Capítulo 24: Mudanza, lágrimas y secuestro.

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Di un enorme suspiro, observé a Alexy, estaba en mi casa cocinado mientras sus padres iban aprontando la mesa en el porche. Se podía respirar el buen ambiente, era simplemente yo la que sabía que esto se iba a poner feo. Hacía al menos una semana que estaba planeando decirle a Alex que Castiel y yo éramos novios, y ahora que debía hacerlo no sabía cómo. Lo observé, tenía las manos sucias de harina y ya estaba preparando la salsa. No sabía cuándo, pero ya había hecho una pizza que estaba prácticamente pronta y estaba haciendo la segunda. Pude ver que, de tanto observarlo él notó que no le quitaba los ojos de encima por lo que me sonrió abiertamente y no tuve otra opción que sonreírle de vuelta y ayudarlo.

-¿Te encuentras bien, Azul?-preguntó Alexy. Honestamente no, no me sentía nada bien. ¿Pero qué podría decirle? Oh sí, me siento de maravilla porque voy a destruir nuestra amistad. No, es algo que no podría decirle, por lo que simplemente me limité a asentir, sin siquiera mirarlo a los ojos. No debí haber hecho eso, Alexy me conocía mejor que yo, sabía perfectamente cuando mentía y cuando decía la verdad. De inmediato detuvo lo que sea que estuviera haciendo y me elevó el mentón con el codo, parte que no tenía sucia de masa.

-Cuentame, ¿qué pasa? Pareces completamente incomoda conmigo. Hace apenas unos minutos cuando estaban todos estabas tan bien. ¿Qué sucede? Dijiste que hoy me tenías que contar algo súper especial. Dime qué es.-dijo Alexy. Le sonreí, pero esa sonrisa fue cargada de tristeza, tenía miedo.

-¿Podemos hablar completamente a solas? En el patio de ser posible.-dije. Él asintió preocupado, se lavó las manos y me siguió. Nos sentamos en la hamaca y Alex comenzó a moverla con suavidad. Por más que se veía angustiado, aun mostraba su característica sonrisa. Pude ver a sus padres sentados en los asientos del porche, di un vistazo general a todo el parque y pude encontrar a Laeti cenando con Chris y alguien que parecía Viktor, no pude evitar sonreír, al menos alguien había encontrado el amor, y no le romperían el corazón como estaba a punto de hacer con Alex. Por segunda vez. Miré a Alex, mi mano comenzó a temblar completamente involuntario.

-¡Azul! ¡Estás temblando! Necesitas descansar, vamos, me contarás lo que sea que debas decirme mañana u otro día.-dijo Alex. Le puse una mano en la suya y hablé fuerte, tal vez más de lo que debería.

-¡No! No, estoy bien, solo un poco ansiosa por mudarme sola. Ya sabes, esto es toda una nueva experiencia. Lo que debo decirte no te va a gustar nada y de hecho, tengo miedo de perderte por lo que te contaré a continuación.-dije. Tragué saliva nerviosa y rápidamente retiré la mano de la de Alexy. Él ahora parecía nervioso, estaba asustado y parecía que el mundo se le vendría abajo. De pronto, me pareció ver que sus ojos comenzaban a humedecerse, pero rápidamente se los restregó, como queriendo obligarse a meterse las lágrimas dentro. ¿Acaso él lo sabía? es decir, era consciente que estaba hablando con Alexy y no con Lysandro, el más despistado del universo, pero Alex tampoco se destacaba por ser excesivamente observador. ¿Acaso yo era tan esencial en su vida? ¿Estaba al pendiente de los pequeños detalles que me rodeaban? Mierda, mierda, mierda. No quería cagar ninguna amistad, y en especial esta. Tiraría 18 años de cariño, amistad, risas, valores, apoyo, lágrimas, diversión e infancia a la basura. Castiel, me debes una y una gorda.

-¿Y qué es lo que debes decirme?-dijo Alexy.-Agradecí que su voz me trajera a la realidad, mis pensamientos comenzaban a agobiarme.

-Claro, claro. Para empezar, quiero que sepas que por más que me he comportado como una completa idiota contigo, te quiero, como a nadie en el mundo. Todos los años que convivimos juntos, me has salvado de miles de situaciones de mierda, siempre estuviste para mí y hoy en día no sé qué tan buena amiga pueda llegar a ser contigo. Es decir, sé que tuvimos exactamente la misma charla en la cabaña de Minnesota, pero siento que debo repetírtelo una y otra vez. Lo que te voy a decir seguramente te moleste, y mucho. Es algo que tengo pánico de decirte por miedo. Miedo a no recibir mensajes de ti, miedo a no escuchar tu enérgica risa o voz, temor a que me evites en clases o mismo que me mires con odio. No quiero perder 18 años de amistad contigo, y creeme que lo que te voy a contar es únicamente porque es necesario, son sentimientos y no puedo controlarlos. Pero antes de que te lo cuente, necesito que me respondas con total honestidad por qué ayer cuando te vimos, te incomodaba tanto el tacto con Rosa.-dije. Alexy suspiró, parecía estar cargando el mundo a sus espaldas. Estaba comenzando a hiperventilar y parecía que en su mente las palabras correctas no existían.

Entre dos amores: temporada 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora