Capítulo 23: Lemon.

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Me encontraba encima de mi novio, él tenía el torso completamente desnudo y yo semi desnudo. Le sonreí con picardía, él se encontraba "inmovilizado" ya que yo sostenía sus manos, pero ambos sabíamos que si él quería moverse, fácilmente podría voltearme y tomar ventaja de la situación. Le sonreí y me coloqué completamente encima de él, dándole besos en su cuello, pasando mi lengua mientras sentía su respiración agitada. Le mordí suavemente el cuello hasta que decidí que era tiempo de bajar, hice un recorrido de besos. Pasé por sus clavículas pronunciadas, bajé por su pecho mientras le acariciaba el mismo y le daba besos cortos y rápidos. Crucé una mirada y él me sonrió con picardía, lo adoraba. Me mordí el labio mientras le lanzaba otra mirada llena de picardía, esta vez bajé un poco más hasta llegar a su tieso estómago. Y al escuchar pequeños ruidillos de Castiel, decidí bajar un poco más. Le desabroché el cinturón del pantalón y lo bajé poco a poco, debía admitir que había algo de erótico en ver su mirada apurada, casi rogando que me apresurara de una vez por todas. Debía dejar de ser tan cruel, por lo que de una buena vez me decidí a bajarle un poco el pantalón. Mi corazón comenzaba a acelerarse, nunca había llegado tan lejos con un chico y en verdad nunca había tocado siquiera lo que me encontraría una vez que el bóxer de mi novio se fuera.

-¿Sucede algo, niña?-preguntó Castiel.

-No, solo que nunca hice esto a un chico así que... ya sabes, ten piedad conmigo.-dije. Él soltó una risilla que no supe interpretar, ya que comencé a quitar el bóxer para encontrarme con el miembro del pelirrojo. Lo tomé con delicadeza y comencé a masajearlo a la vez que le daba besos, no necesite mucho más para saber que al menos parecía que lo estuviera haciendo bien, ya que comenzaba a tener más firmeza y a estar erecto. Además, como si fuera poco podía escuchar ciertos ruidos provenientes de Castiel que comenzaban a decirme que de hecho, o fingía o le estaba gustando demasiado. Pasé mi lengua por su órgano y eso pareció bastar a Castiel, ya que me observaba extasiado mientras me hacía caricias en el pelo. Sentí como mis mejillas se sonrojaban cada vez que él me observaba, no sé por qué sentía vergüenza, seguramente porque esta era la primera vez.

Introduje definitivamente su miembro en mi boca y pude ver como él sujetaba las sabanas con fuerza, probablemente o le gustaba o le dolía. Escuchar los gemidos de él me confirmó que estaba haciéndolo más que bien.

No sé cuánto estuve así, sentía las manos de Castiel en mi pelo haciéndome constantemente caricias, por más que estuviera ocupada, eso me relajaba y mucho. Hasta que me quité el órgano reproductor de él de mi boca y volví a hacer el mismo recorrido, subí lentamente hacia sus labios, atravesando una vez más su estómago hasta llegar a su cuello. Allí el me volteó, se subió encima de mi teniendo cuidado y me sonrió pícaramente.

-Mi turno.-dijo. Algo en su voz denotaba que era un juego, pero a su vez que lo decía muy en serio. Me sostuvo fuertemente los brazos mientras me daba besos fuertes en mis labios, yo no pude resistirme y le rodeé la cadera con mis piernas, sentí en mi pelvis algo duro que comenzaba a hacerse cada vez más y más tieso. Las manos de Castiel bajaron desde mis muñecas hasta detrás de mi espalda, donde me desabrochó rápidamente mi sostén, exponiendo de una vez por todos mis senos. Rápidamente el pelirrojo se concentró en ellos, llenándolos a besos. Sus besos en mis labios me erizaban y me llevaban a otro mundo, sus besos en mis pechos era otra galaxia. Su lengua se movía lentamente, pero a su vez con agilidad. Involuntariamente comencé a hacer sonidos que nunca antes había escuchado en mí, se sentía bien, demasiado bien. Él mordió suavemente uno de mis pechos, a lo que chillé y me reí, observé a mi novio el cual con la mirada se disculpó. Pero pronto volvió a su papel, prosiguió jugando con su boca y mis pechos mientras con una mano acariciaba mi estómago y con la otra el otro seno que no tenía ocupado. Por mi parte le hacía mimos en el cabello mientras hacía sonidos sumamente suaves.

Entre dos amores: temporada 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora