— Es lindo que tus padres disfruten pasar tiempo con Ray — comenté a Dylan cuando recién llegábamos a su apartamento.
Él sonrió y asintió con felicidad.
Dejé mi abrigo sobre el sofá y me senté en este, Dylan me seguía por detrás, pero en lugar de sentarse, se inclinó a mis espaldas.
— Es perfecto, así tengo tiempo a solas contigo — dijo en voz baja cerca de mi oído.
— ¿Cuánto tiempo tiene que no lo hacemos? — pregunté curiosa.
— Pfff — bufó y sentí su sonrisa junto a mí — Parece que fue hace una eternidad.
Giré para mirarlo, quedando nuestros rostros muy cerca y solo separados por el poco control que nos queda a ambos.
— Gracias — le agradecí, Dylan me miró confundido — Por querer estar conmigo el día de hoy.
— ¿Por qué no lo haría? — preguntó tomándome del mentón.
— Ya te he causado demasiados problemas — respondí.
Dylan se alejó un poco de mí, agachó la cabeza y suspiró. Después de eso, caminó alrededor del sofá hasta sentarse junto a mí y tomar mi mano.
— No me causas problemas — aclaró mirándome seriamente — Jamás serias un problema para mí.
— Si, pero tu trabajo...
— No me interesa perder un empleo — me interrumpió — Sabes que mi economía y mi forma de vida no cambiará.
Agaché mi mirada un tanto avergonzada, pues yo sabía que Dylan y su padre habían tenido más problemas cuando él se enteró que lo habían despedido de su empleo, pero Dylan jamás le dijo la razón por la que lo habían despedido, no quiso meterme en problemas, aun así, sus padres accedieron a ayudarlo económicamente para mantener a su nieto, pero solo mientras Dylan conseguía un empleo más digno de su persona y no como un profesor de universidad.
— Estoy enamorado de ti, Lena — tomó mi mejilla con la palma de su mano y la acarició — De verdad solo quiero que estes bien.
Está enamorado de mí, ¿Por qué me cuesta tanto trabajo aceptar eso?
Tal vez sigo teniendo miedo, miedo de que me lastime, miedo de que cualquier decisión que tome con él amenace a mi familia una vez más. Siento que, a pesar de tantos años con los psicólogos y terapeutas, siempre retrocedo dos pasos cuando avancé uno.
Pero él sigue aquí, a pesar de conocer mi historia, de conocer mis problemas, de haber vivido cosas extrañas e inesperadas conmigo, solo por mera curiosidad en mí, perdió su empleo. ¿Cómo me hizo cambiar tanto?
Y demonios, también estaba enamorada de este hombre entrometido.
— A veces te odio, entrometido — bromé con una sonrisa divertida.
— A veces yo también, necia — sonrió de la misma manera y se acercó para darme un beso en los labios.
Sus labios me hacían sentir segura, me hacían sentir lo que en realidad soy, lo que en realidad quería sentir toda mi vida.
Rodeé su cuello con mis brazos, Dylan tiró de mi cadera para hacer que quedara sobre su regazo, sus brazos rodearon mi cintura para atraerme más hacia él sin despegar sus labios de los míos y provocando que estos comenzaran a tomar un ritmo de posesión más fuerte. Mis manos se aferran a su espalda sobre su camisa, yo también quería sentirlo más cerca y jamás separarme de él.
— Lena — siseó sobre mis labios, sin dejar de acariciar mi espalda baja.
— Quiero agradecerte, Dylan — dije, mientras que él, poco a poco bajaba sus besos hacia mi mentón y terminando en mi cuello — ¿Puedo hacerlo?
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Puedo reparar tu corazón
Roman d'amourLena MacRay nunca imagino que su vida se tornaría oscura y fría en el momento en el que perdió a sus padres con tan solo 18 años. Una gran decepción y un gran golpe al corazón la hizo apagar todo rastro de sentimientos hacia las personas del mundo e...