22. Jude lo descubre

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Mi sábado por la tarde iba demasiado mal, acompañar a Jerry a la escuela para entregar unos planes de trabajo fue una pésima idea, tenía la ilusión de encontrarme a Dylan pues llevamos saliendo una semana, una maravillosa semana y había pasado un día entero en el que no habíamos hablado y tampoco nos habíamos visto, así que al aceptar ir a la escuela con Jerry me habría un mundo de posibilidades, pero al llegar y buscar a mi paso no había visto a mi gran entrometido por ningún lado. Al contrario, todo se había tornado mal cuándo perdí a Jerry de vista y la única persona que encontré frente a mí fue a un completo idiota, llamado Danny.

— Buenos días, querida mía — saludó con una sonrisa burlona.

¿Qué hacía aquí? No lo sé, pero de igual manera intenté controlar mi respiración que poco a poco comenzaba a acelerarse por estar frente a él.

— Que grata sorpresa haberte encontrado aquí — siguió diciendo mientras se acercaba a mí con las manos en los bolsillos.

— ¿Qué es lo que quieres Danny? — pregunté alejándome — Te recuerdo que tienes una orden de alejamiento.

— Oh, ¿La tengo? — volvió a sonreír burlón.

— La tienes, así que aléjate de mí.

Decidida, me di la vuelta y comencé a caminar a cualquier otro lugar que no estuviera solo, era la mejor opción porque en realidad estar cerca de él era un completo peligro. Lo había evadido durante mucho tiempo, pero no creí que fuera a ser para siempre.

— No me digas que ese corazoncito frío ya lo arreglo Wilghtmore — dijo en voz alta detrás de mí.

— ¿Qué? — pregunté quedándome estática — ¿Qué dices?

Me giré a mirarlo y él seguía en su mismo sitio, al final del pasillo por el que había caminado, un poco encorvado y con las manos aún en su bolsillo.

— ¿Creíste que no me enteraría? — comenzó a reír — No te podrás hacer la confundida conmigo, sabes muy bien de qué hablo.

— Hablo enserio, déjame en paz de una vez — exigí.

— ¿Quieres que le diga a todo el mundo que te escapas con ese hombre? — sus pasos se fueron acercando hacia mí — ¿Quieres que vaya con tu hermanito y le diga de tus verdaderas escapadas por la noche?

— Me has estado vigilando — afirmé con miedo.

— Oh querida, jamás he dejado de hacerlo.

Para ese instante Danny ya estaba de pie frente a mí nuevamente y como las anteriores veces yo estaba clavada en el suelo como una roca, el miedo y el pánico me habían inundado por completo, era incapaz de controlar mi propio cuerpo.

— Creo que entiendes que TÚ eres mía — me señaló con su dedo — Sigues aquí por qué yo lo decidí.

— Voy a golpearte sino te vas — intenté amenazar.

— Prefiero otra cosa de ti, preciosa — y se abalanzó sobre mí.

No tuve tiempo de reaccionar a ese beso, en un segundo tenía a Danny sobre mis labios, sus brazos estaban a mi alrededor aprisionándome para que yo no pudiera moverme, mis labios no se movían solo estaban siendo presionados contra los suyos que a diferencia de los míos si querían moverse por todos lados.

Golpeé como pude con mis manos su pecho, pero no le hacía ningún daño, intenté golpearlo con mi rodilla, pero se las ingenió para mantener su pierna sobre la mía para no moverla, era muy difícil deshacerme de él, así que solo intenté gritar como mi única opción. Un milagro fue el único que pudo salvarme, pero antes de darle gracias al cielo por mandar aquella salvación a mí, mis palabras abandonaron mis labios al verlo ahí frente a mí.

Puedo reparar tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora