20. Los Wilghtmore

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De ninguna manera sería yo la única persona en el mundo que odia las sorpresas. Y no porque no me gusten, al contrario, siempre me ha dado esa curiosidad de saber que es la sorpresa y por eso odio esperar hasta que me la den. Esta semana he tenido dos sorpresas y es demasiado estresante esperarlas cuando tengo los exámenes sobre mí y los trabajos semestrales fuera de mi puerta, lo único de lo que no me he tenido que preocupar estos últimos días es de la boda, todo está listo y no pienso que vaya a estropearse así que puedo estar más relajada.

La sorpresa número uno me la dio mi hermano, Jerry ha estado muy cariñoso estos últimos días, como si hubiera algo que le ha dado ánimos de levantarse cada día y ser la mejor persona del mundo, solo llegó y me dio un collar, uno que no se veía para nada barato con un diamante en el centro y el diseño floral saliendo de este, era bonito, bastante elegante y terriblemente caro. La única respuesta de mi hermano cuando le pregunté cuánto había gastado fue << Tómalo o me ofenderé>> y así me hizo jurar que lo usaría el día de la boda.

Y la sorpresa número dos fue de Dylan, si, de nuevo. Constaba nada más y nada menos en una cena en casa de su hermano, no acepté, de inmediato me negué porque los mismos nervios y miedo de cuándo conocí a Ray me inundaron de nuevo, pero Dylan me explicó que yo ya conocía a su hermano y que él quería hacer todo bien si lo que sea que tuviéramos iba por un buen rumbo, quería que conociera a su familia para conocerlo también a él.

— ¿Lista? — preguntó Dylan viéndome salir de casa.

— Espero que si — respondí nerviosa.

Dylan sonrió y se acercó a mi tomándome por la cintura y plantando un beso tierno en mi mejilla.

— Te ves demasiado bien — alagó mirándome de arriba abajo — Bastante diría yo.

— No encontré algo más formal en mi closet — reí avergonzada.

— Bueno, no todos los días vemos a Lena MacRay en un vestido y tacones.

Si les soy sincera le robé el vestido a mi hermana por que los míos eran demasiado informales o ya no me quedaban. No soy de usar vestidos, no me gusta usarlos a menos que sea una ocasión que lo amerite o sea obligatorio y bueno los tacones estaban dentro de mi armario, una maldita hora buscando hasta que aparecieron detrás del todo.

— No todos los días veo al señor Wilghtmore en traje — respondí con sarcasmo.

— Este es uno nuevo — me guiñó un ojo provocándome una sonrisa.

Dylan hizo lo de siempre, abrirme la puerta del auto y ayudarme a subir en él y no sé cómo nunca esperé que Ray asomara su cabeza desde la parte trasera.

— ¡Hola! — saludó con emoción.

— Dios, Ray — exclamé con un nudo en el pecho — Me has sacado un buen susto.

— Lo siento — se disculpó sin dejar de reír.

— ¿Qué sucede? — preguntó Dylan tomando su sitio en el asiento del piloto.

— Que estuve a poco de ser diabética — respondí con ironía.

Dylan miró a Ray por el retrovisor seriamente, pero el chico no dejaba de reír que simplemente terminó contagiándole la risa haciendo que su padre también lo hiciera.

— Debí decirte que Ray vendría con nosotros — me dijo.

— Bueno, comida familiar al parecer — contesté.

Y así dimos marcha hacia la casa donde sería la reunión, fue demasiado rápido el camino. El hermano de Dylan al parecer vivía a quince minutos de mi casa, una casa bonita, era mucho más grande que la mía, podría decir que era el doble por dentro, rodeada de una gran cerca de metal y el jardín era realmente bonito, los árboles y los arbustos tenían distintas formas, se notaba que era obra de un buen jardinero, sin contar con lo bien cuidado que estaban las secciones de rosales y jacintos decorando cerca de las ventanas. La casa era increíble y seguramente por dentro podría ser mucho más elegante que por fuera.

Puedo reparar tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora