Estas nerviosa? — preguntó Chad en un susurro junto a mí.

— No, para nada.

— Por la forma en la que mueves tu pie bajo la mensa, deduzco que estas más que nerviosa.

— Bien, si, estoy nerviosa — acepté sin dejar de mover mi pie de arriba abajo — ¿Y si me dicen que no?

Chad sonrió y dejó el libro de "La Guerra y la paz" sobre la mesa de la cafetería y me miró, solo a mí, ni siquiera le importo que no aparto la página en la que se había quedado del libro más largo que había visto alguna vez.

— No tienes por qué estar nerviosa, Lena.

— Si sabes lo que les hice ¿No? — contesté.

— Si — asintió — Pero si en realidad son tus amigos entenderán que lo que tuviste fue un golpe demasiado duro y que te afecto en tu forma de ser...

— Si, pero fui grosera y...

— Y justo por eso deberían entenderlo — me interrumpió con mucha razón, pero por más que Chad tuviera esa razón, yo seguía sin poder dejar de mover mi pie — Sabes que pase lo que pase yo te apoyo.

No entiendo como Chad era tan lindo conmigo después de como lo trate, después de tantas veces que intente mantenerlo alejado de mi e incluso después de decirle varias veces que odiaba su presencia. Él simplemente seguía aquí, como si para él fuera un logro de vida obtener mi amistad y aunque es reciproco el afecto, todavía siento que le debo más disculpas de las que ya le he dado.

Pasábamos la mayor parte del día juntos, los almuerzos y muchas veces me había llevado a casa en el auto de sus padres o simplemente caminaba hasta allí conmigo, según él, era la forma de demostrarme que en realidad merecía una oportunidad.

— ¿Y cómo sabre que es el momento? — cuestioné algo dudosa.

— Tú sabes muy bien la respuesta — dijo mostrando una sonrisa más suave en sus labios, al mismo tiempo que regresaba su vista y su atención a su libro — Y la respuesta justamente está entrando por la puerta.

Levanté mi vista hacia el lugar señalado por mi amigo y pude ver a Theo entrar seguido de Anne que iba hablando por teléfono. Theo era un chico simple que usaba ropa informal, como si se pusiera lo primero que encontraba en su armario, delgado y alto, con cabello oscuro y los ojos verdes azulados, los cuales estaban protegidos por unos lentes al estilo de Harry Potter. Anne por su parte era más enfocada en su aspecto, siempre maquillada y bien peinada, su ropa casi siempre era formal y lucia siempre muy bien, era linda, delgada y de cabello rojizo y corto y para rematar, sus ojos eran verdes. Ambos eran personas que transmitían felicidad y seguridad. Y tal vez eso me hizo ser su amiga.

Los había estado mirando por días, había visto las fotos que Alina guardaba en un cajón de mis cumpleaños y pijamadas con ellos, incluso había una playera que decía "Soy N°1" escrito en el frente, se supone que ellos tenían los siguientes dos números en una playera igual. Ambos chicos se sentaron a unas cuantas mesas frente a mí y se pusieron a almorzar.

Y justo ahí, los nervios que antes eran reflejados por mi pie moviéndose de arriba abajo, ahora se había convertido en sudor, sudor que provenía de mis manos.

Puedo reparar tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora