Dylan
Muchas veces a lo largo de mi adolescencia me pregunte por qué los religiosos de mi ciudad estaban convencidos de que el sexo era solo cosa de una vez y que reflejaba la pureza de la pareja, se suponía que el sexo solo era para concebir y que dejarse llevar por la lujuria era un pecado, pero siendo sinceros ¿A quién no le gustaba pecar?
— Aquí estas — escuché la voz de Jude a lo lejos, aunque en realidad estaba frente a mi — Debemos irnos.
— ¿Qué sucedió? — dije con pesadez abrí un poco más los ojos, no recordaba casi nada de lo que había sucedido después de unas copas. Jude comenzó a reír captando mi atención y desviándola de mi cabeza adolorida. — ¿Qué?
Jude sin dejar de reír me señalo a un lado de mí y ciertamente no debí mirar. Sentí como la sangre comenzaba a calentarse por todo mi cuerpo, como mi boca comenzaba a secarse y como mi corazón latía aceleradamente.
— No, no, no, — me levanté de inmediato aun algo desorientado — Maldita sea.
Y a pesar de seguir escuchando las risas de Jude yo me apresuré a ponerme mi ropa y salir de inmediato de ese lugar. Jamás debí aceptar venir, jamás debí beber alcohol, hice una promesa y la rompí. ¡Maldición!
Salí del lugar oscuro rápidamente, todo el sitio estaba vacío y solo había una que otra persona que trabajaba en aquel bar.
— ¿Dónde mierda esta la salida? — pregunté con molestia al hombre que estaba limpiando las mesas.
— Oye, ven acá — Jude intentó tomarme del brazo para alejarme de aquel chico que nos miraba sin entender lo que sucedía — Ven conmigo.
Me jaló del brazo caminando frente a mí y nos dirigió hacia lo que descubrí era la salida de emergencia que comunicaba a un callejón lleno de contenedores de basura.
La luz del sol hizo que mis ojos me comenzaran a doler, había pasado demasiado tiempo en la oscuridad al parecer y los sonidos de los autos y camiones que pasaban por la calle eran realmente fuertes, molestos y horribles.
— Quieres calmarte, por favor — me pidió.
— Me voy a calmar cuando llegue a casa — conteste exasperado e intentando ubicarme por que no recordaba donde carajos estaba.
— ¿A dónde vas? — preguntó confundido a mis espaldas.
Caminé fuera del callejón a toda prisa, necesitaba mi auto, dudo haber venido en él, pero necesito volver a casa, aunque me tarde tres horas. Necesito meterme al baño y darme una ducha muy larga, ver la televisión, rezarle a Dios, lo que sea, pero necesito olvidar que cometí una falta tan grande.
No había pasado ni cinco minutos cuando el auto de Jude llegó a mi lado mientras yo caminaba hecho un desastre, la camisa desfajada, el saco en la mano, el cabello despeinado por el viento y los ojos rojos.
— Sube — me dijo desde dentro de su auto.
— Iré caminando gracias — seguí sin siquiera mirarlo.
— A este paso llegaras sin pies — se burló — Anda sube, déjame llevarte.
— Solo quiero que me respondas una cosa — sonreí — ¿No te avergüenza venir a buscar sexo a este lugar?
Jude frenó de golpe y como un rayo salió del auto y caminó hacia mí.
— Dijiste que querías olvidar tu desafortunado evento de desamor — dijo con un toque de molestia en su voz — Yo no te obligué a acostarte con esa mujer.
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Puedo reparar tu corazón
RomanceLena MacRay nunca imagino que su vida se tornaría oscura y fría en el momento en el que perdió a sus padres con tan solo 18 años. Una gran decepción y un gran golpe al corazón la hizo apagar todo rastro de sentimientos hacia las personas del mundo e...